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“Las madres solas acceden a trabajos muy precarios porque tienen que coincidir con los horarios escolares”

Patricia Durán, presidenta de Amasol

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

La Asociación de Madres Solas lleva ya 18 años trabajando para reivindicar, visibilizar y mejorar la situación de familias monomarentales. Ahora, con esa mayoría de edad asociativa, se han marcado otro reto: empezar a atender también las familias encabezadas sólo por un hombre. Patricia Durán (La Habana, Cuba, 1970) preside Amasol en Aragón.

¿Las familias monoparentales siguen estando invisibilizadas?

Sí, es un modelo familiar bastante desconocido, a pesar de que está creciendo de forma acelerada. Según los datos publicados en el IV Informe de Monoparentalidad y Empleo en octubre del 2017, ya rozamos los 2 millones de familias en España, es decir, han crecido un 3,6% más que el año pasado. Ahora, el 10% de las familias españolas son monoparentales; podemos fijarnos en que, por ejemplo, las familias numerosas sólo son el 6% del total. Por eso, la realidad se va imponiendo y las familias monoparentales se van visibilizando. Además, teniendo en cuenta que el riesgo de pobreza afecta al 53,1% de las familias monoparentales frente al 28,6% del total de familias, las monoparentales se empiezan a ver en servicios sociales y las administraciones están empezando a darles respuesta.

¿Cuáles son las causas más habituales para que se creen este tipo de familias?

La principal vía de acceso a este tipo de familias son separaciones y divorcios. Por supuesto, hay familias que acceden -aunque no me guste el término- por ser “madres solteras”, con hijos con los apellidos de la madre porque el padre es desconocido, o conocido, pero que se ha desentendido de ellos. También están las madres por elección, que son las madres a través de fecundación in vitro o de otros métodos clínicos, las madres viudas... Además, se consideran situación de monoparentalidad cuando uno de los miembros de la pareja permanece durante más de un año en prisión, hospitalizados... Nosotras, en Amasol, utilizamos indicadores relativos a los ingresos para establecer baremos en la prioridad de acceso a determinados servicios.

¿Están aumentando las familias monoparentales o monomarentales por decisión propia?

Sí, han aumentado bastante las familias con madres que han accedido a la maternidad a través de un proceso de fecundación in vitro. Pero yo hablaría también de familias por voluntad propia, que también han aumentado, en aquellas formadas por separaciones o divorcios. Cuando creamos Amasol, había abandonos del hogar, es decir, uno de los miembros de la pareja no tenía esa voluntad de separación, no era su elección. Ahora, muchas de las mujeres separadas que vienen a Amasol han decidido romper la pareja porque han entendido que su relación no era saludable. Por eso, ya no vienen con tanto duelo, agravado por situaciones de violencia de género, como ocurría en un inicio. Ahora observamos un mayor empoderamiento y más libertad de las mujeres para elegir la monomarentalidad.

¿Qué supone que una familia sea monomarental en lugar de monoparental?

Afecta desde todos los puntos de vista. Aunque parezca algo antiguo o del pasado, todavía son familias muy estigmatizadas. A lo largo de nuestra trayectoria, nos hemos encontrado con mujeres que sienten vergüenza, simplemente, porque piensan que su modelo familiar es negativo, por no tener un apoyo, por la presión social que marca que una familia completa y en condiciones cuenta con un hombre. Continúa siendo un problema, también, a la hora de ir a buscar empleo: que presuponen que una madre de familia monomarental producirá menos porque será una mujer agotada, sin capacidad ni posibilidad de formarse, que va a tener siempre bajos recursos, que va a faltar al trabajo...

¿Atendéis tanto a familias monomarentales como monoparentales?

Ahora mismo sólo atendemos a familias encabezadas por mujeres porque esta entidad surgió en el año 2000 para reivindicar y hacer visible la monoparentalidad de las mujeres, dado que el 82% de estas familias están encabezadas por mujeres. Ser mujer implica a una serie de desigualdades a cualquiera; en estas familias, el hecho de ser mujer también es un factor negativo. Sin embargo, ahora mismo, la entidad está en un proceso de ampliación, para atender también a familias encabezadas por hombres. Estamos ahora mismo en un tránsito para pasar a ser fundación, con la idea de pasar a llamarnos Fundación de Familias Monoparentales. Nos escriben muchos hombres, padres de familias, pidiéndonos que la entidad también les represente y les dé servicios.

