Guillena, noviembre de 1937. Uno de los inviernos más duros del siglo XX español se vislumbra y los fascistas ya no esperan más para segar el rosal que desde semanas antes marchitan en las estribaciones de la sierra Norte de Sevilla. Son 17 rosas, 17 mujeres con nombres y apellidos, con una vida, una historia y ningún delito a sus espaldas. Sufren el infierno de la tortura. Luego las asesinan y arrojan a una fosa común en la vecina localidad de Gerena, donde permanecen 75 años hasta que son rescatadas del olvido por sus familias. Ahora, esa oscuridad impuesta por el terror se disipa aún más con el estreno del documental Guillena 1937: La violencia contra las mujeres como arma de guerra.
En septiembre del 37 fueron apresadas 19 mujeres guilleneras solo por ser familiares de republicanos. El día del múltiple asesinato, la más joven tenía poco más de 20 años y la mayor ya había cumplido 70. Dos de ellas estaban embarazadas en el momento en que se arrebató a tiros su existencia y, otras tantas, salvaron sus vidas por la intermediación, y trascendental influencia, de algún conocido. Difícil considerarlas víctimas directas del golpe de estado o de la guerra civil en que desembocó al no prosperar éste en la mayor parte de la península –la provincia sevillana cayó rápido en manos rebeldes y en muchos casos sin enfrentamientos bélicos de calado–, sino más bien de una cruel represión que dejó tras de sí innumerables crímenes de lesa humanidad. Había pasado demasiado tiempo desde aquel 26 de julio de 1936 en que el pueblo fue tomado sin encontrar resistencia por la tropa de la columna Carranza, al mando del que fuera alcalde de Sevilla, Ramón de Carranza Gómez.
Eulogia Alanís García, Ana María Fernández Ventura, Antonia Ferrer Moreno, Granada Garzón de la Hera, Granada Hidalgo Garzón, Natividad León Hidalgo, Rosario León Hidalgo, Manuela Liánez González, Trinidad López Cabeza, Ramona Manchón Merino, Manuela Méndez Jiménez, Ramona Navarro Ibáñez, Dolores Palacios García, Josefa Peinado López, Tomasa Peinado López, Ramona Puntas Lorenzo y Manuela Sánchez Gandullo. Ellas eran, y son, las 17 rosas andaluzas.
La mujer como arma de guerra
La mujer como arma de guerraLa obra Guillena 1937, realizada por Intermedia Producciones, reflexiona acerca de la utilización de la violencia sobre la mujer como arma de guerra y la necesidad de los familiares de los desaparecidos de encontrar sus restos y darles sepultura. Terminó de rodarse el pasado 15 de diciembre, día del funeral y entierro, tras un largo proceso desde la localización de la fosa común, la exhumación y las posteriores pruebas de ADN para cotejar la identidad de cada una de las asesinadas. Después del estreno en la Casa de la Cultura de Guillena, la siguiente proyección será este miércoles 8 de mayo en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS). También será emitido en Canal Sur, que ha adquirido sus derechos, para luego comenzar a distribuirse en festivales cinematográficos.
El director del documental, Mariano Agudo, coincide con las familias en un testimonio fundamental para esclarecer el crimen varias décadas después, el de José Domínguez Núñez, entonces un niño de Gerena de apenas ocho años de edad que fue testigo del macabro suceso. Aquel día contó a su madre lo que había visto y ésta lo obligó a mantener silencio por miedo a represalias, una oscuridad que casi mantiene oculto para siempre el lugar del enterramiento clandestino. Mariano Agudo destaca la “lección de valentía” de José Domínguez, que hoy tiene 83 años, al desvelar “el lugar donde se encontraba la fosa” cuando supo que las familias buscaban los restos de aquellas mujeres asesinadas, lo que permitió la posterior exhumación.
Guillena 1937 centra su discurso narrativo “en el punto de vista de los familiares como víctimas indirectas del conflicto”. De esta forma, el espectador puede comprobar “la extraña satisfacción y mezcla de emociones que para las familias supone exhumar los cuerpos” para así devolver “la dignidad a las mujeres asesinadas y cerrar una herida que lleva enquistada más de 75 años”, argumenta Mariano Agudo. La narración se complementa con intervenciones del historiador José María García Márquez, que ha realizado “una gran investigación sobre la represión en la provincia de Sevilla”, y de la investigadora Pura Sánchez, “experta en la violencia contra la mujer durante el franquismo”, cuenta el director de la obra.
“Los familiares fuimos voluntarios desde el inicio de los trabajos de localización y exhumación, viviendo así en primera persona todas las sensaciones posibles que puede abrigar una persona cuando está reencontrándose, 75 años después, con su madre asesinada”. Quien así se expresa es Lucía Sócam, descendiente de una de las 17 rosas, cantautora y miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ’19 mujeres’ de Guillena. Nunca la motivación memorialista lindó con la venganza, y sí con la reparación social de víctimas inocentes. “Niños que con tres o cuatro años quedaron huérfanos de padre y madre”, relata Sócam, “que fueron expulsados de los comedores sociales por ser hijos de fusilados, que tuvieron que trabajar para los mismos que asesinaron a sus familiares… por fin han descansado”, concluye.
Verdad, justicia y reparación. Tres palabras clave que resumen un deseo indemne entre las víctimas del alzamiento golpista que los situó en la diana de la derrota y la represión fascista. Según Amnistía Internacional, España es el segundo país del mundo, tras Camboya, con más desaparecidos. Había, indica Sócam, “una deuda con las 17 rosas que en parte se cumplió cuando todas regresaron a su pueblo, reposando en un panteón común”. La otra parte es “conservar su memoria”, un compromiso ahora subrayado con el estreno del documental Guillena 1937: La violencia contra las mujeres como arma de guerra, que esperan “sirva de aliento a las familias que están pasando por la misma situación”, en palabras de Mariano Agudo. En este caso, como sostiene Lucía Sócam, “Guillena ha descansado”.