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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Yolanda Díaz remueve al electorado “decepcionado” con el PSOE en Andalucía: un plan para cuatro años en 15 días

Yolanda Díaz estrenó la campaña electoral en Sevilla un domingo de julio a mediodía, cuando la Agencia Meteorológica apuntaba máximas de 44 grados en el termómetro. Se buscó un espacio interior, con aire acondicionado, en el teatro Caixa Forum, dentro del parque tecnológico de la Cartuja donde no llega el transporte público los fines de semana. Se llenó el aforo de 2.000 butacas y el mitin de la vicepresidenta del Gobierno y candidata de Sumar a las generales del 23 de julio dejó en su equipo un sabor de pulsión en el electorado progresista andaluz. “Andalucía es decisiva en estas elecciones. Sois la clave”, les dijo la gallega.

En Andalucía se deciden 61 diputados de los 350 del Congreso. Hay 6,7 millones de andaluces llamados a las urnas. A favor de Yolanda Díaz juegan los datos, en contra juegan los tiempos. Los datos: cuatro de cada diez nuevos empleos fijos discontinuos creados en España, al amparo de la reforma electoral impulsada por el Ministerio de Trabajo, son andaluces.

Los nuevos condicionantes legales a la contratación temporal y estacional ha cambiado el paradigma de los puestos de trabajo ligados al turismo y la hostelería, piedra angular del PIB andaluz; la subida del salario mínimo interprofesional por encima de los mil euros ha tenido especial incidencia en la comunidad con menor renta per capita del país (18.906 euros en 2021, último año publicado), la segunda con más paro (18%) y donde siete de los diez barrios más pobres de España y 11 de los 15 con menos ingresos por unidad familiar están en Andalucía.

“Si hay un lugar donde tiene sentido votar a Sumar es Andalucía: por vuestra realidad, por vuestra cultura… vuestro voto vale doble”, clamó Yolanda Díaz ante un auditorio entregado.

Las políticas que ha desarrollado Díaz en esta legislatura han encontrado un terreno fértil en la Andalucía más depauperada, la que sufre datos de desempleo y pobreza estructural. Estos datos juegan a favor del discurso y el llamamiento al voto de la candidata de Sumar, pero también juegan en contra de ella. A la ministra de Trabajo se le reprocha -y se le ataca desde el flanco de sus rivales políticos de izquierdas- que su presencia en Andalucía durante los últimos cuatro años de mandato haya sido escasa o nula.

Si Andalucía es “decisiva” y “clave” para frenar el avance de las derechas el 23J, como dejó dicho este domingo, su implicación personal (como ministra y como candidata a la Presidencia del Gobierno) en esta comunidad ha estado muy por debajo de lo que exigía ese análisis, se lamentan tanto en los equipos directivos de CCOO como de UGT. Los sindicatos han acompañado a Yolanda Díaz cuando ha aparecido por Andalucía, en la precampaña y la campaña de las elecciones andaluzas de 2022 y en la previa de las municipales de mayo.

El papel de CCOO

Especialmente CCOO ha ejercido como el interlocutor más directo con Díaz en Andalucía y el que mejor ha trasladado a su equipo la realidad sociopolítica a la que se enfrentaba en esta región. Carlos Aristu, secretario general de CCOO Sevilla estaba entre el público del mitin de este domingo. El sindicato se ha movido mucho para armar al equipo de Díaz en las andaluzas, las municipales y las generales, pero en sus más altas esferas se lamentan de que, quizá, se ha “llegado tarde”.

El proyecto Sumar de Yolanda Díaz “no llegó a tiempo” para las andaluzas de 2022. Su equipo tuteló, desde la distancia, la conformación de una candidatura única con seis partidos de izquierdas, lastrada por las fricciones de la dirección estatal de Podemos. No era el embrión de Sumar, pero lo era. Podemos pensó que lo era, los protagonistas andaluces sabían que lo era y, en consecuencia, se ejerció tanta presión en la negociación desde dentro y desde fuera que el experimento terminó lastrando su resultado electoral (de 15 a cinco diputados) y el posterior funcionamiento del grupo parlamentario.

Hace tiempo que el análisis de la realidad política andaluza llegó a manos de Yolanda Díaz, mucho antes de las autonómicas de 2022, que abrieron la puerta al primer Gobierno del PP con mayoría absoluta en esta comunidad: el otrora todopoderoso PSOE andaluz perdió el poder en 2018 después de 37 años ininterrumpidos en la Junta de Andalucía. Los socialistas entraron en una fase de transición orgánica aparatosa -la salida de Susana Díaz y el relevo de Juan Espadas al frente de la secretaría general- y ese capítulo dejó cicatrices a un PSOE desfondado, deprimido y sin habilidad para ejercer de oposición.

“Sabíamos que el PSOE estaba en horas bajas, que estaba desmovilizado, que había perdido credibilidad entre los suyos, que se quedaron en casa en 2018”, recuerda un dirigente regional de IU. El ocaso del socialismo andaluz, a la sombra del primer Gobierno en minoría de Juan Manuel Moreno, sustentado por PP, Ciudadanos y Vox, se interpretó en la izquierda como “una oportunidad de oro” para presentar sus credenciales, su alternativa de izquierdas. Pero en ese momento ni compareció la izquierda andaluza ni compareció Yolanda Díaz.

