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Entrecabritos, una ganadería turolense que pide auxilio: “Sin apoyo institucional, no hay premio que valga”

Marta Marín, dueña de Entrecabritos

María Bosque Senero

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Marta Martín tiene 42 años. Hace dos años decidió dejar Zaragoza y volver a casa. Ahora está al frente de su propia ganadería de caprino, en Torralba de los Sisones (Teruel) y su empresa Entrecabritos ha sigo galardonada con el premio nacional Sostenibles por Naturaleza. El premio pone en valor su vuelta al territorio, la conservación del mismo, el pastoreo como medida antiincendios y la recuperación de raza caprina. Ella denuncia que la lentitud de la burocracia pone en peligro la subsistencia de empresas como la suya, y pide que se tengan en cuenta las necesidades reales de los ganaderos para no tener que decir adiós a mas explotaciones. 

Son las siete de la tarde en Torralba de los Sisones, una localidad del Jiloca, en la provincia de Teruel, con poco más de 150 habitantes; dependiendo de la época del año. Marta Martín está a punto de salir con sus cabras por el monte. Tiene 500 cabezas. El calor va remitiendo, y el inicio de la caída del sol es el mejor momento para todas. Las cabras comen las hierbas que van encontrando a su paso. “Tienen más suerte que las ovejas”, confiesa Marta, porque las cabras siempre encuentran algo de pasto, a pesar de la sequía, mientras que los ganaderos de ovejas “se están viendo con el agua al cuello, comprando comida para alimentarlas casi a diario”, añade. 

En el año 2021, cansada de trabajar en oficinas y como teleoperadora, Marta Martín decidió volver a Torralba, de donde se había marchado hacía más de una década para estudiar en Zaragoza. Allí se quedó a vivir y a trabajar, y conoció a su pareja, Óscar. La madre de Marta había continuado la saga familiar y se había encargado del ganado los últimos años, pero ahora se jubilaba. Gracias a una oportunidad, habían vendido el ganado, pero las tierras de la familia, las naves y la maquinaria se quedarían paradas. Marta lo pensó, habló con su pareja; urbanita nacido en la capital, y decidieron abandonar sus trabajos y su vida en Zaragoza para comenzar de nuevo en Torralba de los Sisones. Pusieron en marcha una ganadería de caprino en extensivo. “Empecé con 60 cabras, ahora tenemos 500 cabezas”, explica Marta. La explotación es ecológica y, por lo tanto, las tierras que tiene para pastos también están cultivados en la misma línea. “Tengo algo más de 50 hectáreas de alfalfa, y en el resto, hasta llegar a 60 hectáreas, producimos cebada y avena, todo en ecológico,” apunta la ganadera que confiesa: “sin las tierras, las naves y la maquinaria que ya tenía mi familia, me hubiera resultado imposible poner en marcha mi idea de negocio”. Porque empezar de cero en el campo hoy en día “es inviable”, añade Marta Martín. 

Aportar valor a la ganadería y al territorio: una idea premiada

Cuando Marta Martín se propuso volver a Torralba de los Sisones, su idea no era solo criar cabras, sino aportar valor añadido a su ganadería y al sector primario a través de otras dos vías complementarias a la cría de animales: preparar y cocinar a baja temperatura de carne de sus cabritos para ofrecerla al comprador final, y mostrar a los visitantes de la zona cómo es el día a día de una ganadera y de sus animales. Así nació Entrecabritos, que se abrió al mundo a través de sus redes sociales y de una página web en la que explica el porqué de este emprendimiento y las experiencias que ofrece. “Tenía claro que necesitaba darme a conocer, y que las nuevas tecnologías son una forma de llegar desde el rural a cualquier parte del mundo”, explica la ganadera, que ha realizado una importante inversión en esta parte de su proyecto. 

La venta de carne de cabrito es muy estacional “hay un pico muy bueno en Navidad, pero el resto del año es duro”, asegura la emprendedora, que está estudiando cómo sacar su carne a la venta en el mercado exterior. Por eso, además de la carne, Entrecabirtos ofrece tres experiencias. Una de ellas es la visita a la laguna de Gallocanta. “Esta ruta la hace Carmina, ella es experta en esto y decidimos darnos la mano en este sentido porque yo tengo página web y ella tiene clientes, y a la inversa, así que ambas nos ayudamos”. Otra de las experiencias consiste en degustar cabrito lechal al horno, preparado por Marta y servido en el monte, “esta es una experiencia que gusta mucho, no solo por lo sabrosa que les resulta la carne a los visitantes, sino por el entorno privilegiado del que disfrutan: lejos del ruido y del estrés”, explica la emprendedora. 

