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“Hubo casos en que la Inquisición juzgó a brujas y las libró de la muerte; la justicia ordinaria las habría ahorcado”

El portal turístico de la comarca de Sobrarbe, en el Pirinero aragonés, ha publicado un Mapa de la Brujería en Sobrarbe elaborado por Ángel Gari (Huesca, 1944), antropólogo, experto en creencias, supersticiones y brujería. El mapa recoge una treintena de casos brujos y brujas de esta zona, con mucha información inédita hasta el momento.

¿Cuántos casos de brujería aparecen en el mapa interactivo que usted ha elaborado?

Aparecen 35 brujos y brujas que fueron juzgados por las tres justicias: la justicia ordinaria, que es la que persiguió brujas con mayor intensidad en Aragón; la Inquisición y la justicia episcopal, es decir, la justicia de los obispos. En Sobrarbe intervinieron las tres.

¿De qué época estamos hablando?

Nos situamos entre 1500 y 1700, los siglos XVI y XVII. Allí hubo 35 acusados, que habían actuado en 32 lugares de Sobrarbe y algunos más fuera de esta comarca.

¿Pudo haber más brujos y brujas a los que no se llegara a juzgar?

Sí, muchos más. Por hacernos una idea, en todo Aragón, la Inquisición condenó a 14 brujos a muerte, mientras que, con los datos que se disponen, sabemos que la justicia ordinaria condenó a al menos 110; tuvieron que ser más. Estamos hablando, por tanto, de un volumen importante. Pues bien, en la comarca de Sobrarbe, las condenas a muerte de la justicia ordinaria fueron 10; tuvo que haber muchos más porque en Sobrarbe hubo 13 desaforamientos. Un desaforamiento por delito de brujería es una especie de estado de excepción que privaba de los derechos forales, de protección. En esos casos, los brujos y brujas podían ser juzgados de forma aceleradísima, sin apelación; cuando se quería presentar una reclamación, ya habían sido juzgados. Hubo casos en que la Inquisición juzgó a brujas y las libró de la muerte; si las hubiera juzgado la justicia ordinaria, las habrían ahorcado.

¿Qué hacían exactamente estas personas a las que se acusaba de ser brujos o brujas?

Hay una gama muy amplia de delitos. En unos casos, se les acusa de dañar y matar animales y personas con rituales supuestamente mágicos; también, a veces, con venenos asociados a la magia. En otros casos, se les acusaba, como en el caso de Burriac, de curar a parejas que no podían consumar el acto sexual. O, por ejemplo, en otros casos, decían que tenían conjuros, pociones y rituales para evitar que las plagas de langosta actuaran en determinados campos de Sobrarbe. También, que tenían diablos familiares, pequeños diablos en forma de insectos, que los colocaban en los mangos de las hoces y así, podían conseguir trabajar con mayor eficacia y rapidez. En otros casos, por ejemplo, se les acusaba de causar la posesión demoniaca. También hay cuatro complicidades, con acusadas de participar en aquelarres, en reuniones de brujas supuestamente con el diablo. Hay dos de ellas que acudían a lugares de la vertiente francesa que tienen su origen en la Edad Media, que eran las Landas du Buc, las Eras de Tolosa y el Boc de Biterna. En Sobrarbe, hay otras dos complicidades con datos muy interesantes: concretamente, uno de los acusados es un cura, que es el primero en Aragón que es acusado de participar en aquelarres.

¿Había brujería especialmente en Sobrarbe o esto ocurría en todo el país?

Los desaforamientos y las medidas de la justicia ordinaria han sido más intensas en el Alto Aragón que en otras zonas de la comunidad, porque los derechos de este tipo de justicia se mantuvieron con más fuerza; incluso en Sobrarbe la Inquisición no intervino hasta el siglo XVII. Hubo actuaciones en bastantes lugares. El número de acusados en Sobrarbe es más o menos proporcional a lo que ocurre, por ejemplo, en la Jacetania o en Ribagorza. Lo que sí es diferente es que hay localizados más desaforamientos que en otras zonas y, en ellos, pudo haber muchísimas sentencias. Lo que pasa es que la documentación de la justicia local ha desaparecido, al estar en ayuntamientos o en archivos que se han ido perdiendo a lo largo del tiempo. Pero tuvo que haber muchísimas más. Además de los acusados, también es significativo que en la tradición oral en Sobrarbe se localizan 39 lugares donde se dice que se reunían las brujas. Es un número muy alto que, además, coincide con más intensidad en la zona del Alto Cinca, que es donde también hubo más persecuciones. De los lugares de la provincia, habría que destacar la zona de Tella, el macizo de Cotiella, el castillo de Boltaña y la zona de la sierra de Guara. Esos son los lugares donde hay más concentración en la tradición oral y, sin embargo, esos lugares no aparecen en la documentación histórica.

