El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
El día de las elecciones generales, Vox lanzó un agresivo tweet en el que comparaba a Santiago Abascal con un protagonista de la película El Señor de los Anillos, enfrentado no a orcos, sino al feminismo, a diversos medios de comunicación, al movimiento LGTBI, etc. En el texto decía que empezaba la batalla por España. Una imagen que sintetiza su modo de entender la política: yo contra todos.
No suelo responder a tweets de otros partidos, pero en este caso hice una excepción y repliqué. Abascal olvidaba un detalle importante: todo aquello que quería destruir también es España.
A veces se nos olvida que un país de 46 millones de personas no puede pensar de forma homogénea; no puede sentir de forma igual los colores, la historia o la identidad; tampoco desear lo mismo en materia de educación o sanidad; y, por supuesto, es imposible tener un mismo concepto de la economía y el sistema fiscal
Weltsicht, dicen en alemán. Forma de ver el mundo. Cada persona, dependiendo de su clase social, educación, experiencias… tiene una forma particular de ver el mundo (y España). Cuando miles o millones de personas comparten ciertos puntos básicos de este Weltsicht, pueden votar a un partido que represente estos pensamientos y opiniones. Pero nunca hay que olvidar que hay otras personas que piensan diferente; incluso si sólo una persona pensara diferente al resto, debe ser respetada. Se podrán debatir sus ideas en el parlamento, pero jamás desear su desaparición, como hoy pide Vox.
Albert Rivera dijo en uno de los debates que quería ser el presidente del 95 % de los españoles, porque ese otro 5 % de personas quieren la independencia de Cataluña. Creo que es un error político profundo, que demuestra que en realidad es un político de clase, que sólo quiere gobernar para los suyos. Igual que Vox, que quiere acabar con media España para “recuperar España”. Igual que hizo el PP en el momento más duro de la crisis, que dejó en la estacada a los más vulnerables, mientras las empresas del IBEX obtenían beneficios.
Esta semana, Podemos-Equo ha presentado su candidatura para las elecciones autonómicas y su lema de Campaña: “Aragón, contigo”. Más allá de los debates en redes sobre su originalidad (en 2019 es casi imposible ser realmente original en un lema de campaña), es importante decir que en ese contigo están todas las personas que viven en Aragón. Todas. Podemos Aragón aspira a gobernar para todo el mundo, no va contra nadie.
Queremos gobernar incluso para aquellos que nos odian y desprecian. Nosotros no tenemos enemigos; tenemos adversarios políticos. Es bien diferente. ¿Eres un señor de 60 años y crees que la mujer debería estar en casa? También defenderemos tu pensión. ¿Crees que hay demasiados inmigrantes y que colapsan la sanidad y se llevan las ayudas al alquiler? Demostraremos que no es así, al tiempo que defenderemos unos servicios públicos de calidad, para que los uses. ¿Crees que la culpa del empleo precario es de la izquierda? Lucharemos contra la uberización de la economía, para que tú también tengas un trabajo digno.
Frente a los bulos, datos contrastados. Frente a los gritos, serenidad. Frente a la división artificial, la búsqueda de lo que nos une: el deseo de una vida digna para nosotras y nuestras hijas e hijos.
Como cantaba Víctor Manuel, “aquí cabemos todos o no cabe ni dios”.
El día de las elecciones generales, Vox lanzó un agresivo tweet en el que comparaba a Santiago Abascal con un protagonista de la película El Señor de los Anillos, enfrentado no a orcos, sino al feminismo, a diversos medios de comunicación, al movimiento LGTBI, etc. En el texto decía que empezaba la batalla por España. Una imagen que sintetiza su modo de entender la política: yo contra todos.
No suelo responder a tweets de otros partidos, pero en este caso hice una excepción y repliqué. Abascal olvidaba un detalle importante: todo aquello que quería destruir también es España.