Un Volkswagen Golf azul y blanco del año 87 ofrece su último empujón en el tramo final hacia la meta, que supone el segundo que marca la diferencia y lo posiciona en el primer puesto. Debajo del casco que lo conduce se encuentra Paloma Meseguer, una pilota que lleva la aventura en la sangre, tras ver a su padre correr rallies durante muchos años. Su habilidad y su experiencia desde los 18 años en la organización o como copiloto la han llevado a debutar este año como pilota de rallies de asfalto. “Aún recuerdo mi primer coche, un Corsa del 91 sin dirección asistida que solo tenía 60 caballos y aun así salí a correr, porque además tuve la suerte de que mi pareja también corría, y fuimos un equipo”, explica. Desde entonces ha logrado posicionarse como ganadora en la categoría de Damas en el slalom, la base para iniciarse en este deporte, o subcampeona de Aragón de rally de asfalto como copilota.
Sin muchos referentes femeninos a excepción de nombres como Michèle Mouton, conocida como “la reina de la velocidad”, que fue campeona del mundial de rally en 1982, o Jutta Kleinschmidt, la única ganadora del Rally Dakar, sus pasiones nacen normalmente en el seno familiar. Al igual que Paloma, Laura Bonillo también comenzó la afición por su padre, Andrés, que llegó a ser campeón de Aragón de rallies de asfalto en 1998 y por su hermano Luis. “Hemos crecido en los circuitos, para nosotros las carreras son una gran familia desde siempre. Yo tenía claro que quería ser piloto pero con 14 o 15 años lo veían como una locura, ahora el mundo está más abierto a las mujeres”, cuenta Bonillo.
Decidió centrarse en tener trabajo estable y familia para poder volver a la pista con su primer coche de carreras, un Peugeot 106. Con él compitió en slalom y en 2019 debutó en rallysprint de Borja (Zaragoza) como pilota y ganó el campeonato en la categoría femenina. “Fui la persona más feliz del mundo en ese momento. Para mi es lo mejor que puedo hacer, una oportunidad de hacerlo porque mucha gente no puede”, confiesa Laura.
Las mujeres debajo del casco
En un deporte dominado en su mayoría por hombres, hay muchas mujeres como Paloma o Laura que intentan hacerse un hueco. Tal como indica la Federación Aragonesa de Automovilismo (FADA), existe una brecha de género en todos los niveles, sobre todo en el deporte, donde los hombres representan el 94% y ellas el 6% restante, destacando más licencias femeninas como copilotas. Este año la FADA ha comunicado que son las 23 mujeres han tramitado su alta como pilotas o copilotas.
En los puestos técnicos, el porcentaje de mujeres sube hasta el 17%, concentrándose en puestos de Secretaría o Comisario de Ruta. Aunque también cabe señalar el incremento de oficiales femeninas en las pruebas, con un total de 59 en Aragón, algunas de ellas en puestos importantes en la organización de las carreras.
Su apuesta por este deporte se basa en que se valora más la destreza mental que la física. “Son cifras importantes, antes era `voy a acompañar a mi padre o a un amigo Ì y ahora ya se están atreviendo a dar el salto. Nosotras hemos dado algún curso de iniciación y a las chicas les hace falta un empujón pero en el momento que dicen que son capaces, pueden hacerlo sin ningún tipo de miedo”, indica Paloma, que también es presidenta de la comisión de Mujer y Motor de la FADA.
Asimismo, una de las ventajas que tiene este deporte es que no importa la edad, sino la tranquilidad y la destreza para conducir. Eso permite que haya gente con clásicos compitiendo hasta los 80 años.
Marta Cabello dio el paso en 2018 con 38 años, aunque su pasión también se originó en la infancia gracias a su padre. Cuando él falleció, ella decidió dejarlo pero hace un par de años la animaron a volver a la pista con el slalom. “Me daba cosa presentarme por si me iba a encontrar con gente muy joven pero había más gente de mi edad y corremos con más cabeza porque con 20 estás un poco sin conocimiento”. El incentivo principal para seguir son las sensaciones, “cuando bajas y ves que ha salido bien es una sensación de plenitud y si han ido mal pretendo ser positiva, es un aprendizaje continuo”, manifiesta la corredora.
Una meta de poder adquisitivo
Los coches son los protagonistas en los circuitos, configurando las categorías según las cilindradas del motor. Participar en las carreras es una cuestión económica a la que se suma la equipación de seguridad, el automóvil y la prueba o campeonato. “Esto es una pasión, porque si no tienes un nivel adquisitivo alto te toca invertir dinero, tiempo y muchos meses de preparación. Hay pocos pilotos reconocidos, vivir de ello es complicado”, incide Meseguer. La falta de dinero la ha condicionado, ya que deseaba poder dar el salto a piloto mucho antes pero no pudo hacerlo por la inversión que suponía.
“Tengo patrocinadores que me apoyan económicamente pero no lo suficiente para pagarme el campeonato. Mi sueño es correr un campeonato de España, sé que llegaré a hacerlo aunque solo sea una, porque una carrera del campeonato se te puede ir a 5.000 euros. Eso es lo que yo tengo para todo el año de presupuesto”, cuenta Bonillo. Además la pilota confiesa que tras el accidente que tuvo hace un par de semanas, ha tenido que hacer recortes, “tocó carrocería y todo lo que conlleva la reparación corre a mi cuenta. Si me vuelve a pasar lo tendré que aparcar y hasta que pueda volver a ahorrar y repararlo”, explica.
Muchos de los patrocinadores proceden de las amistades, como es el caso de Cabello, “de normal son amigos que tienen empresas, nosotras ponemos la publicidad en el coche y ellos o aportan ayuda económica o si por ejemplo tienen un taller me dejan sus instalaciones”.
También se suma la falta de cultura del automovilismo en Aragón, a diferencia de otras comunidades autónomas como Cataluña o Valencia. No es un deporte que sea especialmente reconocido, a pesar de circuitos como Motorland, que se ha convertido en un referente internacional, o el circuito de Zuera. “Ya no la participación femenina porque es algo que poco a poco se va integrando, yo me pongo el casco y soy uno más, sino que hay mucha afición al automovilismo pero nunca se le ha dado la visibilidad que se merece, se le da más al fútbol o al voleibol”, admite Bonillo.
Sin embargo, no faltan espacios que ofrecen a las nuevas generaciones alternativas como la FADA que ofrece cursos de comisario de ruta, cronometrador u oficial de director, lo que permite desarrollar desde dentro un deporte que reside principalmente en la pasión por el motor.