La idea fuerza que la candidata de Sumar vino a dejar en Sevilla era esa. “Sé que hay muchos andaluces decepcionados con el PSOE, que os ha gobernado muchos años. También los hay decepcionados con Moreno Bonilla por estos últimos años de Gobierno”, dijo. La campaña de Díaz quiere ser propositiva, “luminosa”, inspirada en la “esperanza y no en el miedo”. Díaz plantea una tercera vía en una campaña bidireccional, bipartidista, que parece condenada al choque de trenes: Alberto Núñez Feijóo pide el voto “contra el sanchismo”; Pedro Sánchez pide el voto “contra un Gobierno de PP y Vox”.

La abstención del voto progresista

Díaz ha regresado a Andalucía a remover al electorado socialista “desencantado”, pero es muy consciente de que todo el bloque progresista da muestras de resignación o cansancio. Todas las encuestas retratan a un electorado conservador “hipermovilizado” y a una izquierda “durmiente”.

Pero la demoscopia más fiable son los últimos comicios, y Andalucía ha vivido dos procesos electorales en menos de un año: en las andaluzas, el bloque progresista acaparó el 36,3% del escrutinio, frente al bloque conservador, con un 56,6%. Sólo el partido de Moreno superó en votos y escaños a todos los partidos de izquierdas: PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía. La participación fue moderada, del 58,3% (funcionó el voto útil, la transferencia de votos de socialistas al PP para evitar la entrada de Vox en la Junta, pero lo más significativo fue la abultada abstención del espacio progresista).

En las municipales de mayo, la participación subió tres puntos -61% y la distancia entre bloques se estrechó gracias al tirón de los alcaldes: 41,4% el progresista; 44,9% el conservador. PSOE y Sumar confían en que la participación en las generales suba entre diez y doce puntos, pero los expertos suelen identificar la mayor movilización con el deseo de cambio de ciclo. El clavo ardiendo al que se aferran las izquierdas es que ahora hay dos deseos de cambio en liza: el cambio que alumbra la vuelta de un Gobierno conservador -de PP y Vox o de PP en solitario- y el cambio que se revuelve para cerrar paso a ese cambio, y del que Sumar se presenta como “un actor nuevo que puede romper el tablero político”.

La llamada de Yolanda Díaz al electorado socialista desencantado en Andalucía viene avalada por sondeos internos, que hablan de una trasferencia de votos dentro del bloque progresista. La idea de que el PSOE andaluz conservará gran parte de su suelo electoral -en las últimas generales logró 25 escaños- y que sus abstencionistas, esta vez, irán a votar a Yolanda Díaz. No todos comparten ese “optimismo”. El coordinador regional de IU y número uno de Sumar por Málaga, Toni Valero, aspira a sacar seis diputados, los mismos que obtuvo Unidas Podemos en 2019.

“En los últimos cuatro años, ha habido una oportunidad de oro para presentar una alternativa sólida de izquierdas a un PSOE noqueado en Andalucía. Eso era un trabajo de día a día que no se hizo. El espacio de la izquierda estaba en su propio lío interno, orgánico y de Gobierno. Andalucía no era una prioridad en ese momento, es más, se asumió como algo natural que la derecha gobernara después de 37 años de PSOE y con el escándalo del caso ERE de fondo. A Moreno Bonilla se le dejó hacer, a nadie le extraña que consolidase su imagen de moderado y centrista”, admite un veterano dirigente de IU.

No es un análisis muy distinto al que hace el PSOE-A más crítico: que Moreno fuese investido presidente, sin ganar las elecciones y con el peor resultado de la historia del PP, y gobernase asumiendo los preceptos de Vox (violencia intrafamiliar, congelación de las políticas de Memoria Histórica, subvención a entidades antiabortistas, aumento del presupuesto de seguridad en centros de acogida de menores extranjeros no acompañados...).

Fue, en todo caso, una legislatura anómala, marcada por la pandemia de coronavirus y la escalada inflacionista provocada por la guerra en Ucrania. Andalucía recibió una partida récord de fondos del Estado -en torno a 30.000 millones de euros- y empezó a cuajar un discurso institucional en el que Moreno acusaba constantemente al Gobierno de Pedro Sánchez de deslealtad con esta comunidad, “como castigo por dejar de votar al PSOE”.

El calor y las energéticas

Yolanda Díaz empezó su discurso en Sevilla hablando del calor como factor de discriminación social. “El cambio climático va por barrios, por códigos postales, no afecta a todos por igual”, dijo, tras acusar a Endesa -“antigua empresa pública”- de no solucionar los cortes de luz en las zonas más desfavorecidas de la capital andaluza; y afear a las eléctricas los abultados beneficios de estos años. “Las eléctricas han pedido el voto para el PP. Nosotros queremos el voto de la gente”, dijo.

Se despidió de Sevilla, camino de Cádiz, la provincia con más paro de Andalucía y la única donde se presenta otra formación a la izquierda del PSOE, Adelante Andalucía, el partido de Teresa Rodríguez. Allí la división del voto progresista puede dejar a ambos fuera del Congreso. “Si la Andalucía progresista se moviliza, si se movilizan las madres y las abuelas, vamos a ganar estas elecciones. Hago un llamamiento a las madres y abuelas andaluzas. No por miedo, sino por optimismo”, sentenció. Lo repitió una y otra vez a lo largo de su discurso. La movilización del espacio progresista andaluz, “clave”, a dos semanas de las elecciones.