Aunque la belleza puede llegar a ser algo muy subjetivo, hay quien ha marcado una serie de criterios para otorgar el reconocimiento a los municipios más bellos, localidades que en sí mismas son un atractivo para el turista. La asociación ‘Los pueblos más bonitos de España’ reconoce así a municipios “de gran belleza, que destilan historia y cultura a la par, villas donde la tradición envuelve al viajero”, explican como carta de presentación.
Y ese reconocimiento lo han alcanzado hasta el momento sólo media docena de pueblos de Andalucía de entre el total de 44 de todo el país. Pueblos que se reparten por las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada y Málaga, lugares de obligada parada para el turista. He aquí una guía de estos seis pueblos andaluces a los que sus atractivos les han hecho merecedores de este particular galardón de la belleza.
Frigiliana (Málaga)
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Frigiliana se encuentra en la zona más oriental de la comarca de la Axarquía, asomado al mar Mediterráneo desde el Parque Natural de las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama.
Sin duda, es uno de los pueblos blancos más destacados de la provincia de Málaga y es que su encanto ya fue reconocido con el I Premio Nacional de Embellecimiento en 1982 y su casco histórico declarado Conjunto Histórico Artístico desde el año 2014. Esas credenciales de su belleza se las ofrece al visitante con sus paredes encaladas, sus calles estrechas y sinuosas, con un conjunto de escaleras que recorren todo el Barribarto, el barrio donde se conserva mejor la herencia morisca que el paso del tiempo ha dejado en el casco antiguo de este pueblo. Junto a ello, el turista no puede dejar de ver el Castillo de Lizar (siglo IX), la Ermita del Ecce-Homo, los Reales Pósitos, el Fuerte de época romana y el Palacio de los Condes, la única fábrica de miel de caña en activo de Europa.
A su belleza y la gastronomía propia del pueblo que conserva platos con historia regados con los vinos de la zona, se suman además tradiciones que perviven en Frigiliana como los trabajos con esparto o las calabazas de agua.
Lucainena de las Torres (Almería)
Lucainena de las Torres
Situado en la Sierra Alhamilla, esta bonita población de casas blancas conserva en la memoria una tradición minera que se remonta a la prehistoria. Aún hoy, en el pueblo se conservan restos de unos gigantescos hornos de fundición del siglo XIX y del ferrocarril que llevaba el mineral hasta la costa mediterránea, y que retrotrae al visitante a aquella época.
La estampa blanca de este pueblo se combina con la postal de cada una de sus calles, exquisitamente cuidadas por los vecinos, con blancas fachadas y plantas con flores que invitan al turista a pasear por el pueblo como un patio propio.
El pueblo estuvo rodeado en su día de una muralla cuyas torres le han dado su apellido a Lucainena, una localidad donde el visitante puede degustar platos tradicionales de su cocina donde sobresalen el ajoblanco, los gurullos y el conejo con almendras.
Mojácar (Almería)
Mojácar
Mojácar –localidad de origen árabe- se sitúa en lo alto de la montaña, como quien vive en una azotea frente al mar Mediterráneo. Su estampa se colorea del blanco de un pueblo enlucido, con casas encaladas adornadas con arcos y cúpulas que lo distinguen.
El visitante no debe perderse la Puerta de la ciudad –antigua entrada del pueblo- ni el casco antiguo, con vistas tanto a la montaña como al mar, además de visitar el castillo y su mirador, desde donde ver en perspectiva la zona costera de Mojácar e incluso los pueblos cercanos.
Como también es obligado un paseo por calles como Horno o Correos, la visita a las iglesias de la localidad y una parada en la fuente de doce caños de época árabe. Y un atractivo más para visitar el pueblo: las playas que se sitúan en la zona costera del municipio.
Pampaneira (Granada)
Pampaneira
Situada en el barranco de Poqueira – declarado Conjunto Histórico- y dentro de la comarca de La Alpujarra, se encuentra este pueblo blanco que ha mantenido durante el paso del tiempo su aspecto de origen berebere.
Conservado como un pueblo de refugio en la montaña tras la rendición de Granada, desniveles y cuestas identifican a esta escarpada localidad, donde una pequeña plaza central hace de lugar de encuentro de sus 340 vecinos y espacio para actividades públicas.
El encanto de este pueblo cautiva al viajero, que descubrirá sus casas de piedra y pintadas con cal, una estampa que le valió el Premio Nacional de Embellecimiento de los pueblos de España en los años 1977 y 1978. El visitante no debe dejar de ver los Terraos, el Tinao del pescado desde donde los pescadores que subían hasta el pueblo voceaban su mercancía, la Fuente de San Antonio, los lavaderos árabes y le Barrio Bajo.
Vejer de la Frontera (Cádiz)
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Situado en lo alto de una colina frente al océano Atlántico, este pueblo gaditano muestra en su fisonomía el paso de distintas civilizaciones que lo poblaron como lugar estratégico. Declarado Conjunto Histórico Artístico en 1976 y I Premio Nacional de Embellecimiento de Pueblos en 1978, Vejer de la Frontera se muestra como un típico pueblo blanco, donde su belleza monumental se combina con el paisaje.
El turista puede visitar el Recinto Amurallado del pueblo, el castillo, la iglesia y el Museo de Costumbres y Tradiciones de la localidad, donde conocer la historia de este enclave que suma el atractivo de tener a su lado las kilométricas playas de arena fina de la costa gaditana.
Zuheros (Córdoba)
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En plena Sierra de la Subbética cordobesa, se erige Zuheros, un pequeño pueblo situado en la frontera natural entre el Parque Natural de la Sierra Subbética y la campiña cordobesa.
Calles estrechas y sinuosas, pequeñas plazas y bellos rincones en lo alto de la montaña identifican la estampa de este pueblo, que ha sabido mantener su encanto a través del tiempo y que tiene como privilegiado telón de fondo las crestas de la sierra ante un mar de olivos.
Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 2003, Zuheros ofrece al turista su historia más antigua en el yacimiento arqueológico de la Cueva de los Murciélagos, junto al que el centro de Interpretación de la cueva y el Museo Arqueológico de la localidad complementan los conocimientos para el visitante.
El laberinto de cuestas y calles lleva al turista hasta el Castillo de Zuheros, que ocupa una posición de centinela sobre sus dominios, paisajes donde disfrutar de actividades en la naturaleza recorriendo el sendero del Río Bailón o la Vía Verde de la Subbética. Y si de darle gusto al paladar se trata, hay que anotar en la agenda del viajero las fechas en que cada otoño se celebra la Feria del Queso de Zuheros, una muestra de los mejores quesos autóctonos y de fuera de sus fronteras.