Llevan un año y medio sin beber agua del grifo y han dicho basta. Los vecinos de Plasencia del Monte (Huesca), una localidad de apenas un centenar de habitantes y perteneciente a La Sotonera, población a la que da nombre un embalse homónimo, denuncian una situación de “abandono” y de falta de agua potable por superar el nivel máximo de nitratos y la ausencia de mantenimiento del mobiliario urbano. La asociación de vecinos llevó su malestar a las Cortes de Aragón, donde expresaron su “indignación” y “desencanto” con el Ayuntamiento de La Sotonera, del que es pedanía.
Han sido años de reivindicaciones para la mejora de las instalaciones que hay en su pueblo, “como una zona infantil que resulta peligrosa porque está destrozada”, una camino y una zona deportiva “en la que no se ha hecho nada para mantenerla, ni tampoco nos dejan actuar porque dicen que no es nuestra competencia”, se lamenta la responsable del colectivo Dolores Montaner. Su vecina Ana Belén Sanz abunda en la “nula empatía, tanto del Ayuntamiento como del alcalde (Pedro Bergua, del PAR), que hacen oídos sordos a nuestras reivindicaciones”.
A esa situación de dejadez se ha sumado en el último año y medio el grave problema de no poder contar con agua potable tras la analítica realizada por Sanidad en la que se detectó un nivel de nitratos por encima de lo permitido. “Desde 2017, el Ayuntamiento no ha tomado ninguna medida y el pasado mes de agosto, cuando nos manifestamos delante del Consistorio, ni nos recibieron ni recogieron nuestras reivindicaciones puestas por escrito”, denuncia Montaner. Los vecinos de Plasencia del Monte tienen acceso al agua potable mediante dos depósitos de agua “de dudosa fiabilidad que los bomberos rellenan cuando los llamamos”, describe.
Además, alerta de que en el pueblo hay una fuente pública muy frecuentada de la que sale agua contaminada y que no cuenta con ningún cartel informador. Recientemente se ha determinado la instalación de una fuente de agua obtenida por ósmosis inversa que para Montaner “tampoco es una solución después de tanto tiempo hacer ir a gente mayor a coger agua como en los años 50”.
Su compañero Rubén Tejada realizó en las Cortes una descripción de la zona en la que se asienta su pueblo, entre los ríos Riel y Sotón, que desembocan en el pantano de la Sotonera. Una zona que, según explicó, ya fue declarada como vulnerable en 2014, una situación que se ha visto agravada “por el ascenso del modelo agroganadero por el que se vierten nitratos”. Tejada reclamó “un proyecto en firme que garantice el suministro de agua salubre, controles efectivos y reales que vengan unidos a esta declaración de zona vulnerable así como medidas que orienten al modelo agroganadero hacia el respeto de los campos que trate los nitratos como abono”.
Los diputados asumieron la situación, comenzando por el popular Fernando Galve, para quien “se trata de uno de los problemas que tienen nuestros pueblos. Si los purines se usan adecuadamente son un buen fertilizante, pero un mal uso acaba convirtiéndolo en contaminante. También es importante y se tiene que hacer gestionar bien este asunto porque puede generar riqueza”. El PP insta al Ayuntamiento, a la Diputación Provincial de Huesca y al Gobierno “a que den una solución inmediata y lo más rápido posible para el abastecimiento de agua”.
El socialista Enrique Pueyo entiende “perfectamente” la reivindicación. Además, recordó “todo lo que ha sufrido” como alcalde de la localidad oscense de Aínsa, con 29 núcleos urbanos. “La colaboración de los vecinos y su ayuda fue imprescindible. Sin ella, hubiéramos sido incapaces. Son cuestiones de primera necesidad para poder vivir. La situación no es aislada, es, desgraciadamente, bastante común. Que el ayuntamiento haga todo lo posible”, defendió Pueyo.
Para Marta de Santos (Podemos), se trata del “agua como derecho humano”. “Es una reivindicación que hacemos nuestra. En plena sociedad moderna, han tardado un año en ponerles una tirita”, criticó la portavoz de la formación morada. En opinión de esta parlamentaria, “hay muchas competencias mezcladas” en este tema. “Asusta la realidad que se plasma en los datos. Solo en Huesca, más de 34 municipios acaban sin agua potable en red. Deberían saltar todas las alarmas”, consideraba la diputada altoaragonesa.
Por parte del PAR, Lucía Guillén asegura que “conoce muy bien la problemática” de la localidad. “No están teniendo acceso a agua potable o de consumo en sus casas. Debe buscarse solución. Es una competencia municipal, sí, pero en un municipio con siete núcleos no da para todo el presupuesto. Cuando llega una cuestión extraordinaria, como una contaminación, hay que disponer de fondos extraordinarios y, en legislaturas anteriores, salían del Instituto Aragonés del Agua”, matiza.