¿Quiénes fueron aquellas mujeres? Unas lucen sonrientes, otras pensativas y serias, algunas juguetonas e incluso atrevidas. Todas miran al espectador del siglo XXI desde el pasado, en riguroso blanco y negro, y con la pose con la que querían que las recordasen familiares, amigos o, quién sabe, amores. El autor de las fotografías fue Manuel Coyne Buil (Zaragoza, 1900-1994), cuyo fondo se guarda en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, que es la institución que ahora se ha propuesto averiguar el nombre de aquellas damas zaragozanas de la primera mitad de la pasada centuria.
Manuel Coyne Buil pertenecía a una importante familia de fotógrafos afincados en Zaragoza desde finales del siglo XIX. Su padre, Ignacio Coyne Lapetra (1872-1912), fue uno de los pioneros del cine en España, aunque una muerte prematura interrumpió una prometedora actividad cinematográfica. A diferencia de su padre, Manuel se centró en el ámbito de la fotografía, si bien también rodó películas que hoy constituyen un importante testimonio de la vida social de la capital aragonesa.
Tras un azaroso periodo juvenil que le llevó a Barcelona, París, Bruselas y Ostende, en 1929 Coyne se instaló definitivamente en su ciudad natal, donde abrió un estudio y montó un laboratorio de color. En 1936, con el inicio de la Guerra Civil, se ofreció voluntario para fotografiar el frente; en esa faceta firma junto a Jalón Ángel el libro 'Forjadores del Imperio', una colección de retratos de las figuras más representativas del bando franquista. Ya en la posguerra, alcanza fama como retratista, y se implica en la vida cultural e institucional aragonesa.
Miles de retratos anónimos
Maite Iranzo, directora del Archivo Provincial, explica que la iniciativa 'Mujeres en busca de nombre' parte de una directriz marcada por la Dirección General de Cultura del Gobierno de Aragón para dar visibilidad a las mujeres presentes en los fondos de los centros documentales de la Comunidad.
“Las fotografías de Coyne suponen un fondo de difícil clasificación, hay miles de retratos y en la mayoría está sin documentar quién es la persona que aparece”, cuenta Iranzo. Así que unieron un objetivo y una necesidad, y se lanzaron a publicar los retratos en sus redes sociales confiando en que, en un momento en el que Twitter, Facebook e Instagram son más que nunca una ventana al exterior, alguien identificara a las misteriosas damas y les proporcionara alguna información.
La fortuna en la búsqueda, de momento, ha sido escasa. Tan solo una imagen ha encontrado una posible dueña, pues al voltearla, se ha podido leer escrito al margen el apellido López de Gera, lo que quizás la vincule a Miguel López de Gera, el que fuera alcalde durante la II República y, brevemente, tras el golpe militar de 1936. Entonces asumió el cargo de nuevo, pero acabó renunciando al poco por desacuerdos con la evolución política del régimen; aquella visión crítica le conducirían al destierro de la ciudad en 1942.
Por su nombre como profesional, posición social y situación de su estudio, en la céntrica calle Alfonso, cabe suponer que buena parte de las clientas de Coyne formaban parte de la burguesía zaragozana. Sobre esto también da pista la indumentaria de gala y las joyas de algunas de las inmortalizadas, si bien también se encuentran otras con ropa más discreta. Este es otro de los puntos de interés de esta colección: el reflejo de los estereotipos femeninos y las modas de la época.
Ciudadano Coyne
Bajo el lema 'Ciudadano Coyne', en un guiño a la inmortal cinta de Orson Welles, y durante todo el mes de abril, el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza también publica a través de su canal de YouTube las películas procedentes del archivo de Manuel Coyne.
Las cintas, que Iranzo califica como “una joya” documental, están realizadas en las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo y recogen diferentes acontecimientos sociales de la vida zaragozana: reportajes de fiestas populares, eventos deportivos, inauguraciones, crónicas de sociedad y hasta algún reportaje científico.
Así, ya pueden verse cortes como una de las primeras ofrendas de flores en las Fiestas del Pilar (cabe recordar que esta tradición, que puede parecer secular, comenzó en 1958); un partido de fútbol del Real Zaragoza de 1957, en el antiguo estadio de Torrero; o una carrera motociclista en el Parque Primo de Rivera (hoy José Antonio Labordeta).