Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
El tempo alterado de Pedro Sánchez
Manejar los tiempos es una de las claves de la gestión política. Hay que hilar fino a la hora de decidir cuándo y en qué orden se da cada paso relevante, o se anuncia qué medida o qué propuesta o qué nombramiento o qué destitución. Hay políticos a los que se les ve venir de lejos; políticos que, como los futbolistas obvios, anticipan tanto la intención de un pase -“lo telegrafían”, como dicen los cronistas deportivos- que le dan tiempo al rival a abortárselo. Otros, en cambio, juegan al despiste, a la sorpresa o incluso al sobresalto en el uso de los tiempos, del tempo.
Es muy probable que el presidente del Gobierno y su equipo estén estos días muy enfrascados con los tiempos. Tienen que decirle a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, cuándo puede encajar en la agenda de Pedro Sánchez el debate la moción de censura que le ha presentado Vox, con Ramón Tamames de candidato alternativo. Hay que decidir también cuándo se hace la minicrisis de Gobierno para que salgan del Ejecutivo Reyes Maroto y Carolina Darias, que, como se anunció en noviembre pasado, irán de candidatas socialistas a las alcaldías de Madrid y Las Palmas, respectIvamente, en las elecciones del 28 de mayo próximo. Hay que decidir así mismo, y sobre todo, si ya que se retoca un poco el Gobierno por estas razones de calendario electoral se aprovecha para retocar algunas otras carteras. Hay que decidir, en fin, si se reacciona o no con alguna medida política contundente a las gruesas descalificaciones (“¡fascistas!”) que desde el socio minoritario del Ejecutivo, Unidas Podemos, se le han soltado al socio grande, el PSOE, en la pugna por la reforma de la ley del 'solo sí es sí'.
Las fechas del debate de la moción de censura ha de ponerlas la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, pero ha de tener en cuenta la agenda del Gobierno. Se barajó hace días que se celebrara la próxima semana, en concreto a partir del martes 14, pero se ha descartado. Ahora se especula con que sea “antes de Semana Santa”, y si es así tendrá que hacerse o en la semana del lunes 20 o en la del lunes 27. Justo las mismas fechas -“finales de marzo”- en que Presidencia del Gobierno tenía previstas las salidas de Maroto y de Darias del Consejo de Ministros. Hace meses no era así, en noviembre se pensaba estirar todo lo posible la visibilidad pública de las ministras candidatas, como en su día se hizo con Salvador Illa, que dejó el ministerio justo al borde del comienzo de la campaña electoral catalana.
En esas estaba el equipo de Sánchez en Moncloa, en decidir si políticamente convenía afrontar primero la moción de censura y después la minicrisis del Gobierno, o viceversa, cuando la crisis interna de Ejecutivo por la ley del 'solo sí es sí' y por la bandera feminista ha abierto otras hipótesis. Los tiempos, el tempo, se han alterado.
Hasta hace pocas semanas, se diría que Sánchez no tenía previsto prescindir de su socio de Gobierno ni siquiera al final del mandato, cuando previsiblemente a primeros de octubre disuelva las Cortes y convoque elecciones. Pero si la enorme grieta en el Ejecutivo no se cierra o incluso va a más, es posible que cambie de opinión y dé un golpe encima de la mesa. Hay otro elemento que seguramente el presidente del Gobierno tendrá en cuenta antes de tomar una decisión. Lo que pase a su izquierda. Si Yolanda Díaz logra consolidar su liderazgo en ese espacio y garantizar que a la izquierda del PSOE no habrá más que una lista con capacidad de arrastre de voto en muchas circunscripciones en las próximas elecciones generales. Tanto en PSOE como en Sumar saben que, si se divide el voto a la izquierda de los socialistas, las posibilidades del tándem Feijóo / Abascal de llegar a la Moncloa crecen, y mucho.
Manejar los tiempos es una de las claves de la gestión política. Hay que hilar fino a la hora de decidir cuándo y en qué orden se da cada paso relevante, o se anuncia qué medida o qué propuesta o qué nombramiento o qué destitución. Hay políticos a los que se les ve venir de lejos; políticos que, como los futbolistas obvios, anticipan tanto la intención de un pase -“lo telegrafían”, como dicen los cronistas deportivos- que le dan tiempo al rival a abortárselo. Otros, en cambio, juegan al despiste, a la sorpresa o incluso al sobresalto en el uso de los tiempos, del tempo.
Es muy probable que el presidente del Gobierno y su equipo estén estos días muy enfrascados con los tiempos. Tienen que decirle a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, cuándo puede encajar en la agenda de Pedro Sánchez el debate la moción de censura que le ha presentado Vox, con Ramón Tamames de candidato alternativo. Hay que decidir también cuándo se hace la minicrisis de Gobierno para que salgan del Ejecutivo Reyes Maroto y Carolina Darias, que, como se anunció en noviembre pasado, irán de candidatas socialistas a las alcaldías de Madrid y Las Palmas, respectIvamente, en las elecciones del 28 de mayo próximo. Hay que decidir así mismo, y sobre todo, si ya que se retoca un poco el Gobierno por estas razones de calendario electoral se aprovecha para retocar algunas otras carteras. Hay que decidir, en fin, si se reacciona o no con alguna medida política contundente a las gruesas descalificaciones (“¡fascistas!”) que desde el socio minoritario del Ejecutivo, Unidas Podemos, se le han soltado al socio grande, el PSOE, en la pugna por la reforma de la ley del 'solo sí es sí'.