Aunque, sin duda, la experiencia que más le gusta a la propia Marta es la de pasar un día pastoreando. La mayor parte de la gente que la elige son personas que viven en ciudades y tienen escaso contacto con el mundo animal. Aunque también hay quienes lo han vivido en su niñez y vuelven para recordarlo, “estos últimos son los que más la disfrutan”, asegura Marta, que confiesa que en este tiempo se ha encontrado de todo “una vez un grupo de adolescentes se pusieron a llorar porque los cabritillos se acercaban a chuparles: hay gente que no entiende que para ellos todo lo que entra en el espacio de las cabras es susceptible de ser juguete o comida”, cuenta Marta con una sonrisa. En la visita los acompañantes hacen lo que toca ese día: limpiar, ver parir a las cabras, dar biberones a los animales, o sacarlos al monte. Aunque Marta siempre pone por delante las necesidades de sus cabras “lo primero son ellas, que su comida esté preparada, que estén limpias, y si alguien las molesta, se queda fuera, el respeto a mis animales es fundamental”, aclara la ganadera. 

El proyecto al completo, que se materializó bajo el nombre Entrecabritos, ha recibido el premio nacional `Sostenibles por naturaleza´, en la sección de Cambio Climático y Suelo, entregados por UPA y Syngenta. El jurado de los premios ha destacado que Entrecabritos es “un proyecto muy completo, en cuanto a que se trata de una explotación mixta, recupera razas, ayuda a la limpieza y el cuidado del monte, recupera e incentiva el consumo del cabrito, genera liderazgo, y fomenta la sostenibilidad en una localidad pequeña y en una zona fuertemente despoblada, favoreciendo su recuperación”.

Sin apoyo de la administración, no hay premio que valga

La idea de Entrecabritos es tan buena sobre el papel que hasta la premian. La realidad, sin embargo, es bien distinta. Marta Martín ha tenido que cambiar las ruedas del tractor, lo que le ha supuesto un desembolso de 1.500 euros que, esta vez, le ha prestado su madre. “No me avergüenza reconocerlo, porque mi realidad es la misma que están viviendo otros ganaderos y ganaderas, tenemos tanta ilusión como apretada está la soga que llevamos al cuello”, confiesa la ganadera. 

“Me siento feliz por el reconocimiento, y por el premio, pero me premian por fomentar la sostenibilidad, por recuperar la ganadería, por volver a una zona despoblada, y ¿dónde están las ayudas que por ley me pertenecen para que pueda seguir aquí haciendo todo aquello por lo que me han premiado?”, denuncia la ganadera turolense. 

Y es que, a la incertidumbre propia del sector primario se suman: la sequía de este año y, según explica Marta Martín, “la falta de respeto por parte de las administraciones públicas”. Desde su incorporación como ganadera en el año 2021, todavía no sabe cuántos derechos le pertenecen a su explotación en la asignación de derechos de régimen de pago básico de la Política Agraria Común -PAC- “por eso no he cobrado la parte correspondiente al año 2021 y tampoco la del año 2022”, denuncia Martín, y añade “quien se dedica al campo sabe lo necesarias que son estas partidas económicas, y más cuando estás empezando”. 

La explotación de Marta es ganadería ecológica, es decir, se trabaja con criterios de respeto al medio ambiente, al bienestar animal y sin emplear sustancias químicas de síntesis. Para certificar esta producción es necesario contar con el beneplácito del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica, pero, en el caso de Marta la tramitación está siendo “lenta y farragosa” apunta la ganadera, que asegura haber “pagado religiosamente las cuotas exigidas” y sin embargo no ha obtenido “ni la certificación ni respuesta sobre por qué no está aprobada todavía”. Existía un problema de papeleo, “un error en una finca que se solucionó cambiando un papel”, cuenta. El fallo se subsanó “después de un año y medio muchas llamadas por mi parte, porque el organismo nunca me notificó cuál era el error para poder corregirlo”, critica la ganadera. A día de hoy, la documentación rectificada está en manos del departamento correspondiente en la DGA “y nosotros seguimos a la espera de respuesta”, denuncia la propietaria de Entrecabritos. 

“Entendemos que la burocracia es lenta, pero se trata de la vida de personas como yo, que nos arriesgamos, que volvemos al campo para darle una oportunidad, pero la administración nos da la espalda. Me siendo impotente. Los pagos vienen y yo los afronto como puedo mientras que el dinero de Europa no llega a mi explotación, y no entiendo por qué”, explica Marta Martín. La petición de esta ganadera es la que otros muchos ganaderos y también agricultores hacen desde hace tiempo “que las subvenciones lleguen en tiempo y forma” y algunos añaden “para no tener que pasar penurias”. 

Marta Martín asegura que cada día se enfrenta a críticas como “el campo tiene subvenciones por capricho” y ella se defiende “el campo supone una inversión enorme para cualquiera: la maquinaria, las tierras, criar a los animales, es un gasto ingente” y recuerda que “sin el campo, sin la gente que trabajamos, y sin las subvenciones nadie en Europa podría comer cinco veces al día, porque todo lo que comen sale de la tierra y del mar”, sentencia.

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