Trece años de silencio: Labordeta, entre icono popular e incordio institucional

Eduardo Bayona

17 de septiembre de 2023 21:54 h

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José Antonio Labordeta fue un señor que murió en 2010 con 75 años —este martes hace trece— aunque su personaje, que comenzó a nacer allá por 1968, con aquel EP (extended play) de cuatro canciones titulado Andros II que al año siguiente secuestraría la censura franquista, continúa vivo en una sociedad aragonesa que sigue coreando clásicos como el ‘Canto a la libertad’ o ‘La albada’ que artistas como La Ronda de Boltaña o Carmen París mantienen en sus repertorios.

Labordeta, quizás uno de los iconos de mayor raigambre popular en Aragón, vistas la muchedumbre que pasó por su capilla ardiente en el Palacio de la Aljafería el 19 y el 20 de septiembre de 2010 y la energía que siguen desatando esos himnos décadas más tarde, siempre le resultó molesto a los sectores más conservadores, o quizás no tanto, de la sociedad aragonesa.

A finales de los sesenta, por afirmaciones de calado tan revolucionario como que los leñeros “se quedaron sin la leña, sí con hambre y soledad”, cuando volvían de venderla en la ciudad o por cantarle al pequeñoburgués que “va hacia la oficina” y “muere cada día” sin llegar a comprender “cuál es tu buen camino”; y tras el cambio de siglo, por otras como aquel “váyanse a la mierda” con el que prácticamente cerraba su carrera parlamentaria como diputado de Chunta Aragonesista.

Esa figura de incordio que José Antonio Labordeta encarnó para sectores sociales en los que la mojigatería, que no es sino la exageración de los recelos morales y religiosos, siempre tuvo más peso que cualquier otro componente ideológico, sigue conviviendo en el Aragón actual con la de arraigo popular, con aquella cuya proyección obligó el año pasado al Ayuntamiento de Zaragoza de PP y Cs con Vox a recuperar el cante del ‘Somos’ como cierre oficioso de los Pilares.

La fundación mantiene la actividad

Mientras tanto, y desde hace ya ocho años, la Fundación José Antonio Labordeta, gestionada por la familia del cantautor y político, mantiene su funcionamiento en un local situado en la esquina de las calles Mariano Barbasán y Latassa y cedido por el Gobierno de Aragón.

“La fundación sigue abierta, mantenemos la actividad”, explica Ángela Labordeta, una de sus hijas, desde la sede, en la que sigue siendo posible conocer una parte del legado del cantautor, con atención al público por la mañana y visitas guiadas. La fundación, que incluye una reproducción del despacho en el que trabajaba Labordeta, también dispone de una muestra itinerante de la exposición ‘Canto a la libertad’ que ha recorrido numerosos puntos de la geografía aragonesa y que ahora tiene su siguiente parada en Calatayud.

Este martes se presenta en la sede de la fundación el libro ‘¿Dónde vas Labordeta?’, un cómic que firman Carlos Azagra, Encarna Revuelta y David Viñuales y que explora, con la aparición de personajes como San Lamberto o Agustina de Aragón, los entresijos de las rutas y visitas que dieron lugar a la serie televisiva ‘Un país en la mochila’.

El ajado aspecto de la sede

La sede de la esquina de Barbasán con Latassa, cercana a la vivienda en la que residían los Labordeta, presenta un ajado aspecto exterior, con ambas fachadas plagadas de grafitis, también sobre las cristaleras que recuerdan algunos de los versos más conocidos de Labordeta.

“Me la suda”, puede leerse en trazo grueso, de brocha, sobre una cristalera que replica versos clásicos del cantautor y poeta como “caminaremos / hasta el instante / en que en la lluvia crezca / la libertad” o “caminaremos / hasta el momento / en que las manos / sean fraternidad”, mientras rayotes de grosor similar embadurnan otras cuartetas clásicas como “somos/ igual que nuestra tierra / suaves como la arcilla / duros del roquedal” o “recuérdame / como un árbol batido / como un pájaro herido / como un hombre sin más”.

La imagen supone toda una metáfora de la evolución de los tiempos esculpida a base de vandalismo, de una mezcla de olvido y desmemoria de la tierra que uno pisa y el país que uno vive y, también, de desidia.

La fundación se ha mantenido en sus primeros ocho años de existencia gracias a actividades como la edición de libros, la organización de conciertos y la venta de material impreso y audiovisual sobre Labordeta, a lo que se suman las ayudas públicas.

El Gobierno de Aragón elevó el año pasado la suya de 20.000 a 60.000 euros anuales al asumir la de 40.000 que el Ayuntamiento de Zaragoza, gobernado por una coalición de PP y Cs sustentada por Vox, decidió retirar al ponerlo esta última formación como condición para apoyar los presupuestos de 2023.