Una mole de piedra vigila Huesca desde hace mil años. El castillo de Montearagón grita por su supervivencia desde hace décadas y ve ahora la luz gracias a dos factores económicos y turísticos. Por un lado, la inyección de 1,6 millones de euros desde el Gobierno central para acometer los primeros y necesarios trabajos de conservación y adecentamiento. Y por otro, reclama al Ejecutivo de Javier Lambán que lo incluya en la futura Ruta de los Panteones Reales junto a San Juan de la Peña, San Pedro el Viejo y Santa María de Sijena.
El deterioro de esta fortaleza del siglo XI es más que evidente. Calificado como Monumento Nacional desde 1931, las inclemencias del tiempo, el desgaste natural y los actos de vandalismo cercenan el encanto de esta emblemática construcción que se erige sobre un alto en la localidad de Quicena, a seis kilómetros. Pese a encontrarse abierto al público, el castillo carece de medidas de seguridad básicas e incluso se ha registrado la entrada de animales, asilvestrados o domésticos, que remarcan este abandono.
El Instituto de Patrimonio Cultural de España, que ha cedido la gestión al municipio, se encuentra ultimando un proyecto que debería estar concluido este verano para licitarse y, en un plazo optimista, comenzar con los trabajos con el nuevo año. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2017 registraron una partida de 1,4 millones completada con 200.000 euros más en los PGE de 2018. Esta inversión se enfocará hacia trabajos de consolidación del cerro donde se asienta el castillo; una medida que se juzga “prioritaria” para evitar deslizamientos de tierras como los que ya se han producido.
Sin embargo, en la localidad se espera que el plan contenga un apartado que garantice las visitas seguras para el público. El alcalde de Quicena, Javier Belenguer, lamenta que “nunca veremos un castillo de Montearagón reconstruido”. Belenguer aboga por la mejora de los accesos y de los aparcamientos y por la “evidencia” de que es necesario agua, luz y aseos. Las tareas de mejora incluyen el drenaje natural de la fortaleza para eliminar la humedad, el cerramiento del perímetro de la muralla y la colocación de una puerta.
Muchos años de maquillaje
La inversión en los últimos 20 años ha sido muy escasa, pues solo se han realizado mejoras en el tejado y el suelo de la abadía del castillo. Para Antonio Turmo, presidente de la Asociación de Amigos del Castillo de Montearagón, “lo primero que hay que abordar son los problemas geológicos del cerro sobre el que se levanta la fortaleza, ya que los movimientos de tierras pueden afectar a sus ruinas. Después será el momento de pensar en la estructura del castillo”.
Este mes se han cumplido 175 años desde que se trasladaron los restos del rey Alfonso I de Aragón, conocido como El Batallador, desde la fortaleza al monasterio de San Pedro el Viejo en Huesca, lo que adquiere tintes reivindicativos para que Montearagón sea una estación de paso de la Ruta de los Panteones Reales. El castillo también contuvo los restos de otro monarca aragonés, Sancho Ramírez, por lo que se juzga que las instituciones no tienen en cuenta la importancia histórica de esta edificación.
Hoy día no alberga restos reales, pero para Belenguer “no se puede abordar la historia con simplismo y hurtar el castillo y abadía de una promoción que merece”. El alcalde de Quicena equipara la situación con la de Quicena, pues ambos edificios albergaron los cuerpos de monarcas de la Casa Aragón. Sijena los perdió por los saqueos en la Guerra Civil y Montearagón, por la Desamortización de Mendizábal.
Opciones para un trazado turístico
El pasado 10 de junio se celebró una andada popular entre San Pedro y Montearagón, en un sentido inverso al del traslado de Alfonso I. También atravesó puntos emblemáticos que cabrían en una futura ruta turística como la Porteta de Huesca, que pertenecía al barrio de Montearagón, el monolito en memoria de Sancho Ramírez ubicado en el paseo Lucas Mallada o el acueducto romano.
Antonio Turmo recalca que es “de justicia” que el Gobierno aragonés incluya este castillo en la Ruta de Panteones Reales que anunció Javier Lambán a comienzos de año. “Se encuentra en la misma situación que Sijena porque ambos fueron panteones, pero por dos circunstancias no alojan restos reales. En el caso de Montearagón fue una exhumación ordenada en el siglo XIX y en el de Sijena, una destrucción intencionada dentro del contexto de la Guerra Civil”, explica.