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Unas cuantas jornadas de reflexión

María Galindo

Portavoz del Consejo Ciudadano de Podemos Teruel —

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La jornada de reflexión oficial fue sólo un sábado y parece que, quizás por la brevedad, las conclusiones a las que se llegaron no son suficientemente satisfactorias. Así que seguiremos reflexionando unas cuantas jornadas más. Aprovechemos la tranquilidad del verano y sigamos pensando en aciertos y errores. Sabiendo que tan importante es continuar con los primeros como encontrar los segundos.

¿Fue la complacencia avivada por las encuestas más erradas de la historia de nuestra corta democracia lo que dejó a la gente en casa? ¿Fue la polarización y el miedo, refrescado por el Brexit, lo que inclinó la balanza hacia la opción más reaccionaria? ¿Fue la animadversión de las militancias de los grupos de la confluencia lo que nos mermó? No creo que sea ninguna y a la vez son todas y tantas otras que se nos irán ocurriendo.

También hubo quienes se hallaron confundidos ante una confluencia que mezcló transversalidad con pastiche y ante el refuerzo de las identidades que pretendían construir algo sólido en lugar de dar paso a esa política líquida y transformadora de la que partimos hace dos años. Debemos construir algo fluido y completamente flexible que no permita que jamás seamos la muleta de un modelo que pretendemos eliminar. En la búsqueda de esa hegemonía, que nunca podrá imitar a la imperante si queremos que triunfe, no vamos a recuperar nada, ni emular a nadie, ni a reconstruir un pasado tan utópico como inservible. Lo que debemos hacer ahora es seguir creando nuevos espacios políticos, nuevas formas de expresión y nuevas maneras de seducción y participación.

Y recordemos que una pequeña derrota no invalida la propuesta, recordemos que esperábamos resetear el sistema, no cambiar su cabeza, y para esto hace falta mucho, muchísimo más que ganar a la primera los espacios representativos de nuestras envejecidas instituciones. Una gran parte de nuestro electorado está tremendamente enfadado con los gobernantes, pero parece que le cuesta ver qué es lo que pudre a estos gobernantes y tampoco tiene claro cómo evitarlo. Muchos que nos votaron esperaban no volver a implicarse en un modelo alternativo más allá de las votaciones del domingo y ahí es donde reside el verdadero peligro. La democracia no es un partido de fútbol. Sin embargo, no os equivoquéis, que “la culpa” no es de ningún electorado sino del fallo de las propuestas y el panorama que dispusimos en la mesa.

Para realmente tener un camino hacia el cambio hemos de crear herramientas de participación, sin ellas los votantes no pueden tener ningún interés en hacer más allá de dedicar un domingo a votar cada cuatro años. Y esos representantes a los que damos carta blanca, a la vez que criticamos fervientemente, están perdidos en instituciones enemigas de cualquier cambio. Ya que éstas fueron diseñadas para la calma menos plácida mientras los que se arrogan el papel de la lucha deciden conscientemente dejarlas de lado y despreciarlas por su falta de pureza, en vez de desearlas por su potencial de acción.

Una de las lecciones que vamos a obtener en las largas jornadas de reflexión que nos esperan tras los pasados comicios es que no hemos llegado aún al final, ni estamos en el punto de partida, nos hallamos a mitad camino de un proyecto cuya importancia y transcendencia dependerá de la capacidad que tengamos para engordarlo con el mayor número de espíritus posibles que formen, sin embargo, una sola mayoría en el momento justo.

La jornada de reflexión oficial fue sólo un sábado y parece que, quizás por la brevedad, las conclusiones a las que se llegaron no son suficientemente satisfactorias. Así que seguiremos reflexionando unas cuantas jornadas más. Aprovechemos la tranquilidad del verano y sigamos pensando en aciertos y errores. Sabiendo que tan importante es continuar con los primeros como encontrar los segundos.

¿Fue la complacencia avivada por las encuestas más erradas de la historia de nuestra corta democracia lo que dejó a la gente en casa? ¿Fue la polarización y el miedo, refrescado por el Brexit, lo que inclinó la balanza hacia la opción más reaccionaria? ¿Fue la animadversión de las militancias de los grupos de la confluencia lo que nos mermó? No creo que sea ninguna y a la vez son todas y tantas otras que se nos irán ocurriendo.