Teresa Rodríguez: “Es importante salir de la dinámica del conflicto en la izquierda y ponernos a construir”
La portavoz de Adelante Andalucía invita a poner el interés en los conflictos sociales, más allá de los enfrentamientos territoriales, para una revitalización de la izquierda alternativa
Teresa Rodríguez (Rota, 1981) está “superfeliz” de liderar “una formación andalucista, ecologista, feminista y de clase trabajadora”. La dirigente de Anticapitalistas y ex coordinadora autonómica de Podemos, ha sido proclamada portavoz de Adelante Andalucía con el 97% de los votos. La refundación de esta marca supone “una liberación” y pone “un punto y aparte” con sus excompañeros de Izquierda Unida. Ahora echa a rodar un movimiento político y social de obediencia andaluza desde el que Rodríguez quiere “salir de la dinámica del conflicto” para no desviarse del objetivo de desbancar al bloque de las derechas del poder.
¿Qué hay de nuevo en Adelante Andalucía?
Fundamentalmente, por resumir mucho, es la tranquilidad de pensar que todas las decisiones que tomemos se van a ejecutar y que no va a haber tutelaje ninguno. Y la posibilidad también de no tener que hacer contrapeso con otros órganos del partido sino de poder, con mayor o menor éxito, echar a andar un proyecto propio.
Y en esta etapa sin tutelas y sin ser “una sucursal de Madrid”, ¿se siente liberada?
Totalmente. Eso es una buena expresión.
¿Le dará tiempo desarrollar este proyecto? Decía que iba a permanecer ocho años en primera línea de la política y ese tiempo se cumple en mayo de 2022.
Voy a seguir en el proyecto aunque no sea la candidata ni la jefa. Voy a formar parte. A mí me gustaría que Adelante Andalucía durase 200 años porque para mí esto no es una coalición para unas elecciones sino es algo más: un sujeto andaluz que queremos que perdure mucho tiempo. Mientras perdure, yo estaré a tope, sea o no la candidata y o la portavoz. Pero en cualquier caso, dado que nace un proyecto nuevo, también entiendo que son necesarias las medidas de transición. En su momento, cuando firmamos el compromiso ético se decían dos legislaturas, excepcionalmente tres. De todas formas existen fórmulas para poder seguir en política en primera línea, si se quiere, mientras se vuelve también al centro de trabajo que, para mí, también es importante.
Este proyecto pretende recoger el andalucismo de tercera ola promovido principalmente como un movimiento cultural. ¿Cree que eso se traducirá en votos?
Pues no lo sé. Pero lo que sí está claro para nosotros es que existe ese espacio y esa necesidad y lo vemos en cuestiones muy prácticas. Yo puse el ejemplo de Airbus y me parece que es bastante elocuente. Si se va a cerrar una sola planta de Airbus en toda Europa, que es una empresa de capital público, no hay que olvidarlo, y es precisamente la de Puerto Real es porque somos el eslabón más débil de la cadena. Por tanto, para cualquier lucha sociolaboral andaluza es necesario que alguien hable por ti. Que aquí alguien, cuando llegue el momento de decidir, ponga sobre la mesa los intereses del pueblo andaluz. Es eso lo que ha sabido hacer muy bien, a pesar de las críticas, Cataluña durante todos estos años. En vez de tener complejo o ejercer permanente crítica, a lo mejor tenemos que aprender algo también y ponerlo en valor.
Se ha calificado a su formación como “una CUP a la andaluza”
No entiendo bien cuál es la crítica de eso, porque nadie lo termina de desarrollar. Nosotros estamos creando un partido asambleario andaluz y andalucista, ecosocialista y feminista que defienden los intereses de la clase trabajadora andaluza y de la clase trabajadora mundial porque creemos que hay comunión de intereses entre la mayoría sociales andaluces y del resto de España como de Europa.
¿Cree que hay espacio en Andalucía para la defensa del nacionalismo andaluz?
