El colegio de Alacón, en la provincia de Teruel, estaba en grave peligro de cierre. Sus apenas dos escolares no alcanzaban el mínimo de cuatro que el Gobierno de Aragón exige para mantener las puertas abiertas. El ayuntamiento se puso en contacto con el proyecto colaborativo Apadrina un Olivo, que se desarrolla en la localidad vecina de Oliete, para buscar una solución. Y juntos han conseguido atraer a una familia con ocho hijos y otro en camino para garantizar la permanencia de la escuela.
En apenas dos semanas llegarán desde Tordera (Barcelona) el matrimonio formado por Olaya y Jose, además de sus ocho hijos, cuatro de ellos en edad escolar. Ellos tenían allí trabajo, pero al vivir en una urbanización con tantos niños no podían salir todo lo que querían ni tenían fácil acceso a los servicios básicos. Eso fue lo que les animó a mudarse a Alacón en busca de un entorno más tranquilo, con más libertad y todos los servicios básicos a mano.
Así lo explica el cofundador de Apadrina un Olivo, Alberto Alfonso, partícipe del proceso de selección al que se presentaron medio centenar de familias. La idea surgió al terminar el curso escolar, cuando desde el ayuntamiento se dieron cuenta de que la escuela corría peligro y contactaron con el proyecto social para poner remedio a la situación. Así, decidieron lanzar una campaña para buscar familias y un crowdfunding para recuperar y poner en marcha la huerta abandonada de Alacón.
Detalla Alfonso que el objetivo era recaudar unos 18.000 euros para arrancar la actividad de la huerta, comprando los sistemas de riego necesarios, herramientas para el trabajo de la tierra y los planteros para iniciar la actividad. Esta renovación permitiría contratar a un agricultor con familia para cultivar la tierra y quedarse a vivir en el pueblo, lo que garantizaría la permanencia de la escuela abierta. Por el momento llevan recaudados 15.000 euros.
De hecho, uno de los aspectos que se tenía en cuenta en el proceso de selección era la experiencia en el sector de la agricultura. Durante un fin de semana, las dos familias finalistas se desplazaron hasta el municipio turolense para conocerse, intercambiar opiniones y conocer la huerta en la que se ofrecía el trabajo. Finalmente, el matrimonio de Jose y Olaya confirmó su intención de mudarse, hasta incluso decidieron de entre seis viviendas en la que querían vivir.
Desde el Ayuntamiento de Alacón aseguran que esta actuación tiene la doble finalidad de salvar la escuela y generar empleo, además de integrar en la vida del municipio a una nueva familia para que puedan echar sus raíces. Comparten objetivo desde Apadrina un Olivo, porque como recuerda Alfonso, este proyecto se suma al que recientemente llevaron a cabo en la conservera, donde ya hay dos personas trabajando.
De esta manera, con el resultado del cultivo de la huerta, que podrá dar alcachofas, pimientos, puerros, se elaborarán conservas vegetales asadas preservadas en el aceite de los olivos centenarios de Oliete. Estas se venderán a través de la plataforma de venta online de Apadrina un Olivo, Miolivo.org, y permitirán dar una segunda oportunidad al colegio de Alacón.
Apadrina un Olivo
Apadrinaunolivo.org es un proyecto social que lleva siete años luchando por repoblar la España vaciada garantizando un desarrollo económico sostenible en Oliete (Teruel) con el trabajo de recuperación de sus 100.000 olivos centenarios abandonados y la producción de aceite de oliva virgen extra gracias a las aportaciones de más de 6.000 padrinos y madrinas. Fue puesto en marcha por cuatro jóvenes emprendedores del municipio, estudiantes de ADE, para llegar donde las administraciones no pueden.
“Se habla mucho de teoría de la España Vaciada, pero hay muy pocos proyectos reales. Nosotros buscábamos conectar emocionalmente el medio urbano con el medio rural, a través de la vivencia de experiencias y emociones. Pensábamos que donde mejor íbamos a estar es en nuestro sitio, que ofrece un montón de oportunidades”, reconoce Alberto Alfonso.
Junto a él comenzaron el proyecto Sira Plana, José Alfredo Martín y Adrián Martín desde cero, únicamente con una buena idea. Y ahora ya son doce empleados. Trece en unas semanas, cuando se incorpore Jose a la huerta de Alacón. Algunos de ellos cuidan el olivar, otros trabajan en la almazara con la creación del aceite, otras personas gestionan la tiendan virtual y las visitas de los padrinos y también están los trabajadores de la conservera.
Así, asegura Alfonso, han demostrado que es posible un futuro en el medio rural gracias en gran medida a las nuevas tecnologías, que permiten poner en marcha una startup en cualquier parte. Recuerda además que fruto de la réplica del proyecto han creado un centro que se llama Despertadores Rurales Inteligentes para dar apoyo y tutorización a otros jóvenes y otros pueblos que quieran seguir su estela. “Es un último tren para salvar los pueblos que hay que coger”, concluye.