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El agua une y vertebra los territorios de tal manera que forma parte de su naturaleza, de sus gentes e incluso del nombre con el que sus pueblos son conocidos. En Aragón hay muchos pueblos que llevan en su toponimía una referencia al agua, ya sea porque se vinculan a un rio, como sucede con el Cinca en Belver-Huesca, o los que a la vera del padre Ebro, lo entroncan como gentil apellido en pueblos como El Burgo o Nuez de Ebro.
Igualmente los ríos definen algunas comarcas de nuestra Comunidad, como las del Medio y Bajo Cinca, Alto Gállego, Bajo Martín, Jiloca o Matarraña. Son ríos caudalosos o de modestos flujos que las atraviesan, bordean y nombran.
Los ríos, canales, acequias y pantanos forman un todo con Aragón, no importa la comarca, pueblo o ciudad. Todos, como sus habitantes, dependen para sobrevivir del agua, esa indispensable riqueza que da vida, riega los campos, pone en marcha las industrias, sacia la sed de sus habitantes y a veces se desborda anegando los secos campos de la Tierra Noble .
El agua forma un binomio inseparable con los territorios por donde discurre, influye para bien y para mal -en más ocasiones de las que nos gustaría- en nuestra política, cultura, folklore e incluso en nuestras tradiciones.
En Aragón, tierra seca y de secano, de huertas, desiertos y regadíos, siempre consideramos al Ebro como un totem al que encomendarse, una especie de fuerza telúrica que unas veces nos daba y otras nos quitaba vidas y hacienda, cómo no respetarlo.
¡Que nos nos toquen el agua!, decíamos hace ya demasiados años cuando nos manifestábamos por todo Aragón o caminábamos hasta Bruselas contra el trasvase del Ebro o el Plan Hidrológico Nacional.
¡Que no vengan a hacer más pantanos! Que aún nos duelen las heridas, los juicios y multas, las expulsiones, las expropiaciones, las amenazas y el desarraigo de Yesa, Jánovas, Santaliestra, Artieda, Los Fayos, Mularroya o Biscarrués.
Que no nos cuenten otra vez que la montaña tiene que dar de beber al llano, viéndola cada día más vacía y sus pueblos habitados sólo por ancianos.
Que no reclamen más agua para ampliar estaciones de esquí, ahora que sabemos que el cambio climatíco contribuye a que suban las temperaturas en invierno y a que cada vez nieve a nivel más alto en el Pirineo. Qué locura usar cañones de nieve para cubrir sus pistas de nieve artificial.
Bendito folklore que contaba nuestros anhelos por el agua y las luchas por defender nuestros rios y nuestra tierra. ¿Quién no recuerda a La Bullonera cantando el Hasta aquí hemos llegado? ¿Cuantas veces habremos cantado la Habanera triste de La Ronda de Boltaña, emocionados hasta las lágrimas recordando a Jánovas y los pueblos del Pirineo perdidos bajo las aguas de los pantanos?
Hoy vuelve la preocupación a Aragón, la tierra que nos cobija, la que amamos, la de los paisajes duros como el granito, la de los verdes bosques, la de los ríos y montañas, la nuestra, que vuelve a estar amenazada. El Gobierno central prepara una revisión del Plan Hidrológico Nacional que “abriría de nuevo la puerta a transferencias de recursos hidráulicos entre ámbitos territoriales de distintos planes hidrológicos de cuenca”, dicho de otra manera, lo que todos conocemos como trasvases.
El ministerio aspira a poner en marcha el Pacto Nacional por el Agua, donde se incluye entre otras peticiones “la atención de las demandas en las cuencas más deficitarias del país”.
Ahí está nuevamente la amenaza trasvasista, y como se hace con el ICA, el nuevo impuesto del Gobierno de Aragón por la contaminación de las aguas, apelando a la solidaridad y a la falta de agua, esa de la que también tenemos déficit en Aragón. Solo se necesita mirar nuestros pantanos y ríos ahora que es otoño, antes estación lluviosa y ahora seca, para comprobar a qué niveles están.
Y es que no nos dejan ni tomar aire. Andamos enfrascados en una campaña contra el cobro del ICA, un nuevo impuesto que nos obliga a los y las zaragozanas a pagar doblemente por la depuración de nuestras aguas y con el que pretenden tapar el agueero económico por la mala gestión del Gobierno de Aragón en el Instituto Aragónes del Agua, y ya nos amenazan con otro frente, el de los trasvases.
Vamos a necesitar muchas manos, muchas voces y muchos hombros para empujar contra tantos molinos que convertidos en amenazantes fieras amagan otra vez con arrebatarnos lo que más queremos y necesitamos en la Tierra Noble, el agua.
El agua une y vertebra los territorios de tal manera que forma parte de su naturaleza, de sus gentes e incluso del nombre con el que sus pueblos son conocidos. En Aragón hay muchos pueblos que llevan en su toponimía una referencia al agua, ya sea porque se vinculan a un rio, como sucede con el Cinca en Belver-Huesca, o los que a la vera del padre Ebro, lo entroncan como gentil apellido en pueblos como El Burgo o Nuez de Ebro.
Igualmente los ríos definen algunas comarcas de nuestra Comunidad, como las del Medio y Bajo Cinca, Alto Gállego, Bajo Martín, Jiloca o Matarraña. Son ríos caudalosos o de modestos flujos que las atraviesan, bordean y nombran.