A mitad camino entre Zaragoza y Teruel, la laguna de Gallocanta mira hacia el cielo para contemplar el espectáculo del vuelo de despedida de las grullas. Los movimientos migratorios han comenzado este mes de febrero con el censo a la mitad que el año pasado. De las 17.757 que había censadas en el terreno justo hace un año han pasado a las 7.597, según los últimos datos del Gobierno de Aragón, a 30 de enero. El motivo no es otro que la borrasca Gloria, que con su manto de nieve cubrió los alimentos que necesitan para sobrevivir estas aves.
Explica la vicepresidenta de la Asociación Amigos de Gallocanta, Pilar Edo, que la climatología influye en el ciclo de los movimientos migratorios de las grullas, que comienza desde Europa occidental entre octubre y noviembre, y finaliza entre febrero y marzo. La laguna de Gallocanta es un “punto de parada” en el viaje de estas aves hasta las zonas más cálidas de España, como Andalucía o Extremadura, donde aprovechan para descansar. Aunque hay algunas que se quedan durante toda la invernada.
Los movimientos migratorios, sin embargo, no se detienen. Durante los meses otoñales e invernales el total de grullas que se concentran en la laguna de Gallocanta puede variar significativamente. Ejemplo de esto son los datos del pasado noviembre. Mientras que el día 7 había 4.109 grullas, el día 14 la cifra había ascendido hasta las 35.092. El cambio climático no afecta a la cantidad de aves que llegan al territorio, apunta Edo, sino a los ciclos naturales de sus migraciones.
La distinguida laguna, además, ha dejado atrás los años de sequía y, según calcula la vicepresidenta de Asociación Amigos de Gallocanta, podría superar una profundidad media de 40 centímetros cúbicos. Una cifra poco habitual en estas fechas y difícil de precisar, dice, por el viento de la zona. De nuevo, la borrasca Gloria sería la culpable de estos altos niveles.
Hasta el año que viene
La Asociación Amigos de Gallocanta organiza anualmente dos fiestas en homenaje a las grullas. Una de ellas en noviembre a modo de bienvenida y otra en febrero, como despedida. El pasado fin de semana se celebró esta segunda con una docena de actividades, dedicadas a conocer más y mejor a estas singulares aves. El buen tiempo incitó la participación, que superó las 300 personas en algunas actividades. Y batió récords de asistencia en las rutas más tempranas.
Relata Edo que desde la asociación organizan tres rutas de campo durante estas jornadas para ver la salida de las grullas del dormidero, la llegada y un paseo interpretativo. La primera de estas arrancó a las siete y media de la mañana y contó con una participación “poco habitual” de unas 50 personas. Después tuvo lugar el paseo interpretativo por el territorio, con un taller ornitológico y prestando atención a los elementos patrimoniales de cada municipio, que fue respaldado por unas 80 o 90 personas, según Edo, gracias al carácter familiar de esta actividad. Y, por último, la llegada de las grullas al dormidero al atardecer, con más de un centenar de visitantes.
El programa se completaba con talleres infantiles, presentaciones de libros, mercadillos y conferencias en las localidades cercanas a la laguna, como Gallocanta, Bello o Tornos. También contaron con un concierto del folk y el evento terminó con una comida popular. Ahora las grullas hacen la maleta y, desde ahora hasta la primavera, irán emprendiendo el viaje hasta Europa Occidental.