Gloria Distefano es delegada sindical de CCOO Servicios Aragón y camarera de piso en el hotel Vincci Zaragoza Zentro, aunque su contrato, como en muchos casos, depende de una empresa externalizada, Hotelia. Cuando habla sobre sus condiciones laborales no dice nada bueno, es más, la palabra “esclavizante” se repite con asiduidad.
Las dos frases con las que ha terminado este miércoles, Día Internacional de la Mujer, su intervención en una mesa organizada por CCOO son clarificadoras: “No puedo decir nada bueno. No lo hay”. Antes ha dado los motivos que la llevan a esa conclusión. Y convencen: cobran 720 euros al mes (en el mejor de los casos); las avisan a las 10 de la noche, y por whtasapp, de que tienen que trabajar al día siguiente, y están obligadas a hacer 18 habitaciones diarias.
Ese es el panorama general, pero hay más: recibe amenazas de pagarla menos o ser despedida si no llega a la ratio establecida; si el hotel, por ejemplo, encuentra un pelo en una bañera, “además de la bronca que nos echan, nos la restan del sueldo”, por ello, muchos meses cobra menos de lo estipulado. Para más inri (se ríe con pena), debe dar gracias porque ella está fija: “A las extras siempre les dan 15 o 16 habitaciones, así no llegan al mínimo de 18 para cobrar todo el sueldo”.
El panorama de “Las Kellys” es desolador, pero no siempre fue así. Lo ha explicado Pepi García, secretaria general Sección Sindical Estatal de CCOO en Melia Hoteles, que lleva 37 años trabajando como camarera de piso en la cadena Meliá. Ha señalado que ella ha visto el progresivo deterioro, que tenían un camino recorrido, “gracias a la lucha”, que ahora se ha ido al traste. ¿Por qué?: “La reforma laboral ha arruinado la vida de las camareras de piso”, ha dicho con rotundidad.