No nos definimos como nacionalistas porque además tiene, como todas las palabras que forman parte de periodos históricos, una serie de componentes. El nacionalismo, en muchos casos, se identifica con la autodefensa que hace una burguesía nacional de sus propios intereses y la traslación a la política de los intereses económicos de una determinada burguesía de algunos territorios del Estado. Es verdad que no todos los nacionalismos son así, pero creo que existe esa impronta. Yo no soy partidaria de hablar de andalucismo, me parece más integradora la palabra andalucista. Además el propio Blas Infante dijo: “Nuestro nacionalismo, antes que andaluz, es humano”. Por tanto, rompe completamente con lo que tradicionalmente se tiene por nacionalismo. Nacionalismo ante todo humano, humanista, y luego ya andaluz. Dicho esto, dentro de Adelante Andalucía hay fuerzas políticas nacionalistas que hacen una aportación fundamental. Pero el proyecto global es más amplio que eso, al igual que es más amplio que los anticapitalistas.
¿Toma su proyecto el testigo del Partido Andalucista después de su disolución en 2015?
No exactamente, aunque tenemos compañeros que son de lo más valioso que quedó de aquella experiencia y que, afortunadamente, están dentro de la organización. También aportan el bagaje de aquella experiencia. Pero el Partido Andalucista, en su momento, pecó de falta de coherencia. Era el invitado a todas las fiestas: el partido bisagra de todos los gobiernos del PP, del PSOE... Y nosotros tenemos claramente definido que somos una organización política de izquierda y que además de la defensa del pueblo andaluz, defendemos los intereses de todos los andaluces y andaluzas en general, hasta el último, sobre todo de la mayoría social andaluza. Y eso para mí guarda relación directa con el paradigma de izquierda.
En su discurso apeló a la lucha de “los del sur contra los del norte”. ¿Cree que puede pasarle factura que se interprete como un nuevo enfrentamiento en vez de abogar por el diálogo y por la diversidad?
A veces pasan esas cosas y es que una se equivoca y dice las cosas mal dichas. Pues yo lo dije mal. No es un error menor. Me equivoqué de preposición, pero es importante. Lo que quería poner sobre la mesa es que además del binomio izquierda–derecha y el binomio que aportó el 15M de abajo–arriba, existe también el binomio norte–sur. Y de hecho en los nortes también hay sures. Hay un concepto de norte–sur que no es meramente geográfico sino que es más socioeconómico, geoestratégico o centro–periferia. Existen esas contradicciones y por tanto hay que tratarlas y abordarlas. No son los del sur frente a los del norte. En el discurso me fui a una analogía mal construida.
¿Es Adelante Andalucía, sin Izquierda Unida y sin Podemos, “la marca blanca de otra cosa”, como apuntó Toni Valero?
Es la marca verdiblanca, como dije en su momento. Hoy en Adelante Andalucía existen cuatro organizaciones y más de dos mil inscritos e inscritas que participan en las asambleas que se reúnen con periodicidad y que hacen trabajo político en su comarca. Por tanto, me parece que lo primero que hay que tener es respeto por la gente que invierte su tiempo en tratar de cambiar la realidad de esta tierra.
La Asamblea Constituyente se vio empañada porque justamente la noche anterior se conoció el fallo del Tribunal Constitucional de denegar de forma cautelar la suspensión de los acuerdos de la Mesa del Parlamento de Andalucía que provocó su expulsión y la de ocho de sus compañeros de Adelante Andalucía. ¿Tenía usted la esperanza de regresar a su grupo?
