La Coordinadora Ecologista de Asturias reclama un severo castigo penal por envenenar a animales en zonas oseras

Buitres leonados, perros, lobos y zorros son algunos de los ejemplares que han aparecido muertos en los últimos meses en zonas oseras de los municipios asturianos de Teverga, Quirós, Proaza, Yernes y Tameza y Mieres. Pero no es una novedad. La Coordinadora Ecologista de Asturias ha venido denunciando, de forma periódica, desde hace varios años el hallazgo de cadáveres de animales salvajes en estas zonas sin que hasta el momento se hayan producido detenciones por unas muertes que se atribuyen a envenenamientos.

Esta vez, sin embargo, su denuncia ha tenido más eco en la Fiscalía de Medio Ambiente del Principado de Asturias que ha recogido el guante y ha anunciado la apertura de una investigación. Los ecologistas confían en que las actuaciones alcancen a verificar la autoría y, sobre todo, a la imposición de un castigo penal severo.

El portavoz de la coordinadora, Fructuoso Pontigo, ha asegurado a Eldiario.es que los envenenamientos aparecen, de manera recurrente, desde hace décadas. Por ello, lamenta que, hasta el momento, no se hayan podido llevar hasta un tribunal de justicia a sus autores y confía en que esta investigación llegue hasta el fondo.

“Hay que vigilar la zona en busca de más animales o cebos envenenados”

La Coordinadora Ecologista de Asturias trasladó su denuncia a la Fiscalía de Medio Ambiente el pasado 20 de marzo. En ella solicitaba el inicio de las actuaciones de investigación y de sanción a que hubiera lugar para evitar daños sobre la fauna.

Asimismo, interesaba que las autoridades competentes intervinieran y realizaran una prospección de las zonas de estos cinco municipios para intentar detectar la presencia tanto de otros animales afectados como la presencia de cebos envenenados.

El furtivismo sigue ahí presente y sería importante disponer de una patrulla para vigilar estos casos durante todo el año y no como sucede ahora que sólo son unos meses

“Esta práctica delictiva afecta a especies protegidas como el oso pardo cantábrico o el águila real y tiene efectos negativos muy graves en la cadena trófica”, explica Fructuoso Pontigo.

La coordinadora considera que la administración del Principado de Asturias no pone el empeño necesario en perseguir delitos tan graves como es el uso de venenos para matar a los animales que resultan molestos.

“Envenenan a los animales de forma sistemática”

El portavoz ecologista pone el foco principal en el municipio de Teverga donde, según su impresión, hay un grupo “irreductible” de personas que se dedica a envenenar a los animales de forma sistemática. Añade que, al igual que ocurre con las oleadas de incendios, este hecho es cíclico y suele aparecer cada dos años.

“El furtivismo sigue ahí presente y sería importante disponer de una patrulla para vigilar estos casos durante todo el año y no como sucede ahora que sólo son unos meses”, se queja. Entre otras sustancias, la estricnina suele ser el veneno utilizado con mayor frecuencia.

Fructuoso Pontigo incide en que, desde 1995, esta práctica está tipificada como delito en el artículo 336 del Código Penal español, que contempla penas de entre seis meses y dos años de cárcel. Sin embargo, hasta el momento en Asturias, a pesar de las decenas de episodios de envenenamiento que se conocen en los últimos años, han sido muy pocos casos los que se han podido llevar ante los tribunales.

La Coordinadora Ecologista de Asturias hace hincapié en que el uso de veneno es una de las amenazas más graves para la fauna salvaje en España. “En los años 60 y 70 del siglo pasado el uso de cebos envenenados fue una práctica usual entre ganaderos y cazadores, práctica que poco a poco fue decayendo debido al nuevo ordenamiento jurídico y gracias a las labores de divulgación sobre las perversas consecuencias del uso de venenos en la naturaleza”, asevera.

“Es una práctica cruel que conduce a una muerte lenta y dolorosa”

En los últimos años se ha detectado un grave y muy preocupante repunte en su uso, volviendo a los alarmantes niveles de hace décadas, cuando era una práctica permitida. La utilización de venenos implica la eliminación indiscriminada de la fauna en general, sostiene la coordinadora, ya que es un método no selectivo que afecta a especies predadoras de todo tipo, carroñeras, omnívoras e incluso a animales domésticos.

“Además de ser una práctica cruel, que conduce a una muerte lenta y dolorosa por sofocación y parálisis muscular del animal, altera negativamente la organización de los ecosistemas”, corrobora. Tampoco apunta a que el uso del veneno puede tener repercusiones negativas en los seres humanos, ya que puede entrar a formar parte de la cadena alimenticia.

“En definitiva, este método ilegal de control no selectivo causa la regresión cuando no la extinción de la fauna, con el agravante de que las principales especies afectadas son muchas veces especies con un estado de conservación muy comprometido”, expone.

Para la coordinadora, el problema es aún más grave de lo que pueda parecer si se tiene en cuenta que solamente se detecta un pequeño porcentaje de los animales envenenados. “La inaccesibilidad de muchos lugares, la falta de un verdadero interés por parte de la administración y otros factores de diversa índole hacen que la mayoría de los cadáveres pasen inadvertidos, minusvalorándose por tanto la gravedad del problema”, concluye.