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La autovía de Huesca

Mariano Gistaín

8 de febrero de 2023 09:59 h

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La duración de estas obras es un misterio o un milagro que podría ser incluido en la ruta turística correspondiente a esas categorías: visite las obras de la autovía que avanza a buen ritmo y nunca se termina. La circunvalación de Huesca avanza a buen ritmo hacia la eternidad. 

Es un enigma ya posmoderno. ¿Cómo van las obras de la autovía? La circunvalación de Huesca alarga los plazos a medida que se acerca el fin de las obras. Es la aporía de Zenón de Elea recreada por Borges: cuanto más corre Aquiles más lejos está de la tortuga. O al revés. Cuanto más avanza más se retrasa. 

Esa figura metafísica de Aquiles y la tortuga parecía una tontada hasta que conoces las auténticas OBRAS de la autovía de Huesca. Entonces experimentas el misterio en toda su dimensión. 

Huesca tiene aeropuerto, tiene vía de alta velocidad, incluso la provincia tiene una antigua estación internacional convertida en hotel de lujo, pero nunca consiguió completar el anillo de circunvalación de su autovía. 

Es verdad que tiene aeropuerto sin aviones (esto es muy común en la España de la época); que tiene vía de alta velocidad por la que apenas circulan trenes (esto es muy común en Huesca: en Teruel al menos no hay vía de AVE), y que la estación ahora hotel de lujo no tiene trenes internacionales, pero mantiene la esperanza, que vale más que mil palabras.

En Aragón, las generaciones se van pasando la esperanza como valiosa herencia que, además, no tiene que pagar impuesto de sucesiones. 

La autovía original Zaragoza Huesca se inauguró a principios de siglo XXI, pero Huesca ha conseguido llegar al 2023 sin ese avance o retroceso viario. La media circunvalación “provisional” siempre ha sido de un carril, y está pensada para que el viajero aprecie el perfil de la ciudad y sus montañas sin pasar en el mejor de los casos de 90.

Esta circunvalación provisional/definitiva, que identifica a una generación, es uno concepto intermedio entre:

A- La autovía de circunvalación verdadera, que permite olvidarse de un paraje y una ciudad (que desaparece para siempre del mapa y de la conciencia del que no vive en ella). 

B- El tortuoso tráfico que pasaba por el centro y en su permanente y adorable atasco permitía saludar a los conocidos, familiares e incluso parar a hacer compras y hasta olvidarse de a dónde ibas o de quién eras.

Cualquier ciudad que se precie dilata indefinidamente la solución A, pues supone la desaparición y el olvido. Pero muy pocas han conseguido una postergación tan eficiente. 

Tal es el éxito de esta estrategia que produce estrés ver los desmontes, incipientes viaductos, serpenteantes rutas alternativas y hasta hipotéticos trazados de  la que podría ser la anhelada/temida autovía que podría estar –según los creyentes– en ejecución. 

Esa vía intermedia de la circunvalación de un solo carril bacheado Huesca la ha mantenido a fuerza de milagros. Cómo una capital de una región con poco poder en Madrid ha conseguido posponer una y otra vez las obras de la autovía verdadera y aplazar años y años el trazado es un enigma típico aragonés. Porque esa hazaña de retrasar las obras hasta lo inverosímil –a veces ha habido hasta dos trabajadores a la vez: uno sosteniendo el palo y otro mirando al horizonte–, excede al western y a la mismísima Reconquista, que fue rápida, incluso veloz, si se compara con este estrapalucio espacio temporal. 

Aun tiene más mérito esta dilación perpetua si se considera que Huesca tuvo en su día un vecino que llegó a ser secretario de Fomento, o de obras Públicas: el ministerio que se encarga de (por ese orden): cambiar su denominación y ejecutar estos enigmas autoviarios. Habría que estudiar si la aportación de este ilustre vecino consistió precisamente en acatar el designio quizá inconsciente de la ciudad aplazando sine die las obras; pero en ese caso la ciudad le debería un homenaje, aunque fuera freudiano.

Este retraso admirable constituye una epopeya similar o paralela a la gestión que logra que una vía férrea de alta velocidad impida la circulación de trenes de alta velocidad. 

Estos éxitos permanecen a la espera de sendas tesis doctorales que desvelen, en un futuro ya en realidad paralela, cómo pudieron conseguirse.