A toro pasado es fácil decirlo, pero de alguna manera valorábamos esta posibilidad como la más certera. O sea, es difícil que un Tribunal Constitucional de repente enmienda la plana sin haber dictado todavía un fallo a la decisión de un parlamento autonómico entero. Entonces, nos parecía el escenario más factible. Pero intentamos desde hace tiempo salir de la lógica del conflicto. Desde hace tiempo dijimos que, más allá de lo ocurrido, tenemos que mirar al frente y construir la fuerza política en la que creemos. Y si el fallo viene dentro de dos años y nos da la razón, pues ya está. Y tampoco servirá para nada a nivel práctico, pero tampoco nos quitaría la razón políticamente un fallo contrario. Estamos convencidos de que estamos construyendo el mismo proyecto que presentamos en 2018, que es netamente andaluz, que defiende los intereses de Andalucía, que tiene aspiración de autorrepresentación en todas las instituciones del Estado y que plantea alternativa al PSOE, no sólo a la derecha. Nos parece que esto nos da la razón suficiente como para seguir en esta tarea y que es leal con los votantes que nos votaron en 2018. Creo que es difícil defender que somos tránsfugas con las cosas que han pasado en este país, en Murcia y en otras latitudes. Y en Málaga y en tantos sitios como en Granada… Es difícil decir eso de nosotros que no hemos cambiado ninguna mayoría, que no hemos roto nunca la disciplina de voto… que lo único que hemos hecho ha sido tener una oposición diferente dentro de nuestro partido.
Sus excompañeros de Izquierda Unida siguen hablando de “usurpación” de la marca pese a que no presentaron ningún recurso judicial dentro del plazo legal. Ya sólo les queda apelar a la Junta Electoral. ¿Teme que el nombre de Adelante Andalucía quede recurrido una vez se convoque elecciones?
Creo que podríamos sacar un máster en el asunto. Nos parece que no hay forma, que no hay por dónde cogerlo. Pero dicho esto, vamos a tirar para adelante igualmente. Quiero decir que estamos en otra clave en nuestra relación con Unidas Podemos por Andalucía. Queremos que sea una relación respetuosa. Nosotros nos hemos propuesto saludarlos por los pasillos a pesar de que nos hayan expulsado del grupo. Y eso no es un detalle sin importancia. Para nosotros psicológicamente es importante salir de la dinámica del conflicto y ponernos a construir, porque si no te pones a construir una oposición a otro y pierdes la visión sobre lo que toca hacer.
Nosotros hacemos una aportación de una fuerza política netamente andaluza de izquierda. Ese espacio no está cubierto y no estaba cubierto cuando nos presentamos en 2018. Por eso lo creamos, o eso es lo que teníamos en la cabeza una parte de aquella coalición. Los compañeros quieren construir su proyecto en Andalucía, que es Unidas Podemos, y tan legítimo es eso como lo nuestro. Lo que tengamos en común tenemos que ponerlo en valor porque estamos gobernados por la derecha y la extrema derecha. Entonces, la intención, al menos, es la coexistencia. Y después, si puede haber colaboración en lo que tengamos en común en términos programáticos, debe haberla. Se dice que dos no se pelean si uno no quiere. Nosotros no queremos pelear.
Decía que hay cuatro partidos, más de 2000 participantes inscritos y unas 25 asambleas territoriales. El peso municipalista de Izquierda Unida en la anterior confluencia le sirvió para obtener más respaldo de cara a las elecciones. ¿Cuál es la implantación de Adelante Andalucía en el territorio andaluz?
Nosotros tenemos implantación en todas las provincias de Andalucía y no sólo se organiza la vertebración a través de los cargos públicos, que también los tenemos. Lo más importante al final es tener personas, militantes, activistas, gente de referencia. También en el ámbito de la cultura que quiera construir un proyecto. A veces eso es incluso más útil que tener muchos concejales.
¿Están preparados para un posible adelanto electoral?
Sí. Estamos preparados. Tenemos dirección, tenemos proyecto, tenemos documento y tenemos método para llevar adelante una elección de lista.
¿Cómo se convence al electorado después de este conflicto de que no vendrán “más traiciones ni rupturas, ni más mierdas”?
