La Benéfica, el proyecto cultural con el que Rodrigo Cuevas busca “crear territorio”
Nace con el objetivo de ser polo tractor de otros movimientos culturales, intergeneracionales, comunitarios, del pueblo y nada conceptuales. Conecta y colabora con el sentimiento identitario
Este 20 de mayo se vivió uno de los momentos más esperados en Asturias desde que saliera el crowdfunding de La Benéfica en L' Infiestu (Piloña), un teatro con una historia centenaria que aspira a convertirse en espacio cultural comunitario en el rural. Un proyecto impulsado por el trío que conforman Nacho Somovilla, Sergi Martí y el agitador folklorista y cultural Rodrigo Cuevas que inauguraba la rehabilitación del tejado del edificio.
La Benéfica, como idea originaria, surgió allá por 1906 como una sociedad de socorro mutuo en una época en la que no existía la Seguridad Social. Un proyecto comunitario que prestaba asistencia social al pueblo. Veinte años más tarde se construye el edificio que en su día también fue teatro para acabar su vida útil como cochera. Hasta esta nueva reinvención en la que la historia se repite en cierta manera donde la nueva Benéfica vuelve a ser un proyecto comunitario con un fin social muy claro: “Ser contenedor y nexo de unión de otros proyectos, igual muy dispersos entre sí, y así hacer un tejido más sólido”, explica Cuevas unos días antes de la inauguración.
“Eso es lo más sencillo y natural que le puede pasar a La Benéfica, ser el contenedor de cosas que ya venían pasando. Es la inercia la que nos lleva a ello”, añade. Y es que todas las miradas están fijas en un proyecto del que se espera que sea polo tractor de otros movimientos culturales, intergeneracionales, comunitarios, del pueblo y nada conceptuales. Una manera de hacer territorio y de hacer cultura, pero esa cultura llana, accesible, que conecta y que colabora a ese sentimiento identitario, de pertenencia y de orgullo. Porque en las zonas rurales también surgen iniciativas atractivas que contribuyen a fijar, a mantener población y a dar vida a los pueblos.
“La cultura crea territorio. Es lo que te hace pertenecer. Si no existen los lugares comunes, el lugar desaparece. Si no te sientes identificado, te da igual marchar y no volver. Se trata de hacer el lugar atractivo para vivir. A veces buscamos en sitios más grandes una vida interesante, emocionante. La gente busca relaciones sociales que se vertebren a través de la cultura, del conocimiento, y esto también pasa con una vida intelectual rica, no solo económica”, señala Rodrigo Cuevas que habita en un pueblo no muy lejos de L' Infiestu, la villa y capital del concejo de Piloña.
“Nada sin la cultura, y a partir de ahí las variantes de la cultura. Hay una primera agricultura, o cultura territorial, que es la que puede construir la parte ecológica del territorio, y sin eso no hay aldea ni medio rural. Y a partir de ahí todo lo que tenga que ver con la cultura y que se integre en las aldeas, pueblos o villas es donde podemos encontrar nuevas posibilidades. Lo de Rodrigo Cuevas y La Benéfica es un ejemplo en una doble versión: ellos viven en una aldea pero la dimensión de lo que quieren hacer con La Benéfica no tiene sentido en la aldea, esto necesita una estructura un poco mayor: la villa. Y esa idea que tienen es una de las claves del futuro del mundo rural. La cultura en cualquiera de sus manifestaciones y éste es un ejemplo”.
Quien da esta explicación es Jaime Izquierdo Vallina, comisionado para el Reto Demográfico del Gobierno de Asturias y natural de Infiesto (“yo crecí corriendo y jugando en este entorno”) que el pasado sábado acudía a la inauguración tras haber participado en esta recompensa, una de las ofrecidas en el crowdfunding que sacaba este trío de las maravillas en su día para hacer de La Benéfica una realidad tras aquel flechazo de Cuevas buscando un espacio que permitiera crear nuevas oportunidades.
Siempre hablamos de llenar los pueblos de gente, pero queremos pueblos con gente, con cultura, con actividades. Y esto va de eso, de dar vida al mundo rural, que quiere tener programación cultural, de calidad. Estamos de enhorabuena
Y cubrir también huecos donde lo institucional no llega, pero ahí está el poder de la sociedad civil. “Este proyecto, y en general lo que trajo Rodrigo Cuevas a Asturies, a Piloña, y con todo lo que está haciendo a todos los niveles, es vida para Asturies. Siempre hablamos de llenar los pueblos de gente, pero queremos pueblos con gente, con cultura, con actividades. Y esto va de eso, de dar vida al mundo rural, que quiere tener programación cultural, de calidad. Estamos de enhorabuena”, afirmaba Xosé Antón Fernández, más conocido como Ambás, otro folclorista reconocido en la región desde hace años.
Recopilador de cantares, romances e historias, además de enfermero, es consciente de la importancia de devolver al pueblo su cultura y el sábado participó contando un cuento en la fiesta de inauguración: “yo trato de llevar al pueblo lo que rescato de su patrimonio cultural, porque hubo una visión muy colonialista de entrevistar pero luego llevarlo a los teatros de las ciudades. Cántalo en este pueblo para la gente que te lo dio”, comenta “harto de ir a las grandes ciudades a todo”.
