Monzón, una localidad eminentemente industrial, asiste con zozobra a la posibilidad de que una de sus empresas insignia, Ferroatlántica del Cinca, pierda a la mitad de sus trabajadores y se produzca el cierre de tres de los cuatro hornos. La antigua Hidro Nitro, que le cambió la cara a la comarca y de la que dependen cientos de personas directa o indirectamente, aparece en el centro de la diana de la multinacional Ferroglobe, participada en un 53% por el Grupo Villar Mir. Se anuncia un ERE con 63 despidos para una plantilla de 130 trabajadores al tiempo que el grupo empresarial ha pedido a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) una ayuda que estaría en torno a los 240 millones de euros.
Este movimiento se encuadra la búsqueda de liquidez y reducción de riesgos, para lo que la gran damnificada sería la planta de Monzón, dedicada a la fabricación de productos básicos de hierro, acero y ferroaleaciones. El secretario de la Unión Comarcal de UGT Monzón-Zona Oriental, Juan José Santisteve, lleva semanas en la primera línea de esta “pelea” y explica que los precios del sector están a la baja debido a la fuerte competencia del mercado chino en una industria, la metalurgia, que consume mucha energía. Además, las tarifas energéticas altas que posee España hacen que la industria de la metalurgia no sea competitiva, ni siquiera frente a otros países europeos.
La planta aporta “bastante empleo, industrial y cualificado” y “mucho valor añadido” a la comarca del Bajo Cinca. Por ello, el pasado Primero de Mayo suponía una oportunidad para comprobar in situ el apoyo que despierta la delicada situación de Ferroatlántica del Cinca. Y fue unánime. La manifestación convocada por los sindicatos Comisiones Obreras (CC OO) y UGT congregó a más de dos mil personas según los organizadores. Discurrió entre la planta de la antigua Hidro Nitro Española y la Plaza Mayor con una pancarta en la que podía leerse ‘No al ERE Ferroatlántica del Cinca. Monzón por su industria’.
El comité de empresa demanda al grupo Ferroglobe un “plan industrial e inversiones en la vieja fábrica porque es rentable”, explicó el presidente, Miguel Puyuelo. Los afectados se han reunido ya en varias ocasiones con la directiva de Ferroglobe sin avances significativos y con el aval de un respaldo unánime por parte de la localidad, la comarca y partidos políticos de signo opuesto. Rosario González, responsable de CC OO en la zona oriental, recordó que este ERE “no afecta solo a 63 trabajadores, sino a 63 familias que van a pasar una calamidad”. Juan José Santiesteve glosó que “un pueblo, una comarca, una provincia se unen para decirle a una multinacional como Ferroglobe que así no, la industria en Monzón tiene futuro y es urgente un plan de viabilidad”.
También se han reunido representantes de la empresa con el consejero de Industria, Competitividad y Desarrollo Empresarial del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, que les traslado el afán de que “se asegure la continuidad de la planta de Monzón y que haya las menos afecciones laborales posibles. La palabra mágica no es otra que la negociación de un plan industrial”.
Asimismo, solicitó la revisión del ERE planteado y la necesidad de acuerdos para sostener el futuro de una “planta insignia del sector industrial del metal aragonés”. A juicio del responsable de Industria, el plan debería ir en la línea de establecer medidas de ahorro contra los costes, la búsqueda de nuevos mercados contra la sobreproducción y el desarrollo de inversiones medioambientales y de eficiencia energética. “Lo que no puede ser es que sean siempre los trabajadores quienes tengan que pagar las restricciones de coste”, puntualizó.
Desde el Comité consideran que se está cometiendo un “genocidio industrial con Monzón” porque se trata de una planta que siempre ha dado beneficios, a excepción de las pérdidas generadas en 2020 a causa de la pandemia. En este sentido, califican de “imprescindible” un plan industrial para que no se vuelva a la situación actual si finalmente se produce el despido de los 63 trabajadores. “La planta en Monzón necesita una serie de inversiones que aseguren el futuro de la gente que se queda”, sostienen. Además, señalan que resulta “inevitable” que la planta acabe muriendo si no se invierte en ella cada cierto tiempo.