[Ríe]. Pues no se puede garantizar. Es como que nadie te puede garantizar que te va a querer toda la vida. Pero nosotros ahora mismo estamos muy enamorados. Me parece que es importante salir de la dinámica inmediatista que hemos tenido durante este periodo: ‘venga ahora una marca para las municipales, otra para las andaluzas, otra para las generales, el cambio es ahora y la revolución es ya y la democracia real también…’ Vamos a intentar pensar en un proyecto de Andalucía a medio y largo plazo. Con esa voluntad nace esta fuerza política. ¿Cómo podemos garantizar que vamos a ser estupendos? Pues no lo puedo garantizar, pero vamos a intentarlo.
Intentando colocar el centro de la atención pública en los conflictos sociales y más después de la pandemia. Pero no solo. El centro de la actualidad está en los conflictos territoriales. Esto no es una crítica a Madrid, pero está [presente] el enfrentamiento Díaz Ayuso–Pedro Sánchez y el conflicto España–Cataluña... Necesitamos transitar hacia una realidad donde se vea el conflicto social, donde se vea que la gente joven se está acostumbrando a trabajar sin derechos en los puestos de trabajo, donde se ponga el centro en las dificultades que tiene la familia para pagar un alquiler por la especulación brutal que hay, sobre el efecto de la turistificación, sobre el colapso ecológico que está a la vuelta de la esquina y que no estamos preparados para abordarlo en clave de justicia social. Necesitamos tirar del foco para que se ponga encima de eso. Cuando eso ocurre el conjunto de la izquierda alternativa se verá reforzada.
¿Hay espacio político suficiente en Andalucía para absorber a tantas formaciones de esta izquierda alternativa?
Ya veremos cuántas papeletas se presentan. En cualquier caso no nos hemos salido nosotros del grupo parlamentario voluntariamente, ni hemos querido provocar esta crisis de separación. La iniciativa que teníamos permitía tolerar la pluralidad interna. Nunca tuvimos una diversidad de criterios, sólo un posicionamiento en el Parlamento. En las cuestiones programáticas hay un amplio nivel de acuerdo. Pero es que a nosotros nos han echado.
¿Cómo afronta ese diálogo con Unidad Podemos por Andalucía?
Primero de coexistencia y luego de acuerdo, en lo que se pueda, para sacar adelante medidas concretas.
¿Y con Más País Andalucía?
Pues igual. Y con cualquiera
¿Entonces no se plantea ninguna coalición con Más País Andalucía para las elecciones?
De momento no. Estamos en la dinámica de crear nuestro propio espacio y de tener nuestro propio lugar, que aporta algo nuevo. No hay una fuerza política que se vincule a la necesidad de tener una voz propia andaluza. Y muchos otros pueblos lo tienen, pero muchos, muchos. O sea, no sólo Galicia, Cataluña y Euskadi. Es que están los cántabros, los canarios, los valencianos, los turolenses... Quedan las dos Castillas, Extremadura, Andalucía y Murcia. Somos históricamente un pueblo que ha querido definirse con los máximos niveles de autonomía y de autorreferencialidad. Son históricas las luchas en esta tierra por eso por lo que hay que colocar a Andalucía en el primer lugar, ‘como la que más’, como decía nuestro compañero José Luis Serrano.
Susana Díaz deja de estar al frente del PSOE-A. ¿Cómo valora la llegada de Juan Espadas?
No me parece que aporte mucha diferencia respecto a Susana Díaz. Y luego hay una cosa muy curiosa y es que todos los cuadros intermedios del PSOE antes de ayer eran 'susanistas' y hoy son 'espadistas'. No ha habido un cambio más abajo de la Secretaría General o de la Ejecutiva y, por tanto, si hay un cambio, estupendo. Pero la peor demostración de lo que quiere hacer Juan Espadas del PSOE–A se ha visto en que lo primero que ha hecho ha sido reunirse con Juanma Moreno Bonilla para aprobar la Ley del Suelo. ¡Ni más ni menos que la Ley del Suelo! No para hablar de financiación autonómica, que ahí yo también me sentaría, o de cualquier otro de los intereses de las mayorías sociales en Andalucía, desde mi perspectiva de izquierda, sino de una ley del Suelo que plantea el PP. Esto es una vuelta radical a la Andalucía del 'ladrillazo' y de la especulación inmobiliaria; que es un proyecto fallido, depredador de nuestro medio natural y privador de derechos a la ciudadanía. Entonces eso nos ha puesto en alerta. Nos parece un escándalo.