¿Hay alguna explicación de por qué en Sobrarbe hubo más cantidad de desaforamientos contra brujos y brujas?

Se pueden plantear hipótesis, pero la explicación, al no tener documentos en la mano, es difícil. Los desaforamientos fueron muy frecuentes: para situarnos, el primero de la Edad Moderna se promulga en el valle de Tena en el año 1525. Y, a continuación, en 1527, en Sobrarbe hay tres. Concretamente, hay una zona, el valle de Puértolas, donde desde 1527 a 1571 se promulgan cuatro desaforamientos, es decir, son dos generaciones sometidas a la persecución por el tema de las brujas en todos esos pueblos. La explicación es difícil, porque faltan datos. Lo que sí está claro es que en los pequeños pueblos hubo más número de brujas que en las poblaciones más grandes; también en la tradición oral.

¿Podría ser que hubiera menos vigilancia en los municipios pequeños?

No. Está vinculado al nivel de agresividad y a cómo se canaliza esa agresividad en esas sociedades cerradas. Además, la acusación a las brujas como víctimas propiciatorias ha sido más frecuente, porque tenían menos válvulas de escape que en otros sitios. Por otra parte, son lugares con tradiciones de persecución de brujas por la justicia, incluso por ajusticiamientos populares, que se produjeron en Aragón y en Cataluña en el siglo XIX, cuando ya no existía la persecución jurídica de brujas. Aquí, en Aragón, en la zona de Trasmoz, está el caso de la tía Casca; en el Pirineo, hay algún caso de testimonio oral del siglo XIX; también hay en Cataluña y en el Pirineo francés.

¿Durante cuánto tiempo se persiguió a brujos y brujas?

Las persecuciones más intensas fueron durante el siglo XVI y XVII. Luego, en el siglo XVIII, con la Ilustración, baja el nivel de persecución jurídica, pero tanto el pueblo como la Iglesia siguen atribuyendo daños importantes a los brujos y brujas. Por ejemplo, los manuales de los conjuros y exorcismos que utilizaba la Iglesia iban dirigidos a evitar las tormentas y las plagas, pero detrás de eso estaba la atribución a brujas y diablos de esos fenómenos. Luego, ya en el siglo XIX, va disminuyendo la persecución. Y en el XX, con los cambios sociales, experimenta un retroceso importante; la creencia en los casos de posesión y en la acción de las brujas para ocasionarlos se había reducido con el cambio social y cultural.

Entre los 35 brujos y brujas juzgados en Sobrarbe, ¿había más hombres o mujeres?

A lo largo de la historia, en general, el número de mujeres brujas ha sido muchísimo mayor que el de hombres brujos. La justicia ordinaria los ha perseguido en Aragón, Cataluña e incluso en la zona de País Vasco o en Francia, con más intensidad que la Inquisición. Aquí, en Aragón, la Inquisición juzga más hombres que mujeres en el siglo XVII, pero es debido a que las mujeres tenían menos movilidad social y eran juzgadas más rápidamente por la justicia ordinaria, mientras que los que huían de la justicia ordinaria, eran juzgados por la Inquisición, que podía mandar orden de detección en cualquier punto del territorio aragonés.

¿Había distinción entre hombres y mujeres brujos en los castigos?

En términos generales, no. Lo que pasa es que, al haber más mujeres brujas juzgadas por la justicia ordinaria, el número de ejecuciones es mucho mayor a mujeres que a hombres, porque las penas de la Inquisición aragonesa fueron muchísimo más suaves que las de la justicia ordinaria. Por hacernos una idea, la última pena de muerte por la Inquisición aragonesa fue en 1537, a un clérigo que practicaba la brujería; mientras que la justicia ordinaria continuó condenando a muerte en la Alta Ribagorza más tiempo.