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Ni presiones ni chantajes

Susana Sumelzo Jordán

Diputada del PSOE por Zaragoza en el Congreso de los Diputados —

Vivimos unos tiempos en política que, por novedosos, nos resultan inciertos. La pluralidad emanada de las urnas y la presencia de nuevos actores políticos no tiene por qué hacernos perder la perspectiva ni, mucho menos, la cordura. Los tiempos son los tiempos y las negociaciones necesarias requieren de sensatez, temple, más discreción y menos televisión y mucho, mucho, sentido de Estado.

No quiero reiterar lo que ya se ha dicho por activa y por pasiva, pero sí quiero condenar las presiones que de un lado y de otro hacen lo posible por dirigir el rumbo de unas negociaciones que exigen una elevada capacidad política. Por tanto, el PSOE no aceptará chantajes de quienes se erigen de forma soberbia como la voz de la gente y anteponen sorprendentemente los cargos y los ministerios a las políticas sociales y reformistas que nos pondrían de acuerdo rápidamente.

Pero a este chantaje se añade una presión inaceptable por parte de quienes se sirven de encuestas cocinadas, titulares alarmistas e incluso supuestas investigaciones pseudoperiodísticas que solo pretenden alarmar y crear un estado de opinión desfavorable ante un posible cambio de rumbo político. Si indignante es que quien quiere negociar pone condiciones y trata de humillar a su interlocutor, más indignante es que quiera participar en política quien no hace uso de las más elementales herramientas democráticas. Ningún socialista va a aceptar eso. Tenemos responsabilidad y sentido de Estado, y ninguna tribuna podrá cuestionar ambas atribuciones jamás.

Tampoco acepto que los padres de la troika traten de imponer el modelo que a ellos les resultaría más favorable. Los españoles votaron y de su decisión salió un resultado que exige pactos y acuerdos, algunos complejos pero que, en cualquier caso, merecen el mayor de los respetos. Por eso es inconcebible que quienes impusieron una agenda de recortes y cometieron errores que dañaron especialmente a los países del sur, nos digan cómo y cuál debe ser la solución. Que sean ellos quienes hablen de inestabilidad o hablen de “riesgo político” o de “vulnerabilidad”. Yo, la única vulnerabilidad que conozco es la de miles de familias que tienen graves problemas y que están pagando una crisis que ellos no provocaron.

Hace solo diez días, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pedía que España estuviera “a la altura”. Le faltó decir a la altura de qué. Y esos mensajes catastrofistas han seguido cayendo como lluvia fina. Afortunadamente, han sido matizados por su propio portavoz, Schinas Margaritis, quien pide tiempo y que “el proceso constitucional se finalice” antes de emitir cualquier informe sobre la situación económica de España.

No me gusta que quien no ha sido elegido por los ciudadanos imponga un modelo concreto. No me gusta que se trate de atemorizar en un momento en el que todos debemos mostrarnos serenos y hacer lo posible por traer un cambio político tan necesario como imprescindible.

Vivimos unos tiempos en política que, por novedosos, nos resultan inciertos. La pluralidad emanada de las urnas y la presencia de nuevos actores políticos no tiene por qué hacernos perder la perspectiva ni, mucho menos, la cordura. Los tiempos son los tiempos y las negociaciones necesarias requieren de sensatez, temple, más discreción y menos televisión y mucho, mucho, sentido de Estado.

No quiero reiterar lo que ya se ha dicho por activa y por pasiva, pero sí quiero condenar las presiones que de un lado y de otro hacen lo posible por dirigir el rumbo de unas negociaciones que exigen una elevada capacidad política. Por tanto, el PSOE no aceptará chantajes de quienes se erigen de forma soberbia como la voz de la gente y anteponen sorprendentemente los cargos y los ministerios a las políticas sociales y reformistas que nos pondrían de acuerdo rápidamente.