El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, dicen. Pero no dura mucho tiempo. Se suele acabar descubriendo que sigue siendo una mentira. Y también hay quienes nunca caen en la trampa, porque conocen de primera mano la realidad.
Se nos ha dicho que la emergencia social ha terminado, que la crisis ya pasó, que ahora hay que vivir de otra manera; nada de trabajos para toda la vida o pisos donde poder formar una familia. Se estilan los minijobs, los pisos compartidos y mejor quedarse el sábado en casa, que fuera refresca.
Pero no es del todo así. La cruda realidad es que el trabajo es muy precario, que los sueldos de miseria no llegan a mitad de mes y que la vivienda digna es un lujo que cada vez menos se pueden permitir.
Esta semana hemos visto un ejemplo de este problema. Rosa iba a ser desahuciada. En su día pagó 178.000 euros por un tercero sin ascensor en Zaragoza; además, el banco le coló el índice IRPH, un índice abusivo que, en teoría, ha desaparecido. Ya vemos que no, que Rosa pagaba al mes 300 euros más porque el banco no le dio toda la información. Por cierto, la hipoteca está firmada con Kutxabank, cuyo presidente se llama Gregorio Villalabeitia, cobra 800.000 euros al año y en 2016 se negó a comparecer en el Parlamento Vasco para explicar por qué su entidad seguía aplicando el IRPH, pese a que Europa ordenó suprimirlo en 2009.
Es un caso, pero hay muchos más. El año pasado, sólo en Aragón fueron desahuciadas 1.500 familias. Cuatro desahucios cada día. Pero la crisis ha terminado.
La mayor parte fueron de personas que vivían de alquiler, ya que ahora es más complicado lograr una hipoteca. Un alquiler que no cesa de subir, que en 2018 aumentó un 7%, obligando a personas a vivir en los trasteros. Pero ya no hay emergencia social.
En toda España, 37.000 familias fueron expulsadas de sus casas por no poder pagar el alquiler, la cifra más alta desde 2013. Cien desahucios al día. Pero ya hemos remontado, dicen.
Las cifras de desahucios y no los lazos amarillos, sí rompen España.
Mientras, el Gobierno de Aragón ha tardado 4 años en traer una Ley de Vivienda que nace muerta porque no hay tiempo para tramitarla. Sí se dio prisa, en cambio, en modificar el impuesto de sucesiones para que unos pocos pagaran mucho menos al recibir herencias millonarias. Aragón ya ha perdido 40 millones de euros a causa de esta modificación. ¿Cuántos ayudas al alquiler se podrían dar con ese dinero? ¿Cuántos desahucios se podrían evitar?
Al mismo tiempo que Rosa veía los furgones de policía bajo su casa, yo presentaba en nombre de Podemos Aragón las enmiendas a la ley de Vivienda. Sabemos que no sirve de mucho, pero queremos que sean el germen de una futura ley que realmente garantice el derecho a una vivienda digna. Un derecho recogido en la Constitución Española, esa que algunos utilizan a su antojo, y deciden qué artículos son importantes y cuáles deben ir a la basura.
Una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Pero el día en que este artículo se publique habrá 100 desahucios en España.
Una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, dicen. Pero no dura mucho tiempo. Se suele acabar descubriendo que sigue siendo una mentira. Y también hay quienes nunca caen en la trampa, porque conocen de primera mano la realidad.
Se nos ha dicho que la emergencia social ha terminado, que la crisis ya pasó, que ahora hay que vivir de otra manera; nada de trabajos para toda la vida o pisos donde poder formar una familia. Se estilan los minijobs, los pisos compartidos y mejor quedarse el sábado en casa, que fuera refresca.