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580 granadas y 44 proyectiles en 2017: siguen desactivando explosivos de la Guerra Civil en Teruel

Una bomba de aviación, 557 granadas de mortero y otras 23 de mano, además de 44 proyectiles de diversos calibres, 311 sustancias explosivas, 6 carcasas pirotécnicas y 1.040 detonadores. En total, 630 artefactos explosivos que la Guardia Civil destruyó el pasado año en la provincia de Teruel en 76 actuaciones. Una cifra llamativa, aunque no sea algo nuevo porque en los últimos años están aflorando estos materiales, en buena medida por la labor de prevención y las recomendaciones de los agentes, del peligro que entraña el almacenamiento de proyectiles.

Cuando hay un aviso, los encargados de actuar son el Equipo de Búsqueda y Localización de Explosivos (EBYL) de la Comandancia de la Guardia Civil de Teruel junto con el GEDEX de la Comandancia de Zaragoza.

“Es importante resaltar la extrema peligrosidad de estos artefactos”, resaltan fuentes de la Guardia Civil. “Si no se les somete a ninguna acción permanecen en estado 'latente', pero en caso de cualquier manipulación, por pequeña que sea, el resultado más probable es la explosión”.

Esto es algo que la gente de Teruel sabe porque todo el mundo conoce a Alberto y su familia. Este joven perdió las manos y quedó seriamente afectado en la vista y el rostro cuando le estalló una bomba en 2013 mientras ayudaba a limpiar el trastero de una anciana junto a su padre, que también resultó herido grave.

Entonces hubo cierta fiebre de hallazgos y aparecían proyectiles casi en cada rincón de la ciudad, pero también fue un punto de inflexión para que la gente se sensibilizara del riesgo que suponían estos restos. Incluso aficionados que habían acumulado durante años mucho material avisaron a la Guardia Civil para su destrucción.

Interés histórico y comercial

“Hay todavía interés por estas piezas” explica un experto en la Guerra Civil en Teruel. Un interés por la historia que les mueve a salir al monte por las zonas en las que pueden observarse todavía trincheras o búnkers, porque “tienes una sensación muy vívida de la historia que has leído o te han contado”, y encontrar restos de proyectiles de la guerra tiene ese atractivo todavía más real.

No obstante, los agentes alertan de que “en muchas ocasiones existe un exceso de confianza” debido al aspecto deteriorado del artefacto por la acción del óxido y el paso del tiempo, pero reiteran que “la mayoría tienen intacta su carga explosiva y son muy peligrosos”.

De hecho, ha habido también accidentes entre gente que, no solo ha recogido los artefactos, sino que se ha dedicado a desmontarlos, porque además del interés histórico también hay un atractivo comercial: “Se compra y se venden restos de la Guerra Civil, más emblemas o insignias, pero también artefactos” cuenta este experto en la guerra en Teruel.

Ese interés comenzó poco después de la contienda, cuando muchos se echaron al monte para buscar restos con los que comerciar: “Muchas bombas las hicieron explotar entonces en las cuevas o búnkers, porque así, además, querían extraer el hierro con el que se habían construido estos puestos, a veces incluso vías de ferrocarril, para venderlo también”.

Y a pesar de todos los que han rastreado los montes de Teruel todavía es posible encontrar restos porque, añade este experto, se estima que durante la Guerra de Teruel hubo enclaves de la provincia, especialmente en la Batalla de Teruel, donde cayeron hasta diez proyectiles por metro cuadrado. “Explotaron muchos pero también hubo bastantes que no lo hicieron, que eran defectuosos, así que la carga sigue ahí” añade.

No tocar ni mover

Tocar, mover o manipular un artefacto como estos está totalmente desaconsejado por la Guardia Civil, a la que hay que dar aviso con la mayor rapidez en caso de encontrar uno. Conviene señalar el lugar para poder reconocerlo posteriormente y si el objeto está en un domicilio, dar aviso al cuartel más próximo: “La atención de estas incidencias es prioritaria y no deben temer ningún tipo de sanción”, apuntan desde la Benemérita.

Estas son las recomendaciones para cualquier ciudadano que se tope con restos explosivos de la Guerra Civil, aunque los aficionados a la búsqueda de estos objetos proponen que haya cauces de colaboración con las fuerzas de seguridad del Estado para trabajar conjuntamente.