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Ana Barrero: “El discurso de odio va calando”

La presidenta de la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ), Ana Barrero (Chilluévar, Jaén), participó hace unos días en Zaragoza en el I Congreso “Aragón, cultura de paz. Territorio de encuentro entre culturas”, un evento por el Gobierno de Aragón. Barrero propone abordar las migraciones con un discurso alternativo al predominante hoy en día.

¿Cómo es hoy en día el discurso predominante en España en torno a las migraciones?

El discurso predominante en España es similar a nivel global al de los países de nuestro entorno o incluso de Estados Unidos o de otros lugares. Es un discurso securitario, que utiliza términos para estigmatizar las migraciones, para decir que son un peligro para la estabilidad social, que amenazan la seguridad. No olvidemos de que, en un mundo globalizado, los discursos locales tienen impacto global y los globales, impacto local. El discurso predominante, como decía, es securitario, que surge con esas nuevas narrativas que aparecen a partir del desarrollo de Internet, de las webs 2.0, de las redes sociales y también vinculado a cuestiones específicas, como los atentados de las torres gemelas de Nueva York en 2001. Ahí, empieza todo un proceso de este tipo de discurso en torno a las migraciones, a las personas refugiadas... que viene alimentado, evidentemente, con situaciones de crisis. Se acentúa, por ejemplo, con la pandemia del coronavirus.

¿En qué ejemplos podemos encontrar este discurso securitario?

En los medios es habitual ver cómo se utilizan noticias erróneas, cómo las noticias sobre las migraciones suelen crear alarmismo y criminalizarlas. Por ejemplo, por términos como “inmigrantes ilegales”, “sin papeles”, “avalancha”… son términos que incluso deshumanizan. A veces, también se habla de “ellos” y de “nosotros”, como una dicotomía que diferencia a las personas según su origen. Si miramos los medios de comunicación y las redes sociales, vemos claramente cada día ejemplos. Muy específicamente, cuando hay algún atentado terrorista, las imágenes en las televisiones suelen mostrar personas de origen árabe o musulmanas. Incluso cuando salen diciendo que no están de acuerdo con el atentado, pero se les saca, con lo que se suele mentalmente terrorismo con personas de origen árabe.

Ha comentado que este discurso se desarrolla especialmente a raíz del uso de Internet y de las redes sociales, ¿no está asociado realmente, entonces, a movimientos migratorios actuales?

Precisamente, es algo en lo que hay que poner el acento: las migraciones existen desde el origen de la humanidad. Las personas se mueven. Hay 250 millones de personas que se mueven cada año; el movimiento constante es algo natural a los seres humanos. No han aumentado tanto las migraciones como para justificar ese discurso. Sí han aumentado las personas refugiadas que huyen de las guerras, pero el aumento de las migraciones no algo muy acentuado; desde luego, no aumenta un año con respecto al anterior.

En España, lo que sí ha ocurrido es que hemos dejado de ser un país emisor para ser receptor de inmigrantes... 

Sí, pero eso también entra dentro de la propia evolución normal. Las personas se mueven por diferentes cuestiones. Una de ellas es buscar trabajo, tener una vida digna. Entonces, dependiendo de la situación, de los contextos, en unos momentos concretos, las personas se mueven hacia otros lugares y en otros momentos, si ese país, como ha ocurrido en España, es desarrollado y alcanza un buen nivel de vida, recibirá a otras personas que huyen de la miseria. Eso es lógico y es normal. España ha sido un país emigrante hasta hace no tanto tiempo; incluso ahora lo sigue siendo con personas formadas que no encuentran aquí unos trabajos dignos. Entra dentro del movimiento permanente y natural de las personas.

¿Está evolucionando aquí en los últimos dos o tres años el discurso sobre la inmigración?

Claro. El aumento del carácter securitario viene vinculado a la aparición y al crecimiento de partidos xenófobos y racistas. Estos partidos impulsan ese discurso vinculándolo al miedo, generando un discurso de amenazas construidas, en torno a supuestos peligros que suponen las migraciones. El discurso de odio es peligrosísimo; es violencia cultural y legitima otras violencias estructurales y directas como las agresiones físicas, que serían los delitos de odio. Debemos recalcar que el discurso es violencia, para que se le dé la importancia y la gravedad que tiene. Además, es claramente una amenaza para la democracia; no puede tener cobertura ni en la libertad de expresión ni en la ideológica, porque ataca a otros valores fundamentales de la democracia, como es la dignidad de las personas.

¿Le preocupa que Vox esté consiguiendo que cale este tipo de discurso más allá de sus votantes?

Sí, porque el discurso de odio va calando en la cotidianeidad. Nadie estamos exentos de que los discursos de odio nos lleguen y nos calen. Entonces, al final, se va introduciendo la narrativa del odio, securitaria... y personas que vemos que no son racistas sí que utilizan ciertos términos ahora contra las migraciones. Es preocupante porque, además, polarizan las opiniones de la gente. Encontramos en un extremo a las personas odiadoras que sí vinculan permanentemente las migraciones con amenazas a la seguridad. En el otro extremo, estarían los defensores de la inmigración. Y hay un gran espacio en medio de personas indecisas, que son un 60%, que tienen miedo, temor, incertidumbre ante la situación y que son fácilmente influenciables hacia un discurso u otro. Entonces, estas personas generadoras de discursos de odio saben muy bien cómo dirigirse a esa franja grande e indecisa. Ahí es donde deberíamos incidir.

¿Qué se puede hacer para combatir este discurso de odio?

Hay que crear otras narrativas, ante ese discurso securitario, de números, de hablar de “avalanchas”, de “ellos”... Hay que generar narrativas de esperanza para romper el miedo; al odio y al miedo se le aborda con la esperanza. Por otra parte, es importante escuchar también a las personas migrantes, no sólo hablar de ellos. Es muy interesante, porque el problema muchas veces es que no se escucha a las personas que vienen. También podemos trabajar en el desarrollo de habilidades y de competencias en el uso ético de la información; es crucial. La tecnología ha llegado tan rápido que la usamos porque es fácil interactuar con aplicaciones o redes sociales, pero el uso de la información también hay que aprenderlo y no es tan fácil. Tenemos que aprender a generar información y difundirla de forma ética. Ahí hay un gran trabajo que es fundamental, porque se pueden generar contra narrativas a través de los medios con un discurso de esperanza, con otras palabras, que aborden a los sentimientos. En esa pirámide de odio, una parte invisible son las emociones: las narrativas en las que creemos tienen que ir hacia esas emociones y sentimientos.