“No es solo mirar el pueblo para vivir, sino que hay cultura y no hay que ir a inventar nada. La cultura de Asturies es en los pueblos porque es la nuestra cultura. Poniéndolo en valor y con una perspectiva pero me parece muy importante llevarlo al 2023. Mientras no se pierda la identidad de los pueblos es muy bueno”. Así se manifiesta Enar Areces, una de las cabezas de la marca de ropa Puru Remangu que hace gala en sus diseños del orgullo de ser de pueblo. “Basta ya de centralizar la cultura en las ciudades cuando Asturies es mucho más diversa y hay mucho más allá. Éste es un ejemplo de que la gente está dispuesta a coger el coche, venir, quedarse una noche en un hotel, cenar en un chigre aquí y disfrutar de una gala en un teatro rehabilitado”.
Estas afirmaciones dan idea de eso en lo que se pretenda que se convierta La Benéfica porque, como dice Rodrigo Cuevas, “la gente de los pueblos también quiere divertirse”. Y habla de la necesidad de cambiar los relatos. “A mí me dicen que por vivir en un pueblo qué vida más retirada y tranquila llevo: la verdad es que no. Llevo una vida vertiginosa en el pueblo. Tampoco es todo como lo cuentan de las ciudades. La aldea es plural. Son las periferias, la diversidad. Y es aquí donde pasan las historias interesantes”.
A mí me dicen que por vivir en un pueblo qué vida más retirada y tranquila llevo: la verdad es que no. Llevo una vida vertiginosa en el pueblo. Tampoco es todo como lo cuentan de las ciudades
Izquierdo hablaba de una doble versión. La segunda derivada de esta ecuación es que “la cultura tiene que ver con el capital humano, con la genialidad que en este caso representa Rodrigo Cuevas, un folclorista que le da muchas vueltas al folclore, pero en Asiegu son los hermanos Niembro, por ejemplo. La cultura es el elemento desencadenante y a partir de ahí sucederán cosas”. Este geógrafo señala que el hecho de que se trate de un proyecto comunitario es “otra de las claves. Las instituciones llegan hasta donde llegan. Tienen un gran papel en algunas cosas, pero la iniciativa popular, comunitaria, es clave. Y si no hay comunidad, tampoco hay resultado”.
“Estas iniciativas del pueblo para el pueblo una vez más nos dicen el poder que tenemos y estáticos, lo anulados que estamos, lo malo que fue la cultura de la subvención. El pueblo tiene capacidad de moverse. También es verdad que hace falta gente que lo mueva. En este caso Rodrigo es una dinamizador que a ese nivel tiene una labor importantísima. Y unas van de la mano de otras: no habría esto ni antes no hubiera otros”, afirma Ambás.
Enar Areces también coincide en este punto: es “un caso de éxito, y hay algo que me parece muy destacable, el fenómeno Rodrigo Cuevas. No es tan fácil conseguir algo así, pero está trabajado desde lo comunitario, desde la humildad… esa cercanía y ese saber pedir colaboración y ayuda. Es clave para conseguir algo en el mundo rural”.
El fotógrafo Javi Roche viene y es de Zaragoza. Participó en el crowdfunding con la recompensa de la inauguración porque “me parece un proyecto de cultura comunitaria impulsado desde lo privado que es un ejemplo a seguir y, por supuesto, apoyar. Desde lo público a veces no se apoya, pero desde lo ciudadano podemos impulsar este tipo de proyectos”. Más de 500 kilómetros para acudir a Infiesto sin más razón que apoyar al proyecto: “nos vamos de vacaciones a otros muchos sitios, pues aprovechamos un evento como éste para venir a Asturias, dar una vuelta, ver amigos y pasar un fin de semana”.
Es muy importante en estos momentos tener muy en cuenta qué es lo que quiere la ciudadanía y en entornos rurales creo que es más fácil que en las ciudades. Creo que las relaciones en los pueblos son más sencillas, más fácil de coger el tino
A Roche le toca de cerca una iniciativa comunitaria como ésta: forma parte del colectivo que saca adelante, como puede, también hay que decirlo por los palos en las ruedas que recibe, otro proyecto comunitario como es Harinera ZGZ. En ella está implicada la sociedad civil, el asociacionismo y el Ayuntamiento de Zaragoza que, según su signo político, es más o menos colaborativo. “Es muy importante en estos momentos tener muy en cuenta qué es lo que quiere la ciudadanía y en entornos rurales creo que es más fácil que en las ciudades. Creo que las relaciones en los pueblos son más sencillas, más fácil de coger el tino. Y, si tienes un poco de tacto, sabes orientar mejor la oferta cultural a lo que quiere el pueblo”.
La Benéfica no es un local autogestionado, afirma Cuevas. Es un proyecto que surge con las aportaciones de la vecindad, de Primavera Sound, pero también con el apoyo de las instituciones. “En todo el pueblo existe ese sentimiento de lo hicimos entre todos” y señala esa “desafección” que se suele sentir cuando surge desde la Administración. “Esto es algo común, que es la diferencia con lo público. El sentimiento de pertenencia está presente, en cambio con lo público, aunque surge también de nuestros impuestos, no lo sentimos igual”.
