Llega el verano y muchos municipios aragoneses ven como su población se duplica y triplica. Todas las poblaciones aprovechan el periodo estival para ofrecer alternativas de ocio y no hay localidad que no organice, además de las fiestas, semanas culturales y actividades lúdicas para todos los gustos. El calendario está lleno de fechas marcadas para disfrutar de todos estos actos hechos con pocos recursos y mucha imaginación. El verano, por tanto, no solo se llena de festivales mediáticos y multitudinarios. Pequeñas ideas marcan también la agenda y tienen un efecto multiplicador en el territorio. Una muestra de todo ello es el ejemplo de dos pequeñas localidades, Barrachina y El Pueyo de Araguás, que con escasos recursos han puesto en marcha este verano dos rutas con la poesía como protagonista. Dos iniciativas que tienen este minoritario género literario como motor que dé un impulso a la localidad y sirvan de recurso y complemento turístico para sus habitantes.
El Pueyo de Araguás apenas supera los 150 habitantes. Está situado a los pies de Peña Montañesa, en el Sobrarbe. Un pueblo idílico, de apenas dos calles y una plaza, a las puertas de uno de los principales atractivos turísticos de Aragón como es el Parque Nacional de Ordesa. Además de sus atractivos paisajes y tener en su término el monasterio de San Victorián, desde este verano se puede disfrutar de una serie de rutas poéticas en sus calles y con varios miradores. Las tres rutas planteadas invitan al silencio y la lectura sosegada de una selección de poemas de autores clásicos y otros del poeta aragonés Ánchel Conte y del periodista nativo de la localidad, Ramón Buetas. Poemas de amor, de la naturaleza, de la fugacidad de la vida… Neruda, Benedetti, Machado, Juan Ramón Jiménez, Jorge Manrique o Bécquer, entre otros, jalonan con sus versos distintos rincones del pueblo.
Esta actuación ha sido financiada por la Diputación Provincial de Huesca con un importe de 1.400,00 euros para un proyecto valorado en 2.697,09 para elaborar 15 placas, una para cada poema seleccionado: 8 en acero inoxidable y 7 en cerámica. La ejecución de los miradores, la colocación de los bancos y la mano de obra ha corrido a cargo del consistorio. Con esta iniciativa, el pueblo que presume de tener el aire más puro de España y uno de los más limpios del mundo quiere que a través de la lectura y el silencio se impulse este turismo que mucho tiene que ver con el movimiento slow.
La apuesta por la poesía como elemento dinamizador de pequeños municipios también se realiza al sur de El Pueyo de Araguás. A experiencias particulares con mucho arraigo como ocurre en lugares como Trasmoz, en Zaragoza, se añaden otras en la comarca del Jiloca, en la provincia de Teruel. Si el año pasado Burbáguena acogió un encuentro de verano de poesía, este año en Barrachina, con 113 habitantes, la poesía también sirve de hilo conductor para recuperar unos caminos abandonados que daban a viejas huertas y a las que se les apoderó la maleza. Barrachina acaba de abrir el Paseo de los Huertos, un sendero abierto con el empuje de la Asociación El Rebollo que ha desbrozado y aplanado un bucólico sendero que, según muchos lugareños, hacía casi 30 años que estaba inaccesible. A lo largo del recorrido, planteado también como espacio de sosiego y reflexión, se han instalado nueve casetas de madera hechas a partir de palets en las que el viandante encontrará diversos poemas. El autor elegido es Miguel Labordeta. Una charla sobre la vida de este poeta, uno de esos raros e imprescindibles del siglo XX, dio inicio a este paseo con el que se pretende dar un atractivo a una pequeña localidad turolense. Prácticamente todo el pueblo se ha volcado con esta iniciativa, que incluyó una lectura de poemas de este poeta aragonés.
No son las únicas localidades que tratan de integrar la poesía en sus paisajes urbanos, pero sí son de las más pequeñas. En los últimos años este interés por divulgar la lírica y hacerla parte de las calles empieza a ser habitual. Así, en localidades como Iznajar, en Córdoba, instaló el año pasado señales de tráfico que recitaban versos. En Aragón, la localidad de Fraga tiene incluso un Paseo de los Poetas y todos los años invita a un autor aragonés que recita versos y se coloca una placa con su nombre en el viario. Desde la constitución de esta original iniciativa muchos han sido quienes tiene su nombre inmortalizado en este paseo fragatino: Desde Antón Castro a Ángel Petisme o Ángel Guinda, pasando por Teresa Agustín, Mariano Esquillor, Antonio Fernández Molina, Carmen Serna, Francisco Carrasquer, Emilio Gastón, o Manuel Forega.