Dice que se sentaría a hablar con Moreno para apoyar la reforma de la financiación autonómica.
No es no apoyar, ¡la llevamos planteándola décadas! Y todos los partidos. Lo que pasa es que lo sacan de cajón en función de si gobiernan lo suyos o no en Madrid. Entonces, como nosotros nos hemos emancipado de esa losa, vamos a defenderlo siempre. Andalucía tiene que pedir justicia financiera porque es una herramienta fundamental para el cambio de modelo productivo que necesita esta tierra. Esa es la única garantía que podemos ofrecer a los andaluces: esté quien esté en Madrid, vamos a defender los intereses de las mayorías sociales en Andalucía. No es una cuestión chovinista sino de las mayorías sociales de esta tierra. Y lo mínimo que se despacha es tener un sistema de financiación que no discrimine a unos territorios frente a otros, como está pasando históricamente con Andalucía y con el País Valenciano. Es un modelo que lleva caducado desde 2009 y no se cambia porque no perjudica ni a Cataluña ni a Madrid.
Ese cambio de modelo productivo en Andalucía pasa por los fondos europeos de recuperación...
¡Ojalá!
¿Cómo ve que Juan Espadas haya querido abrir una comisión bilateral con Juan Manuel Moreno para el reparto y la gestión de estos fondos?
Si es para reforzar la especulación inmobiliaria del modelo del ladrillo como un mecanismo de salida de la crisis, es un modelo fallido. Lo veo mal, lo veo fatal. Pero es que veo dificultades serias desde el planteamiento de partida de los fondos europeos para poder hacer otra cosa que no sea rescatar a las grandes empresas. Tal y como están diseñados, están pensados como en 2008 cuando rescatamos a la banca; ahora rescatamos a las grandes empresas y no al pequeño autónomo que ha sufrido de verdad las consecuencias de la crisis. No se actúa sobre la demanda sino sobre la oferta: ya sabemos que hay presentados proyectos por parte de las empresas del IBEX que cubren casi 100% de la oferta de los fondos europeos. Se van a llevar dinero las empresas que no han tenido que cerrar ni que echar la baraja ni de quitarse de comer durante estos dos años de pandemia. Y, además, son fondos condicionados a reformas estructurales, que es lo que hay que estar pendiente. Lo de la autopistas es la primera patita por la que asoma el lobo, pero después viene la reforma de las pensiones y, desde luego, el mantenimiento de una reforma laboral antisocial que los partidos de gobierno se comprometieron a derogar y que no lo van a hacer si quieren recibir estos fondos europeos. Entonces esto no es una ayuda a fondo perdido; es una especie de chantaje y en la dinámica en la que trabajan los hombres de negro de Bruselas de siempre.
Entre sus postulados está el rechazo a cogobernar con el PSOE, pero ¿apoyaría a una coalición de PSOE–A y Unidas Podemos por Andalucía para desbancar al bloque de las derechas en el Parlamento andaluz?
Siempre hemos defendido la misma posición desde el primer día en Podemos hasta hoy. Estamos convencidos de que evidentemente las derechas no pueden gobernar ni por acción ni por omisión nuestra. Pero tenemos un proyecto de Andalucía alternativo al del PSOE que en 40 años no ha sabido resolver los problemas estructurales de esta tierra y que, además, ha protagonizado grandes casos de corrupción y que no da indicios de un proceso serio de renovación.
