Huellas de las batallas perdidas

Miriam Lorenzo

¿Quién no se ha fotografiado en la plaza de Trocadero durante una escapada a París? ¿O en Trafalgar Square durante unas vacaciones en Londres? Dos de las plazas más visitadas del mundo son también la huella de sendas derrotas de nuestros antepasados en aguas gaditanas en el siglo XIX. El tiempo ha mitigado la deshonra y hoy solo los libros de historia retratan la belicosidad de unas batallas que dieron nombre a dos de las plazas más populares y concurridas de París y Londres, dos lugares emblemáticos que señalan todos los callejeros de estas ciudades.

Lo cierto es que a los vencedores les gusta que sus hazañas sean recordadas por la humanidad. También en los países musulmanes se nos muestran calles, plazas y cafés con el nombre de aquel general que nos sometió hace ya más de mil años para fundar Al Ándalus.

El café Tarik Ibn Ziyad de Rabat, en Marruecos, es uno de los locales más recomendados para tomar un buen té y leer el periódico. No es muy bullicioso y el dueño sirve con rapidez. Lugareños y turistas disfrutan leyendo el diario, desplegado sobre una mesa lacada en verde con las esquinas raídas, para ponerse al día sobre las cosas que ocurren en el mundo; incluidas algunas guerras cuyo final siempre es incierto. Luego, ya se sabe que la historia la hacen los vencedores.

En Marruecos, como en muchos otros países de origen musulmán, hay más cafés que se llaman Tarik. También hay calles y plazas con el mismo nombre. Se podría organizar una ruta para conocer todos esos sitios. Aquí, en España, a Tarik Ibn Ziyad se le recuerda como el general que invadió la Península y nos venció en una batalla crucial para el devenir de nuestros antepasados: la batalla del Guadalete. Hay un antes y un después de aquella guerra que convirtió a nuestro país en Al Ándalus. Fueron ochocientos años de dominación. Aquello, sin duda, nos marcó para siempre.

Hoy, las aguas del río Guadalete bajan tranquilas junto a la vía verde de la sierra de Cádiz, un lugar maravilloso para hacer rutas en bici o senderismo durante el fin de semana. Pero en algún punto de su cauce, entre su nacimiento en la sierra de Grazalema y su desembocadura en El Puerto de Santa María, las tropas del general Tarik nos infringieron la que probablemente ha sido la mayor derrota militar que los nativos de este país hemos sufrido jamás. El ejército del Rey Rodrigo estaba formado por al menos 40.000 hombres que habían sido reclutados en Córdoba, según nos cuenta el historiador medieval Eduardo Mendoza, experto en Al Ándalus, para salir al encuentro de Tarik. El caballo del Rey fue encontrado muerto junto al cauce. Las crónicas árabes de los siglos X y XI sitúan el lugar exacto de la contienda a unos siete kilómetros al sur de la localidad gaditana de Arcos de la Frontera.

“¡Por aplastar a los españoles en un paso, por tener éxito donde Bonaparte fracasó, por triunfar en la misma tierra donde los ejércitos de aquel gran hombre sufrieron la adversidad, por hacer en seis meses lo que él no pudo hacer en siete años, esto es una gran maravilla!”. La cita es del escritor François-Rene de Chateaubriand y con esas palabras retrata la victoria de los franceses en la batalla de Trocadero, uno de los episodios más cruentos de la historia de Cádiz.

Puerto Real, 31 de agosto de 1823. Las fuerzas francesas aprovechan la marea baja y lanzan un ataque sorpresa sobre la isla donde está el fuerte del Trocadero que controlaba el acceso a la ciudad de Cádiz. Durante tres semanas la capital gaditana es bombardeada sin descanso hasta que la fuerzan a capitular poniendo así fin al Trienio Liberal español y restaurando al monarca absolutista Fernando VII.

Hoy, casi dos siglos después la isla de Trocadero, en Puerto Real (Cádiz), es una marisma de alto valor ecológico. Un caladero natural de crustáceos y moluscos y un lugar perfecto para la cría de flamencos o garzas. Nada recuerda ya las batallas allí vividas, ni tan siquiera el Fuerte de San Luis, parte de las defensas de la Bahía de Cádiz, del que hoy solo quedan ruinas.

El antaño escenario de guerra es hoy un refugio natural con cuyo silencio y la belleza de sus atardeceres parece querer honrar a los caídos. Nada que ver con el Trocadero parisino, a casi dos mil kilómetros de distancia física y también, mental. Porque... ¿Cuántos de los que pasean por esta archiconocida plaza de París conocen el origen de su nombre? ¿Cuántos de los que admiran la Torre Eiffel desde Trocadero sabrían situar Puerto Real en el mapa? ¿Cuántos de los que inmortalizan con sus cámaras el lugar son conscientes de que rememora una cruenta contienda que se saldó con la muerte de medio millar de hombres valerosos? Los parisinos han querido dar a la que probablemente sea su plaza más visitada el nombre de una victoria cuyo anverso es nuestra derrota.

No es la única. También Londres coloca en el centro de su callejero turístico otro nombre que duele: Trafalgar Square, con el que los londinenses conmemoran la batalla librada en Caños de Meca en 1805. Otra vez con el mar de fondo como espectador mudo de uno de los combates navales más importantes del siglo diecinueve: el enfrentamiento de Francia y España contra la armada británica al mando del vicealmirante Nelson, quien finalmente obtuvo la victoria. Una columna con la estatua de Horatio Nelson preside hoy Trafalgar Square, zona de visita obligada para todo aquel que se encuentre en Londres y antesala de citas imprescindibles como la National Gallery.

Hoy Cabo Trafalgar es uno de los territorios gaditanos más apreciados por los amantes de la naturaleza, la playa y el senderismo. No faltan en la zona lugareños y pescadores que recuerdan a quien quiera escucharles la batalla allí vivida, la muerte de cientos de personas y la presencia todavía hoy de decenas de barcos hundidos que yacen bajo las aguas en las que se bañan los turistas. Sin rencor, sin dolor se recuerda un episodio de nuestra historia que marcó una época y que hoy recogen los libros de texto españoles y británicos. No hay una sola Trafalgar Square. En Bridgetown, Barbados, la actual plaza de los Héroes Nacionales se llamó hasta 1999 Trafalgar Square y existe otra más en Barre, Massachusetts.

Trafalgar, Trocadero, Guadalete... Tres contiendas, tres zonas turísticas, tres espacios naturales de Cádiz. Hay algo más que une a estas tres localizaciones: todas continúan hoy prácticamente tal y como se encontraban en el siglo XIX, cuando fueron escenario involuntario de los combates. Las tres han resistido a las garras de la construcción y al envite de la especulación urbanística. Hoy son de los pocos espacios prácticamente vírgenes que quedan en Andalucía. Como si con esa virginidad quisieran mantener imborrables las huellas de las batallas allí libradas y las vidas allí perdidas.

Franceses, británicos y musulmanes presumen desde hace siglos de sus victorias y tratan de inmortalizarlas en sus plazas, calles o cafés. Pero los originales los tenemos aquí, en Cádiz. Esos ni ellos ni nadie nos los puede quitar.