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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

El Ebro ha cambiado y nadie se ha enterado

Pueblos y barrios desalojados, campos y granjas anegados, abundantes destrozos en infraestructuras y la quinta ciudad de España pendiente de unas aguas entrometidas en los terrenos de la Expo del agua, cuyas secuelas han dejado también garajes inundados en el casco urbano y una dosis de gran expectación poco frecuente en la metrópoli aragonesa.

En Zaragoza, ciudad sede de la oficina del agua de Naciones Unidas, y de la propia CHE, se ha dado ejemplo de cómo manejar una situación casi sobre la marcha, a medida que el aluvión iba acercándose a las zonas más vulnerables. Afortunadamente no se han producido daños personales, pero la errática gestión de datos otras veces tan precisos y, sobre todo, la inacción sobre el cauce, la acción sobre las motas a medida que iba llegando el agua y la nula inversión han llevado a los ciudadanos a un asombro por lo nunca visto: el Ebro ha cambiado y nadie se ha enterado.

Muchísima agua que regular, un enorme tramo de kilómetros sin limpiar y la bravura de las precipitaciones han puesto el agua al cuello al también anunciado candidato a la alcaldía de Zaragoza por el Partido Aragonés (PAR), Xavier de Pedro. Muy cerca están las elecciones de mayo y aún queda mucha nieve en el Pirineo. Flaco favor le ha hecho esta riada al candidato, cuyo socio de gobierno, el Partido Popular, envía al Ministro del Interior al día siguiente cuando las aguas vuelven a su cauce, y siempre es una frase enigmática la de estudiar subvenciones a los damnificados o convertir la zona en lugar catastrófico.

Ayer, el secretario de Estado de Medio Ambiente vino a prometer ayudas por los daños, un anuncio necesario pero insuficiente para aplacar los ánimos de unos ciudadanos en vilo por una riada muy seria causada por las lluvias y por la falta de planificación. Y algunos seguirán creyendo que esto se soluciona con un trasvase. Será de neuronas.

Pueblos y barrios desalojados, campos y granjas anegados, abundantes destrozos en infraestructuras y la quinta ciudad de España pendiente de unas aguas entrometidas en los terrenos de la Expo del agua, cuyas secuelas han dejado también garajes inundados en el casco urbano y una dosis de gran expectación poco frecuente en la metrópoli aragonesa.

En Zaragoza, ciudad sede de la oficina del agua de Naciones Unidas, y de la propia CHE, se ha dado ejemplo de cómo manejar una situación casi sobre la marcha, a medida que el aluvión iba acercándose a las zonas más vulnerables. Afortunadamente no se han producido daños personales, pero la errática gestión de datos otras veces tan precisos y, sobre todo, la inacción sobre el cauce, la acción sobre las motas a medida que iba llegando el agua y la nula inversión han llevado a los ciudadanos a un asombro por lo nunca visto: el Ebro ha cambiado y nadie se ha enterado.