Eduardo Bayona presenta su tercera obra “Más de cien maneras de gastar menos con la luz, el gas y la gasolina”; un catálogo “de trucos domésticos para reducir el consumo energético y ahorrar en los hogares”.
¿De dónde le viene el alma de escritor que le ha llevado a publicar?
Bueno, uno lleva ya más de treinta años en el oficio de escribidor, y de observador y narrador en distintos formatos, ya sea en prensa, en radio, en televisión, en redes y en formatos de todo tipo como charlas y documentales. El libro solo es uno más de esos formatos en los que cuentas historias o reúnes y ofreces información del tipo que sea. En este caso, al oficio se le une la preocupación personal por los temas de consumo y por las situaciones que está generando la crisis energética, que me temo que este invierno va a hacer pasar malos ratos y apuros a bastante gente.
¿Cuántos libros ha escrito hasta el momento, y sus títulos?
Llevo escritos dos y pico. “El crimen de Fago” fue en 2008 el primero de los tres publicados hasta la fecha sobre el asesinato de Miguel Grima, que un año antes se había convertido en un tema de interés en todo el mundo. Ahora vuelvo con “Más de cien maneras de gastar menos con la luz, el gas y la gasolina” (disponible aquí), que es un catálogo de trucos domésticos para reducir el consumo energético y ahorrar en los hogares. Entre ellos está “Los que dejaron su tierra”, una aproximación al fenómeno de la despoblación que realizamos los periodistas de la edición aragonesa de ElDiario.es.
“Más de cien maneras de gastar menos con la luz, el gas y la gasolina” proporciona consejos y recomendaciones para que quienes lo lean puedan ahorrar ¿qué campos de la vida cotidiana aborda?
Se centra en el consumo de energía en los hogares, para los que las facturas de la electricidad han llegado a duplicarse en los dos últimos años, mientras las del gas y los hidrocarburos como la gasolina y el gasóleo se han disparado también de una manera extraordinaria. La causa principal en esas subidas, que resultan catastróficas para muchas economías familiares, está siendo la especulación, a la que en el caso de la electricidad se añaden un disparatado sistema de fijación de precios y otro demencial de tarificación.
¿Puede ser más concreto?
El libro se centra en ofrecer pautas y recomendaciones concretas para evitar las consecuencias de esa confluencia de despropósitos en los bolsillos, desde cómo mejorar la eficiencia de una nevera con cuatro acciones más sencillas que otra cosa hasta cómo aumentar el aislamiento térmico de una vivienda jugando con las persianas y las cortinas, pasando por los consumos ‘fantasma’, que se llevan hasta un 10% del gasto, o por los efectos de la presión de los neumáticos en el consumo de combustible. El espíritu está en la línea de ‘piensa global, actúa local’: modular los precios de la energía no está al alcance de las familias, pero ajustar su propio gasto, sí.
¿El libro tiene algún tipo de estructura para ser leído?
Arranca con la cocina, donde se consume la mitad de la energía eléctrica de una vivienda. Es curioso que más de un tercio de esa demanda de una casa se concentre en la refrigeración de los alimentos, en la nevera y el congelador. Luego viene un repaso del resto de los electrodomésticos desde la plancha hasta los ordenadores y las televisiones, con los que a menudo nos saltamos la pregunta del millón: ¿de verdad que hemos de hacernos el zumo con un aparato habiendo alternativas manuales?, ¿tanto cuesta tirar de escoba aunque haya aspiradoras? El tercer capítulo se centra en el confort térmico, en medidas para una calefacción y una ventilación eficientes, y el último en el coche y los combustibles.
¿De dónde nace la idea de escribir “Más de cien maneras de gastar menos con la luz, el gas y la gasolina”?
Viene de la preocupación por la crisis energética y por las consecuencias que está teniendo en los consumidores y en los hogares. No existía ningún libro que ofrezca este tipo de recomendaciones, y me decidí a hacerlo.
¿Cómo se compila la información para escribir un libro de consejos como el que acaba de publicar?
La mayor parte de la información procede de organismos públicos, como el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), la Dirección General de Tráfico (DGT), el Boletín Petrolífero de la UE o el Banco de España, a las que se añaden aportaciones de instituciones privadas de prestigio como el Real Automóvil Club de España (RACE) y de ‘think thanks’ como CaixaBank Research y también las de expertos con los que he ido contactando en los últimos meses.
¿Ha echado mano de la sabiduría popular para elaborar sus consejos?
No, para nada. Eso tiene algunos riesgos, y por eso entre otros motivos he optado por acudir a fuentes con credibilidad testada, aunque sí hay apuntes de técnicos ajenos al sistema académico.
¿A qué público va dirigido este libro?
El público es general, porque el ahorro y la eficiencia en el consumo de la energía nos afecta a todos; a todos y al planeta en el que vivimos, que no deja de ser nuestra casa y que requiere algunos cuidados en forma de menor dilapidación de recursos que no acabamos de darle. Sí es cierto que he optado por un cuerpo de letra alto para hacer el contenido más accesible a la gente de mayor edad, que está sufriendo de manera especialmente intensa la faceta energética de la inflación, y el alza de precios en general, por otro disparate como es el sistema de pensiones. ¿De verdad que alguien puede pintar un país avanzado cuando los ingresos de un tercio de los jubilados no supera el umbral de la pobreza?
¿Hay diferencia entre Eduardo Bayona como periodista y como escritor?
Es el mismo, lo que cambia es el formato. El trabajo es el mismo: curiosidad e interés por un tema, investigación de datos sobre el asunto, sistematización y estructuración de la información recopilada y plasmación con una narrativa accesible para un público lo más amplio posible.
¿Qué le aporta escribir libros?
Es una faceta más del periodismo, con un ritmo de elaboración más pausado que las noticias, pero que se elabora con herramientas similares como la indagación y el contraste. En casos como el de “Más de cien maneras de gastar menos con la luz, el gas y la gasolina” se le añade un factor de utilidad. Si sirve para que una familia reduzca su consumo doméstico de energía habrá valido la pena, y si son muchas ni te cuento lo reconfortante que puede ser.