“No importa dónde esté, con quién vaya o cómo vista”. Este tipo de frases se gritarán el próximo 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, para denunciar la culpa impuesta sobre las víctimas, las agresiones sexuales y la violencia de género. Sin embargo, la realidad también apunta a que muchas mujeres se sienten inseguras cuando van solas por la calle por las posibles amenazas y agresiones tanto verbales como físicas que se repiten de manera continuada.
“Tenemos que enseñar a los violadores a no violar y no a las víctimas a protegerse, pero como es un camino difícil a corto plazo, lo mejor, es contar con herramientas que puedan darnos seguridad cuando vamos por la calle y nos persiguen”, explica María López (nombre ficticio) de 24 años. Idea que comparte Carla Murillo, una zaragozana de 23 años, que también se cuestiona por qué “la víctima tiene que ser siempre la que se proteja”.
El aprendizaje de defensa personal, el uso de espráis de pimienta y la venta de llaveros antipánico han aumentado en los últimos años. Estas herramientas han ido cambiando y ahora implementan nuevas formas de transmitir esa posible inseguridad. Lo hacen de tal forma que, las personas que están cerca en estos momentos de riesgo pueden ser capaces de darse cuenta, ayudar e intervenir a tiempo. Aun así, algunos objetos que podrían servir de protección son ilegales y están considerados armas, las cuales supondrían un delito en caso de usarlas.
Los aparatos que pueden evitar violaciones se conocen comúnmente como alarmas de pánico. Estos, que son pequeños y se pueden agarrar en bolsos y llaveros, producen un sonido similar al de un avión cuando va a despegar, ya que alcanzan los 130 decibelios y se escuchan a más de 500 metros de distancia. Los oídos solo pueden resistir este ruido durante ocho segundos.
“Me lo compró una amiga de mi madre. No me lo esperaba. Fue porque intentaron violar a la hija de una señora que va por el bar en el que trabajan mis padres. La usé al principio, eso es cierto, aunque hace ya muchísimo”, señala Carla Murillo, que también admite no conocer a alguien más que la tenga.
Según Murillo, el aumento de estas ventas se debe a una “reacción normal al miedo que te genera este tipo de situaciones”. Aunque entiende que se haya disparado la difusión de este tipo de herramientas gracias también a las redes sociales, lo achaca al alto número de casos de agresiones o violencia hacia chicas, sobre todo, jóvenes como sucede en el último caso de Igualada (Barcelona), en donde una joven ha sido violada y ha perdido la audición de un oído por esta misma agresión.
Necesidad de Puntos Violetas
“Entiendo que la gente compre este tipo de cosas, pero creo que las líneas de protección deberían ir hacia otro sentido. En Zaragoza, por ejemplo, ahora hay muchas peleas y robos en la zona del Casco. Yo respondería con un aumento de presencia policial. También añadiría Puntos Violetas en este tipo de calles en donde hay discotecas y agrupaciones nocturnas. Creo que se deberían tomar más medidas desde las Instituciones”, asegura Murillo.
Los Puntos Violetas son espacios de información y sensibilización para la población. Desde hace unos meses, los establecimientos podían sumarse a la campaña del Ministerio de Igualdad para crear nuevos espacios de confianza para las víctimas, quienes con ellos pueden dar la voz de alarma en caso de necesitarlo.
Homologación
Por su parte, los espráis de pimienta son un tipo de defensa personal en España que solo pueden ser utilizados en caso de estar homologados por el Ministerio de Sanidad y Consumo. La orden de 1994 como excepción al Reglamento de Armas estableció que eran únicamente legales aquellos espráis que se vendieran a personas mayores de edad en armerías.
“Yo lo tengo, pero no lo he usado. Aun así, lo guardo y lo llevo porque me aporta más tranquilidad. Más de una vez he tenido que soportar frases intolerables cuando iba sola por la calle. Desde guapa hasta invitarme a pasar una ‘mejor noche con él’. En fin. Además, sentía que yo tenía la culpa, pero un día dije ‘basta’. Me informé un poco y me compré uno pequeño, no sé si hay de más tamaños”, sostiene López.
Como ellas, hay muchas mujeres que utilizan este tipo de objetos. También los están compartiendo y difundiendo por redes sociales como Twitter y TikTok. “Las redes sociales yo creo que están ayudando en la visibilización de este tipo de temas. Es cierto que las mujeres estamos más expuestas en ellas, pero también creamos redes seguras y sanas en donde poder hablar y compartir experiencias”, asegura López, quien también apunta a un empoderamiento inminente y total de las nuevas generaciones porque “hay más consciencia y conciencia”.
Esta demanda en el mercado ha aumentado exponencialmente en los últimos años debido al interés por la protección personal, la visibilización de las agresiones sexuales, el empoderamiento de las mujeres y la necesidad de poner fin a la desigualdad e inseguridad. Puede haber influido la vuelta a la normalidad en la vida pública tras el progresivo final de la pandemia y que existe una generación de mujeres que están cansadas de sufrir acoso y agresiones en la calle y no están dispuestas a tolerarlas.