En este sentido la propia consejera de Cultura del Principado, Berta Piñán, una de las escritoras en lengua asturiana más destacadas, también coincide en esa distancia. “Rodrigo consigue una cosa importantísima, que es implicar a la gente de los pueblos. A veces la cultura parece que viene desde arriba y la gente se queda un poco fuera del proyecto. En este caso el discurso político y de fondo de Rodrigo es que eso no pase, que cada uno aporte lo que tiene, y en los pueblos la gente tiene muchísimo. Es un proyecto concebido desde la base que aúna modernidad con tradición, que es en realidad donde estamos y donde debemos estar”.
Otra de las claves es la intergeneracionalidad. No en vano La Benéfica está frente por frente de la residencia de mayores, un lugar al que Rodrigo acude y con el que participa. “Yo creo que ésa es una grandísima clave. No podemos olvidar que somos una especie de transmisores de un legado que está ahí, y que tenemos que transmitir también ese legado, la lengua asturiana, el folclore, la tradición… todo forma parte de lo mismo. Una cultura, un país, una identidad se construye desde muchas partes. Y desde luego La Benéfica va a ser un ejemplo, que anime a la gente en todos los rincones de esa Asturies despoblada y que necesita que la empujemos constantemente. Espero que anime a hacer proyectos de mayor o menor calibre, no importa: lo que importa es que se hagan y salgan adelante”, añade Piñán.
Hay saberes, conocimientos, que pasan casi desapercibidos y en los que hay que hacer un gran trabajo de confianza y búsqueda para encontrar esos maestros transmisores
Los retos
La Benéfica tiene también otros retos, como explica Rodrigo Cuevas. Por un lado la formación, un espacio de conocimiento, de intercambio, de aprendizaje de artes tradicionales. “Un espacio que pudiera transmitir y profesionalizar. A través de la pedagogía se pueden trabajar otras muchas cosas, como la intergeneracionalidad. Hay saberes, conocimientos, que pasan casi desapercibidos y en los que hay que hacer un gran trabajo de confianza y búsqueda para encontrar esos maestros transmisores”. Por otro lado, una especie de residencia de artistas, un lugar de creación.
Afirma que “hay cosines que van saliendo” y señala que en el propio concejo hay mucho asociacionismo, como La Kadarma, Les Ablanes, el Memorial María Luisa, El Prial, Bocanegra… “hay mucha trayectoria pero igual les faltaba espacio. Asturies no se queda pequeña, sino que se queda grande. Es una muestra de todo lo que puede atraer Piloña. Nosotros evidentemente miramos afuera y los tres, Nacho, Sergi y yo, somos personas conectadas con lo de fuera, pero el ojo está puesto en lo local. Y eso es lo potente que no hay que tratar como algo menor”.
Esta explicación de Rodrigo quedó demostrada con lo que se vivió el sábado en La Benéfica. A lo largo del día ya hubo fiesta y actividades en el entorno del edificio: intervenciones artísticas, una performance de La xata la rifa, la Banda Municipal de Música de Pravia con unas animadas adaptaciones en las que también tomó parte la música lenense, Mapi Quintana, quien forma parte de la banda de Cuevas. Diversión que se trasladó a partir de las 8 de la tarde al interior en lo que fue muestra clara de lo que quiere ser La Benéfica.
Abrió la sesión Silvina Fresno, usuaria de la vecina residencia y valiosa informante para el patrimonio cultural. Hubo teatro costumbrista, lectura de poemas, la actuación de la cantante local Candela Álvarez, la de la revisionista de la tradición Marisa Valle Roso, en otra vida conocida cantadora de tonada y que puso los pelos como escarpias con su versión del Pozu María Luisa.
La gran cupletista Lilián de Celis, nacida en el vecino concejo de Parres, que escuchó atentamente a la historiadora local Irene Faza sobre la historia de La Benéfica. También hubo un momento para más folclore revisado, en este caso cántabro, de la mano de Casapalma y su techno y la participación de Rozalén, quien ya tiene carnet de asturianía tras “fermentar” en una sidrería en una anterior visita.
Rodrigo Cuevas subió al escenario en dos ocasiones, una para cantar con la artista manchega y otra con su vecino Roberto Vena, compañero musical en Tiembla Caperea. “Aquí todo es mucho más visible. Si está viva la villa, los pueblos de alrededor están vivos. Habrá pueblos que mueran pero hay que intentar que no sea así en las villas. Por el formato de nuestras vidas, es en ellas donde pasan las cosas. Es la descentralización centralizando en las villas. Antes desplazarse 15 kilómetros era más difícil. Ahora las cosas son diferentes”.
Una diferencia que es también oportunidad, que despierta curiosidad (hasta el lugar también se desplazó la actriz Alba Flores) y expectativas y que esboza nuevos panoramas que ubican al rural en el centro. Es decir, de cómo la cultura crea territorio.
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