La huella infinita de Ramón Acín en su Huesca natal, donde fue maestro y artista hasta su fusilamiento en los inicios de la Guerra Civil, se sigue expandiendo en nuestros días. Ahora, a través de la vertiente más íntima y familiar a través de la muestra ‘El Cajón de las Fotos’, que recoge fotografías de la familia, de Ramón y de su esposa Conchita Monrás que las hijas, Katia y Sol Acín, conservaron tras el fusilamiento de sus padres en 1936. La exposición, organizada por el Ayuntamiento de Huesca con la colaboración de la Fundación Ramón y Katia Acín y la Fundación Ibercaja, estará abierta hasta el 21 de enero en el Centro Ibercaja Huesca-Palacio Villahermosa.
No se trata de un fondo de fototeca de un material profesional sino de un fondo privado, que fue principalmente generado y recolectado por sus más allegados. Las fotos provienen de cajas, bolsas, de amigos de la familia. La mayoría de anónima autoría, pero también hay imágenes de fotógrafos locales como Ricardo Compairé. Con esta muestra, modesta en su montaje pero intensa en sus vivencias, se ofrece a los visitantes fragmentos del calor de unas vidas, cortas pero vividas con libertad.
Como señalan desde la Fundación Ramón y Katia Acín, sintetizar la figura de Ramón Acín “es asunto difícil”. Su vida forja la trayectoria de un humanista nacido a finales del siglo XIX, con una extensa cultura y una particular forma de ver el arte. El humanista y polígrafo Acín dedicó su vida a la renovación pedagógica y construyó una vida y una práctica coherente en todos sus ámbitos. El personal, el pedagógico o el artístico se entremezclan en sus actuaciones, en sus obras, en sus escritos periodísticos y en su intensa labor anarcosindicalista.
“Dirigente de la CNT oscense, con una proyección que le llevó al exilio tras la frustrada Sublevación de Jaca, no era un político al uso. Su amplio trabajo pedagógico no se redujo al ámbito escolar. Creía que la sociedad sería más libre con más cultura y con unos medios de supervivencia que humanizaran la vida de la clase trabajadora. Los intolerantes sabían que en la pedagogía, en la libertad de pensamiento y de actuación, estaba su enemigo. Por eso fue uno de los primeros asesinados en Huesca tras la sublevación fascista de 1936”, explican desde la Fundación.
La mayoría de la colección es “de anónima autoría”, añaden estas fuentes. “Quizá pudieran ser de Ramón, otras de Conchita, de amistades. No se sabe. Unas pocas son de cualificados fotógrafos como el amigo Ricardo Compairé. Esas mismas fotos en manos de Compairé gozaron de buen resguardo y hoy están mejoradas en la indispensable Fototeca de la Diputación de Huesca. Pero no hemos querido acudir a ellas, sino a las copias de la familia Acín”.
“Aunque hemos restaurado en algunos casos problemas muy graves y corregido mínimamente en casi todo, hemos mantenido la unidad de un criterio innegociable. Son las fotos que tenía la familia en su casa, que ofrecemos a las personas visitantes que quieran sentir fragmentos del calor de unas vidas, cortas pero vividas con la savia de la libertad”, añaden.
La muestra se abrió el 22 de diciembre, una fecha simbólica en la vida de Ramón Acín. Ese mismo día de 1932 fue uno de los oscenses agraciados con el Gordo de la lotería, lo que posibilitó la película de Buñuel sobre las Hurdes que Acín financió. Su influencia trasciende el tiempo y está muy presente en la ciudad. La imagen más representativa y perdurable, la escultura Fuente de Las Pajaritas instalada en el Parque Miguel Servet de Huesca desde 1928. Desde la década de los 90, el ateneo libertario de la capital oscense lleva su nombre. En el año 2005, la CNT de Huesca le homenajeó con una placa conmemorativa en su domicilio situado en la calle Las Cortes número 3, conocido como la Casa Ena. El Museo Pedagógico de Aragón dedica una sección de su muestra permanente a Ramón Acín y sus proyectos pedagógicos. Y aparece como personaje en el cómic ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’, de Fermín Solís, y en su adaptación cinematográfica homónima.
La familia Acín Monrás ha sido reivindicada desde la memoria. También desde el arte y la cultura que contribuyeron a propagar durante las primeras décadas del siglo XX en Huesca, antes de que Ramón Acín y Conchita Monrás fuesen asesinados en los primeros días de la Guerra Civil. En un espacio de poco más de dos semanas dejaron huérfanas a Katia, nacida en 1923, y Sol, que llegó al mundo dos años más tarde. Ambas, apegadas al legado familiar, se expresaron vital y artísticamente con el humanismo y la sensibilidad heredados de sus padres. Sol falleció en 1998 y Katia lo haría en 2004 tras dejar poso en la poesía y el arte, respectivamente.
La Fundación Ramón y Katia Acín surgió como idea en el año 2005, al poco tiempo de fallecer Katia. Era una idea de las hijas e hijos de Katia que fue tomando cuerpo y que acabó cristalizando en el verano de 2007, cuando se constituyó formalmente. Tras la iniciativa de crear la Fundación está la voluntad de los descendientes de Ramón y de Katia por mantener vivo el espíritu y el recuerdo de estas figuras excepcionales. La Fundación asume también la responsabilidad de la promoción, gestión y autentificación de la importante obra gráfica de Katia.