Y de favorecer esta investidura, ¿cómo cree que su electorado vería ese respaldo a “esa izquierda que se pone la chapa de la izquierda y luego hace políticas de derecha”?
Lo que no entendería de ninguna manera nuestro electorado ni la sociedad andaluza es que de nuestra mano siguiera gobernando la derecha en Andalucía. Porque además la derecha no ha implementado su programa electoral en Andalucía todavía por la pandemia. Porque Juanma Moreno Bonilla es un tío listo y sabe que tienen que ir con pies de plomo porque quiere ganarse a los votantes del PSOE. Pero cuando la derecha gobierne de verdad en Andalucía vamos a ver con toda crudeza eso de las rebajas fiscales a los padres de la educación privada o la rebaja fiscal a las grandes fortunas. O eso de la política de depredación medioambiental o las privatizaciones en sanidad y la externalización cada vez más palmaria de servicios.
En el último Barómetro de Opinión Pública de Andalucía realizado por la Fundación Centro de Estudios Andaluces (Centra), apenas logra conseguir una proyección de cero a dos escaños, ¿teme quedarse sin representación parlamentaria?
Yo creo que ha habido un poco de follón en las encuestas por los nombres. Me parece que el estudio del CENTRA preguntaba por “Andalucía no se rinde” que no es que sea una marca que se haya conocido mucho. Además confundía el proyecto con la iniciativa de debate interno y agregador, pero nunca iba a ser el nombre del proyecto. Cuando se clarifique un poco más cuáles son las papeletas que se van a presentar y quiénes van a ser los candidatos y candidatas de cada fuerza política, creo que tendremos encuestas más fiables y le podría hablar de los miedos o no a la representación que podamos tener.
¿Hay algún número de escaños con el que usted estaría satisfecha al tratarse de un partido nuevo?
Satisfecha, satisfecha… solamente con aquello que facilitara que nosotros pudiéramos darle la vuelta a Andalucía como a un calcetín. Esos serían los resultados en los que yo estaría satisfecha para implementar un programa de gobierno.
¿Se ha vuelto a Andalucía de derecha?
No. Y no es una opinión, es una cuestión demoscópica. La derecha gobierna porque la izquierda no fue a votar. Esto no es Madrid. Andalucía no es Madrid.
¿Cuál sería su planteamiento para que “la derecha deje de manosear el término libertad”?
Profundizar un poquito, solo un poquito, en qué significa ‘la libertad’. Porque cuando el discurso es absolutamente superficial, ‘libertad’ es tomarse una cerveza y una lata de berberechos. Un término que lleva ríos de tinta con disquisiciones filosóficas sobre lo que significa, de repente es una cerveza y una lata de berberechos. Entonces, sólo profundizando un poco, cualquiera puede entender que para ser libre se tienen que dar primero condiciones de autodeterminación mínima vitales. O sea, que uno pueda elegir en la vida cómo desarrollarse y cómo ser feliz. Y para eso tiene que tener cubiertas las necesidades básicas y no tener que humillarse para tener acceso a las necesidades básicas.
¿Cómo se dan respuestas a esas “promesas incumplidas” para Andalucía si no se está en el Gobierno?
Creo que hay un papel importante que desempeñar en la oposición. Me parece que algunos de los grandes logros de esta legislatura en España, por ejemplo, se consiguieron con Unidas Podemos en la oposición como la subida del salario mínimo interprofesional a 900 euros. Si tuviéramos la capacidad de condicionar al Gobierno en una negociación de presupuestos del Estado sobre medidas fundamentales para esta tierra –de infraestructuras, de planes de empleo…– como hacen, por cierto, vascos, catalanes, gallegos, canarios… que tienen audiencia propia a poner sobre la mesa las reivindicaciones de su territorio, creo que estaríamos consiguiendo una victoria importante. Condicionar gobiernos desde Andalucía supone negociar políticas más que sillones y me parece un escenario que también es interesante. Evidentemente, el más interesante es el de desplegar todo un programa de gobierno.
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