¿Por qué hacéis este cambio? ¿Por esa demanda?

Sí, porque existe una demanda y un vacío. La administración no llega: no hay capacidad y, sobre todo, no hay especialización ni conocimiento de los problemas específicos de este tipo de familias. Aquí en Aragón, atendemos familias derivadas por la administración, desde el servicio de tutela de menores hasta de un hospital, pasando los servicios municipales, y también a personas que se ponen directamente en contacto con nosotras.

¿Cuáles son vuestras principales demandas?

Son familias con una sola persona que asume toda la carga, con lo que uno de los problemas más importantes es la imposibilidad de conciliar los tiempos personales, laborales y familiares. El problema de conciliación es general, por cómo se organizan los tiempos en la sociedad, pero para estas familias se convierte en un problema aún más grave porque, con frecuencia, carecen de redes familiares y sociales. Esto implica que estas madres tengan trabajos muy precarios, de empleo doméstico, de limpieza… porque tienen que coincidir más o menos con los horarios escolares. Al final, la familia va entrando en un círculo de pobreza, pagar el alquiler se convierte en un infierno. De todas las familias con las que trabajamos, sólo un 3% tiene vivienda propia, en régimen hipotecario. La mayoría conviven con otros familiares, con las familias de origen, con otras madres solas... y muchísimas en viviendas de alquiler social o en pisos tutelados por determinadas entidades. Otro asunto que nos preocupa muchísimo es la pobreza infantil: en este colectivo, cuando la madre está en paro afecta a tres de cada cuatro niños y cuando trabaja la madre, más de la mitad de los niños sigue estando en situación de pobreza. Con tanto sobreesfuerzo, las familias sufren estrés. A mí siempre me preguntan si la monomarentalidad es, en sí misma, un problema. No lo es. Los problemas son generados porque, al no existir apoyos específicos, la familia se queda al descubierto y finalmente, cambian de casa en casa, de colegio en colegio, los niveles de enfermedad son bastante acusados, pobreza energética... En el día a día vemos situaciones límite.

¿Qué medidas podrían romper ese círculo vicioso?

Tenemos casi una carta a los reyes magos, pero lo fundamental sería el acceso prioritario a viviendas de alquiler social, porque es uno de los problemas que más golpean al colectivo. En el ámbito educativo, también hay que apoyarles en todo: servicios de madrugadores, comedor, transporte público... Al ser una sola persona, con un solo salario, siempre habrá más precariedad que en otras familias. Hay que tener en cuenta que, de las familias que atendemos, muy pocas llegan a ingresos superiores a los 1.000 euros. También pedimos medidas fiscales que nos apoyen; por ejemplo, incentivos para las empresas que contraten a madres solas, porque todavía detectamos el estereotipo de que son madres que pueden faltar más a su puesto de trabajo. En cuanto a la conciliación, hemos pedido siempre espacios donde los menores puedan estar acompañados y atendidos de 8 de la mañana a 12 de la noche, de forma que las madres pudieran hacer uso de este servicio de forma arbitraria, es decir, que no es que estuviesen allí todo ese tiempo, sino en función de los horarios de los familiares y también en los periodos no lectivos.

Ese estereotipo del absentismo laboral entre las madres solas, ¿se corresponde con la realidad?

No, en absoluto. Son madres que necesitan mucho el trabajo: es su sustento, el único ingreso a la unidad familiar. Son familias que se organizan como sea, cualquier cosa antes que faltar al trabajo, que es su prioridad. Lamentablemente, incluso hemos detectado casos de menores que se quedan solos mientras la madre trabaja. Precisamente, estamos llevando a cabo un programa para intentar contactar con empresas que promuevan la contratación de madres solas. Destacamos las habilidades y capacidades que tenemos contrastadas: organización, superación, autonomía, capacidad de afrontar situaciones de presión y estrés, gestión de cuentas y recursos, la responsabilidad y el compromiso… Son mujeres muy resolutivas, polivalentes, muy comprometidas, muy creativas... La realidad que viven les obliga a tener todas estas capacidades.

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