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Restricciones de agua en Benasque y Cerler, donde Aramón proyecta 2.200 nuevas viviendas

¿Tiene futuro una urbanización de 2.198 segundas (y nuevas) residencias en un paraje situado a más de 1.500 metros de altura en el que, en un verano como este, no hay agua suficiente para los vecinos que ya viven allí?

El paraje se llama Cerler y está situado junto a la estación de esquí del mismo nombre en Benasque (Huesca) que gestiona Aramón, el hólding semipúblico del esquí aragonés, participado por la comunidad autónoma e Ibercaja, que lleva varias semanas pidiendo a los vecinos que restrinjan el uso del agua de boca ante su escasez.

“Debido a la falta de agua por la sequía, rogamos no utilizar el agua potable para regar”, señalan los carteles que ha distribuido por Cerler el personal de Aramón, y en los que al mismo tiempo pide a los vecinos disculpas por las molestias.

Esa situación no solo se está dando en Cerler, donde Aramón gestiona el grueso de las viviendas al negarse el Ayuntamiento a recibirlas desde hace casi dos décadas por considerar que su urbanización no cumple los requisitos necesarios para asumirla como parte del casco urbano del núcleo, sino también en el propio Benasque, cuyo Consistorio pidió a finales de julio a vecinos y turistas un “consumo responsable” que debía traducirse en no usar el agua del grifo para regar zonas verdes ni llenar piscinas.

La recomendación se hizo extensible al núcleo de Anciles, el tercero de los que integran el municipio, en el que apenas se han registrado lluvias en los últimos meses.

Sin evaluación del impacto ambiental

Las restricciones en el consumo de agua de boca ponen sobre la mesa la viabilidad del plan para construir en Cerler otras 2.198 viviendas dentro de una operación urbanística que, como a principios de la pasada década, tiene como objetivo conseguir fondos para financiar la ampliación de la estación de esquí, la puesta en marcha de la vecina de Castanesa, en la vertiente este del mismo monte, y su unión para crear el mayor dominio esquiable de Europa.

El plan, una versión reducida del inicial de 3.113 casas, elevaría de 2.271 a 4.469 el volumen de segundas residencias de un municipio de 2.121 vecinos censados que residen en 1.078 viviendas principales, las cuales pasarían a suponer menos de la cuarta parte del total si el proyecto llega a materializarse. Eso, en un término que dispone ya de capacidad para recibir a 3.030 visitantes en hoteles (1.782) y en casas turísticas (1.151) y rurales (97) y a otros 1.128 en campings.

El Gobierno de Aragón decidió no someter a una evaluación ambiental estratégica el plan, impulsado por Fomento y Desarrollo de Benasque, filial de Aramón, alegando que el redimensionamiento de la urbanización supone “una reducción de los efectos sobre la biodiversidad, en términos generales”, y “un menor grado de intervención en el medio”.

Sin embargo, esos efectos, entre los que se incluye la demanda de recursos para utilizar las viviendas, tampoco llegaron a ser estudiados en 2005 ya que en aquella época no lo exigía la legislación, por mucho que se trate de una urbanización de esa magnitud y de que vaya a ubicarse a más de 1.500 metros de altitud incluida en el Parque Natural Posets-Maladeta.