Más de la mitad de los ríos de la Península Ibérica están degradados, una situación que obedece a un cóctel en el que se unen la contaminación de las aguas y la presencia de especies invasoras junto a otros factores como la sequía y el cambio climático. Para conocer su estado de salud y proponer recetas que lo mejoren ha nacido el Observatorio Ibérico Fluvial, que en Andalucía va a analizar la situación de nueve cauces aplicando nuevas técnicas que incluyen pruebas de ADN para determinar la biodiversidad existente.
El coordinador del Observatorio es un investigador de la Estación Biológica de Doñana, Cayetano Gutiérrez, quien admite que “no se consigue dar con la tecla para mejorar la salud” de las aguas dulces, “aunque la ciencia nos dice que no están sujetos a un único impacto”. Fertilizantes, vertidos y aguas residuales son una presencia tradicional, la cuestión es determinar cuál es el nivel actual de tóxicos en los cauces y cómo reaccionan si a ello le unimos especies invasoras y cambio climático.
Como norma general, los ríos con una biodiversidad más rica disfrutan de un mejor estado de salud. Las estaciones de monitoreo habituales instaladas en los cursos fluviales aportan datos, pero la idea ahora es ir más allá y analizar la biodiversidad “con mucho más detalle y nuevas técnicas como el análisis genético”.
La huella genética de las especies
La cuestión es que se le van a hacer pruebas de ADN a las aguas para determinar las diferentes especies que habitan en ellas. “Es un sistema más sencillo, porque hay especies que pueden haber estado ahí y no las ves”, pero sí dejan su huella genética. Igualmente, “los insectos son más difíciles de identificar y con estas pruebas se van a precisar más especies que a través de los taxónomos”.
El resultado va a ser un mapa “sin precedentes” de la biodiversidad, incluyendo microbios, algas, invertebrados, peces y aves. “Un proyecto de este tipo hace cinco o seis años habría sido inviable, pero la secuenciación de ADN y el procesado de datos se han abaratado mucho y ahora tienen precios asumibles”, argumenta Gutiérrez.
La salud de los ríos, al final, es el resultado de numerosos factores. Por un lado tenemos “una flora bacteriana que es muy importante para depurar las aguas o prevenir la aparición de patógenos”, pero por otro están impactos humanos fruto de su actividad (fertilizantes, aguas residuales…) o de sus malas prácticas, como los vertidos. Y luego están las especies invasoras, como los grandes peces que se han ido introduciendo para la pesca o el cangrejo rojo, “que transmite un hongo a los anfibios”.
El análisis en Andalucía
¿Y cómo es la salud de los ríos andaluces? “La situación media es preocupante”, lamenta Gutiérrez. La margen izquierda del Guadalquivir, por ejemplo, “está muy desgastada”, pero en general hay de todo, porque junto a cauces “destrozados” encontramos otros en muy buenas condiciones, como en Sierra Nevada (Granada) o la Sierra de Cazorla (Jaén).
Para determinar la situación media, se van a analizar nueve cursos fluviales repartidos por las provincias de Córdoba, Huelva, Málaga y Sevilla, con la característica común de que son pequeños. Esto hace que sea más fácil recoger las muestras y además los impactos les afectan más, por ejemplo “son más sensibles a los cambios del clima” y por tanto más interesantes para su estudio.
Asimismo, y para establecer diferencias y poder comparar, se han seleccionado tres cauces que se encuentran en buen estado, tres en malas condiciones y otros tres en un estado intermedio. Los elegidos con mejores indicadores son Guadalora (Córdoba), Retortillo (Córdoba y Sevilla) y Huesna (Sevilla), mientras que los que se encuentran peor son Múrtigas (que discurre entre Huelva y Portugal) y los arroyos de los Picachos (Córdoba) y de Burriana (Málaga). En una situación equidistante están el Galleguillos (Sevilla) y los arroyos onubenses Rivera de Escalada y Rivera de Santa Eulalia.
El comportamiento futuro de los ríos
El objetivo es obtener datos que permitan entender las dinámicas a largo plazo de los ecosistemas fluviales, ver cómo se comportarán en ese futuro al que caminamos marcado por el cambio climático y las sequías. Y con todos los resultados en la mano, proponer medidas que permitan mejorar la salud de los ríos, con la idea de “evitar llegar al grado de destrozo que ya tienen muchos porque entonces son más difíciles de recuperar, la restauración tiene un límite”.
Además de que es una obligación que impone Europa, “mejorar la salud de los ríos tiene un impacto directo sobre la salud y el bienestar de las personas y sobre la economía”. Por ejemplo, irán más turistas a zonas rurales porque tendrán más calidad de baño y más peces. Y también se abarataría la factura para depurar y potabilizar las aguas, además de reducir el impacto tanto de inundaciones como de olas de calor.