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VÍDEO | Un testigo vio a una monja esconder votos en su hábito antes de dárselos a ancianos

Fermín Cabanillas / Fermín Cabanillas

Aracena (Huelva) —

“Yo lo vi, nadie me lo contó. Una monja escondió los votos bajo el hábito cuando me vio, y si hace falta testificaré donde haya que hacerlo”. Joan Llompart es miembro de Izquierda Unida en Aracena, la localidad onubense que, sin quererlo, ha saltado a los medios en los últimos días debido al vídeo difundido por Podemos en el que se aprecia como unas ancianas desorientadas deambulan por el colegio electoral del municipio el pasado domingo, procedentes de una residencia de ancianos local, sin saber ni por qué están allí ni que se celebraban unas elecciones.

Para Llompart, la sospecha de que las monjas que cuidan de los ancianos les han influido en el voto no es tal, sino una certeza. Lo explica a eldiario.es/andalucia en la Plaza del Marqués, un lugar de esparcimiento para gente de todas las edades rodeada de bares y tiendas en este municipio, que tiene el honor de contar, entre otras muchas cosas, con la gruta turística más antigua de España.

A este portavoz de Izquierda Unida le molesta especialmente la imagen que este caso da del que es su pueblo desde hace casi 20 años, pero es tajante: “cuando me di cuenta, me dieron ganas de decirle a una monja de todo”, mientras rememora que “escondió los votos bajo el hábito, y cuando vio que yo ya no vigilaba, aunque sí lo hacía, se los dio a los ancianos”.

Para Joan Llompart no hay duda de que el voto de estas personas fue manipulado, sobre todo porque pudo ver como un hombre de avanzada edad, cuando le preguntaron, ni siquiera articulaba palabra. Parece evidente para él que no estaba en condiciones de saber lo que estaba haciendo.

En Aracena, precisamente, está empadronado y vota en cada cita el coordinador general de Izquierda Unida en Andalucía. Para Antonio Maíllo, es algo lamentable “en un ciudad con mucho prestigio, vinculada a una imagen de calidad de vida. Sin saber valorar a quién puede beneficiar algo así, Maíllo lamenta que haya quien se aproveche ”de gente que no tiene sus facultades mentales plenas“, y se muestra confiado en que algo así no vuelva a repetirse en su pueblo.

Es complicado, no obstante, como indica el concejal electo de Podemos en Aracena, Juan Rufo, que recuerda que la Ley Electoral puede controlar o regular los problemas físicos de una persona de cara a su cita con las urnas, pero no dice nada de los problemas psíquicos de alguien, aunque sean temporales.

“No tenemos claro quién gana con esto, pero sí que quien pierde es la mayoría, la democracia”, a la vez que señala que espera que se pronuncie la Junta Electoral, que puede tardar hasta tres meses, ya que no fue algo que denunciaran en la misma jornada electoral. “Es algo que parece que todo el mundo sabía, y hemos llegado nosotros, que no tenemos pasado político, para que sea denunciado”, indica.

Hay un dato que apunta Llompart que llama la atención. El pasado domingo se activó un servicio especial de autobuses urbanos para llegar al colegio electoral, que no funciona los domingos. Apunta que se puede deber a que las urnas tenían nueva ubicación, en el pabellón ferial, pero señala que eso podría haber facilitado el traslado de los ancianos. Si fue algo coyuntural se sabrá en noviembre, en la cita de las elecciones generales.

De hecho, el nuevo colegio electoral es un gran espacio diáfano, en el que se ubican todas las mesas, y donde cualquier actividad “extraña” se aprecia claramente. Antes, en el teatro local, era más difícil.

Homenaje al cura local

En Aracena, por más que se pregunta, nadie sabe quién puede salir ganando con estas artimañas. En medio de todo lo que se ha organizado, el próximo domingo será nombrado hijo adoptivo el cura local, Longinos Abengózar, natural de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Un homenaje programado hace semanas, sin que se supiese quién sería el alcalde electo tras el 24-M, aunque sabiendo que la prórroga de tres semanas tras las elecciones mantendría en la alcaldía al socialista Manuel Guerra, ganador de las elecciones por mayoría absoluta.

Para el portavoz del Partido Popular, Iñigo Amián, el cura no habría influido –al menos en público- en este asunto. Muy prudente, asegura que lo más que ha escuchado en boca del cura en el púlpito son frases como “los cristianos tienen el deber de votar”. Sobre la base del tema, coincide en que perjudica a la imagen del proceso electoral local, mientras lamenta que se haya difundido a través de las redes sociales antes de saber lo que diría la Junta Electoral. En todo caso, rechaza que su partido tenga nada que ver con toda esta historia.

El rechazo a la presunta actuación de las monjas lo comparte el PSOE local. Mediante un comunicado asegura que “repudiamos, como siempre lo hemos hecho, cualquier conducta que pueda suponer una alteración de la libre voluntad de las personas a la hora de ejercer su derecho al voto”.

Además de sostener que es el principal interesado en esclarecer lo que ha pasado, apostilla que “no es aceptable que un incidente aislado (por muy condenable que pueda ser) sea utilizado para cuestionar la limpieza del proceso electoral en su conjunto y del ejemplar ejercicio de democracia que realizaron los aracenenses el pasado domingo, donde el resultado fue lo suficientemente amplio y claro como para que nadie trate de tergiversarlo ni albergue dudas sobre la voluntad mayoritaria de Aracena y sus aldeas”.

La amplitud la pone en cuestión la web oficial del Ministerio del Interior, que muestra que el PSOE se quedó a 24 votos de no tener mayoría absoluta, aunque para todo el lío sea mayor aún, todos los partidos coinciden en que ese recuento no es el válido, por algún problema en las PDA que transmitieron los datos, pero en todo caso la victoria de Manuel Guerra es inapelable.

Curiosamente, en este asunto se siguen sin escuchar las voces de las principales aludidas: las propias monjas. En los alrededores de su convento todo parece normal. Algunos ancianos tomaban el sol este viernes aprovechando los últimos rayos de la tarde, y otros pasaban la tarde en el pórtico de entrada al convento. Dos mujeres con vestimenta blanca –sanitaria, aparentemente-, entran en el edificio y ya recelan ante la presencia de periodistas. La petición de declaraciones es rechazada, amablemente pero rechazada. El tema ha alcanzado una resonancia que no esperaban, y parece complicado que algo así se pueda repetir en la cita con las urnas de finales de año, visto el revuelo que se ha organizado.

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