El Gobierno andaluz y el PSOE regional han evitado hacer autocrítica 24 horas después de la multitudinaria protesta que inundó las calles de Sevilla contra el deterioro de la sanidad pública. Docenas de miles de personas se manifestaron para reclamar un sistema sanitario digno, sin recortes, sin privatizaciones, sin corruptos pero aunque el lema de la marcha era propositivo, la multitud avanzó con durísimas pancartas, carteles y consignas en contra del Ejecutivo de Susana Díaz.
La presidenta y secretaria general del PSOE andaluz ha convocado este lunes a la ejecutiva de su partido para debatir los cambios en el Gobierno de España, ahora en manos del presidente socialista, Pedro Sánchez. El secretario de Organización del PSOE-A, Juan Cornejo, ha comparecido minutos antes para contar el orden del día y analizar algunos asuntos de actualidad, pero en ningún momento ha mencionado las protestas sanitarias de ayer, que reunieron a unas 10.000 personas (hasta 60.000 según otras fuentes). Los periodistas le han preguntado qué interpretación hacía el PSOE de la manifestación y si cundía la preocupación en las filas socialistas, habida cuenta de que este incendio social -que prendió en 2016- avanza inexorable hacia las elecciones andaluzas y municipales de 2019. La dirección del PSOE -igual que horas antes lo había hecho Susana Díaz durante una entrevista en Canal Sur Televisión- no se ha dado por aludido con los gritos de indignación de los manifestantes contra el Gobierno andaluz, y ha preferido alinearse con las consignas en defensa de la sanidad pública. “Todos los que se manifiestan por la sanidad pública son aliados”, dice Cornejo, “Yo me siento aliados de los que se han manifestado”.
La marea blanca que abarrotó el centro de Sevilla este domingo estaba integrada por muchos trabajadores de la sanidad pública -médicos, enfermeros, especialistas, universitarios, farmacéuticos- y miles de pacientes de hospitales y centros de salud. Una masa crítica e indignada contra la que el Gobierno de Díaz no puede pelear en abierto, porque son, en efecto, los suyos: miembros o usuarios del sistema público de salud de Andalucía. La manifestación estaba convocada por la asociación 'Justicia por la Sanidad', que preside el controvertido doctor Jesús Candel, alias Spiriman, que cuenta con una potente capacidad de movilización de masas a través de las redes sociales (la organización asegura que se fletaron 100 autobuses de todas las provincias). Podemos e IU no estaban entre los convocantes, pero muchos de sus miembros participaron en la marcha, con pancartas propias, y sus dirigentes y equipos de comunicación dieron eco a la protesta a través de Twitter y Facebook.
“Manipulados”
La Junta y el PSOE no puede defenderse con ataques contra los médicos y los usuarios de la sanidad que se manifiestan con duros mensajes contra Susana Díaz, pero sí han cargado contra los organizadores de la protesta y contra los partidos “que han intentado manipular a los ciudadanos que defienden de buena fe una sanidad pública e instrumentalizar la manifestación”. “Muchos se han manifestado de buena fe, y estamos con ellos. Otros muchos quieren aprovecharse de la coyuntura e instrumentalizar la movilización. Parte de esta marcha está promovida por la derecha que en la sanida pública un negocio de 10.000 millones de euros para privatizar servicios”, advierte Cornejo. El número dos del PSOE ha acusado a los alcaldes de IU de movilizar a los vecinos de sus pueblos para llevarlos a la manifestación.
La protesta masiva del domingo en Sevilla conecta con las primeras movilizaciones que tuvieron lugar hace dos años en Granada, instigadas por el doctor Candel, para frenar el proyecto de fusión hospitalaria en la capital granadina. La marea blanca ha dado señales de mantenerse fuerte en otras ciudades andaluzas: Málaga, Huelva, Sevilla, aunque ahora la protesta no se ciñe a las colas en la lista de espera para ser atendido, la falta de personal sanitario, la saturación de urgencias y atención primaria... Hay una sensación de pérdida de calidad en la sanidad pública instalada en mucha gente, una imagen que el Gobierno andaluz no logra revertir ni con datos presupuestarios -9.000 millones de euros en el presente ejercicio- ni con una potente campaña publicitaria en defensa “de la joya de la corona” de la admnistración. Los años duros de recortes han dejado mermada la asistencia sanitaria en muchos centros de salud y hospitales, donde los usuarios y los médicos lo han notado al instante. La Junta, sin embargo, ha mantenido en todo momento un discurso optimista, negando recortes donde los había porque, en efecto, los ajustes aquí se midieron mucho más que en otras comunidades, donde el nivel de privatización es mucho mayor, y las dimensiones del sistema sanitario muy inferior.
Sea como fuere, el PSOE andaluz y la Junta asumen que tienen un problema político, social y comunicativo que puede seguir creciendo, de manera peligrosa, de aquí hasta las elecciones del año que viene. Los primeros en levantar la voz son los alcaldes, que reciben de primera mano las quejas de sus vecinos. Los partidos políticos que hacen oposición al Gobierno se han percatado de que la crisis sanitaria y la indignación ciudadana es el flanco más débil para atacar políticamente a Susana Díaz. El Parlamento andaluz acogerá, próximamente, el debate final de la Ley de Sostenibilidad Sanitaria, una norma que busca blindar el gasto de la sanidad para evitar que una época nueva de crisis justifique recortes en la plantilla y en los recursos. Díaz necesita sacar adelante esta ley para esgrimir una solución concreta que dé respuesta a las movilizaciones, pero está por ver si sus rivales le darán apoyo. Estarían renunciando al arma electoral más potente contra la presidenta.
La protesta sanitaria es un estado de ánimo, una sensación gereralizada de hartazgo por unos recortes que la Junta niega o minimiza, en comparación con otros territorios. El baile de números que aporta la Consejería de Salud no conecta con los oídos de quienes se manifiestan en la marea blanca. La consejera de Salud, Marina Álvarez, hace preguntas concretas: ¿Qué piden los manifestantes? ¿Qué medidas concretas?