Azcón trata de involucrar a todo Aragón en la nueva Romareda tras fracasar su primer proyecto por la espantada del club
Tres semanas después de que el Real Zaragoza renunciara a construir la nueva Romareda en el espacio público que se le había cedido para su explotación durante 75 años, el presidente de Aragón, Jorge Azcón, trata de implicar a todas las instituciones aragonesas en su proyecto estrella. Lo ha hecho en una comparecencia a petición propia en las Cortes, justo un día después de que España (junto a Marruecos y Portugal) fuera elegida para organizar el Mundial de fútbol de 2030. Zaragoza ha presentado su candidatura para albergar alguno de los más de cien partidos que se disputarán y en estos momentos cuenta con pocas opciones al no contar con un estadio acorde a las exigencias de la FIFA.
Azcón empleó, por segunda vez consecutiva, su potestad como presidente para comparecer en la Cámara, para solicitar a todos los grupos el apoyo a uno de los proyectos que fue bandera para el PP durante la pasada campaña electoral. En su comparecencia buscó la confrontación con PSOE y Podemos, a los que ha responsabilizado de que el club se retirara del concurso para construir el estadio. Los propietarios de la sociedad anónima deportiva alegaron que el recurso presentado por Podemos ante el Tribunal Administrativo de Contratos Públicos de Aragón generaba una “inseguridad jurídica” que les había hecho imposible encontrar la financiación necesaria para construir el campo de fútbol. La inversión estimada ronda los 150 millones de euros. “El PSOE dio la munición y Podemos disparó”, ha señalado Azcón durante su comparecencia.
La apelación a la inseguridad jurídica -a pesar de que el Tribunal Superior de Justicia de Aragón avaló el modelo diseñado por el equipo de gobierno PP-Cs en Zaragoza, entonces presidido por el propio Azcón- ha sido una constante en los argumentos esgrimidos por Azcón durante su comparecencia, fuertemente contestados por los dos partidos aludidos. La izquierda ha sido contundente al señalar que fue el PP “quien ha dinamitado el consenso” y no ha dudado en considerar que su proyecto estrella ha sido “su principal fracaso”, ha señalado la portavoz del PSOE, Mayte Pérez.
En este sentido, Azcón ha tratado de hacer ver la conveniencia de este proyecto no solo para Zaragoza, sino que es de “interés general para todos los aragoneses” y ha solicitado la implicación económica de la DPZ. A pesar de que históricamente la diputación provincial ha sido la institución encargada de atender las necesidades de inversión y financiación de los pequeños municipios (contando, eso sí, con un gran presupuesto gracias a la contribución de los habitantes de la ciudad de Zaragoza), ahora el PP pretende que se involucre presupuestariamente. Azcón ha sido rotundo al señalar que “habrá que hacer aportaciones públicas de dinero” después de la renuncia del Real Zaragoza a construir el estadio en suelo público. Pero el presidente aragonés ha culpado a la izquierda, ya que “se han cargado” el modelo que diseñó el PP de constituir una sociedad mixta que “no costaba ni un euro a las administraciones públicas”. Es decir, todos los aragoneses tendrán que asumir el coste de una obra que, más allá de unos posibles partidos de un Mundial, disfruta mayoritariamente un club privado deportivo. El portavoz popular, Fernando Ledesma, ha empleado incluso el argumento de que de los 196 millones de presupuesto anual, la DPZ solo destina 4 a la ciudad de Zaragoza, a pesar de que el 71% de los contribuyentes de la institución viven en esta ciudad. Este argumento no esconde una clara estrategia política: el organismo provincial es el único de todo Aragón gobernado por el PSOE, con lo que la confrontación está servida.
Azcón, no obstante, ha defendido el retorno social de esta obra y ha aludido a los supuestos beneficios económicos que reporte un acontecimiento deportivo como este en las ciudades donde se disputa. Azcón ha cifrado en 335 millones de euros y 6.700 empleos directos el beneficio de participar en el Mundial. Incluso ha llegado a insinuar que el retroceso electoral de la izquierda en Zaragoza y el avanza de la derecha y la extrema derecha ha sido por sus diferentes posturas en torno al modelo de campo de fútbol para la ciudad.
A pesar de comparecer para hablar de La Romareda, pocos datos ha dado sobre cómo se podría constituir la fórmula jurídica para construir el nuevo estadio, ni cuánto costaría, ni cómo se realizaría. Se ha limitado a apelar al consenso, incluso ha recordado el que se alcanzó para celebrar la Expo. Pero, mientras apelaba al consenso, ha continuado responsabilizando a la izquierda de torpedear el proyecto de La Romareda. En este sentido, el portavoz de CHA, José Luis Soro, le ha recordado que fueron precisamente el PP y el PAR los primeros que recurrieron y tumbaron el proyecto que presentaron en 2006 el PSOE y CHA en el Ayuntamiento de Zaragoza. “Llevaríamos ya 15 años con un nuevo estadio, señaló Soro, que llamó varias veces ”alcalde de Aragón“ a Azcón, afeándole que empleara la tribuna de las Cortes para hablar de un proyecto que abanderó hasta hace solo tres meses como alcalde de Zaragoza. Por su parte, el portavoz de IU, Álvaro Sanz, insistió en que su partido no se incorporará a ese consenso, ya que hay ”muchas otras prioridades en Aragón“ para invertir 150 millones de euros.
Paralelo al debate político, la carrera por elegir la decena de sedes para albergar algún partido del Mundial en España continúa. En estos momentos hay 15 ciudades que aspiran a ello, y Zaragoza no tiene fácil entrar en la lista definitiva al carecer de un estadio en condiciones, a pesar de que está bien posicionada en el resto de requisitos exigidos por la FIFA. Pero le falta el fundamental: un recinto deportivo con las necesarias garantías de aforo, seguridad y comodidad. Azcón ha insistido durante el debate parlamentario en que, a pesar de las dificultades, se está en plazo para conseguirlo. Eso sí, ha llegado a recordar que dentro de esos plazos se incluye el inicio de la demolición del actual campo de fútbol. Justo un mes más tarde hay programado un concierto de Bunbury en un estadio que, de momento, sigue siendo objeto de controversia.
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