Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.
Campamentos urbanos contra la exclusión social
Los colegios cierran sus puertas y las aulas se quedan vacías. Llantos y emoción es el único sonido que oímos en las despedidas entre los alumnos y alumnas, familias y profesores y profesoras. “Qué duro es ver cómo no quieren irse del colegio cuando llega el verano”, nos cuenta la directora de uno de los centros educativos con los que colaboramos. Porque la situación que les espera en casa es muy complicada. Más de lo que debería ser para cualquier niño. De hecho, no es el único centro que nos cuenta cómo son las despedidas de un tiempo a esta parte; un reflejo de lo que sucede para muchos niños y niñas cuando las clases finalizan.
Gracias a iniciativas como La mochila para conocer mundo, en Ayuda en Acción este año estamos apoyando a cientos de niños y niñas de toda España con campamentos urbanos que organizamos junto a la Fundación Balia. En ellos, a través del ocio educativo de calidad conseguimos que el verano se convierta en un momento de disfrute y no en una situación de preocupación. Porque la pobreza infantil no se va de vacaciones, y nuestro apoyo a las familias en riesgo de exclusión social debe continuar una vez acabadas las clases.
El pasado 1 de julio acompañamos a estos niños y niñas a Buitrago de Lozoya. Comprobamos la ilusión y el nerviosismo de quien no ha salido de su barrio y tiene la oportunidad de conocer y disfrutar al mismo tiempo. Educadores, voluntarios y niños, juntos de excursión. No sólo se trata de salidas como la que hoy os contamos, sino que a través de estos campamentos urbanos se desarrollan todo tipo de actividades orientadas al desarrollo integral del niño o niña, como refuerzo educativo a través del juego; talleres con los que trabajan ejes transversales como la convivencia y las habilidades sociales; se les enseñan hábitos de higiene y se les conocer la pirámide de los alimentos para una adecuada alimentación… Estas fueron las razones que nos llevaron a colaborar con la Fundación Balia para organizar los campamentos de verano: el hecho de que el objetivo que persiguen sea el de potenciar la educación emocional y la educación en valores mediante hábitos de vida saludable.
Durante la excursión aprovechamos para hablar con Paula, una de las voluntarias, quien nos cuenta cómo el ambiente tan participativo e inclusivo que vio entre los niños le animó a involucrarse cada vez más en estas actividades. “Participar en este proyecto me ha aportado mucha experiencia y mucho aprendizaje. Y no sólo aprendo de las experiencias personales de los niños sino también de cómo ellos actúan ante ciertas situaciones”. Para ella, los campamentos de verano son imprescindibles “para que estos niños y niñas no se queden solos en casa y tengan cosas que hacer, tengan actividades… Y empleen el tiempo en cosas que de verdad interesan”.
Porque la situación muchas veces tan complicada en sus hogares, en los que hacer frente a los gastos diarios es un rompecabezas imposible de encajar, hace que niños y niñas de muy poca edad tengan que preocuparse por asuntos de adultos, y esto les hace aflorar emociones y sentimientos que no saben dónde colocar. Por ello, además de encargarse de su disfrute y ocio y de generar espacios en los que puedan volver a ser niños, mediante estos campamentos también se enseña a estos niños cómo manejar sus emociones y se les educa en valores.
No olvidemos que en España, la pobreza y exclusión social afecta ya a un 29’2% de la población; lo que se traduce en 13.567.000 personas que se enfrentan diariamente a esta realidad. Una cifra que afecta especialmente a los niños, entre los que ese 29’2% se eleva al 35’4%. Son más de 1 de cada 3 niños que viven bajo el umbral de la pobreza en nuestro país. 1 de cada 3 niños a los que tenemos que seguir apoyando durante el verano a través de iniciativas como los campamentos urbanos, con becas de comedor y actividades de ocio.
En Buitrago, contemplando cómo disfrutan los niños, hablando con voluntarios y educadores, nos damos cuenta de todo ello. Como Paula nos recuerda, lo más importante es que no dejan de ser niños. “Muchas veces me preguntan si todo esto no es muy duro. Pero ellos no dejan de ser niños, no dejan de jugar, de reírse, de pasárselo bien, de querer disfrutar, de enfadarse…”. Y sin este tipo de iniciativas no tendrían la oportunidad de ir a sitios como estos. Porque realmente de eso es de lo que se trata, de oportunidades.
Los colegios cierran sus puertas y las aulas se quedan vacías. Llantos y emoción es el único sonido que oímos en las despedidas entre los alumnos y alumnas, familias y profesores y profesoras. “Qué duro es ver cómo no quieren irse del colegio cuando llega el verano”, nos cuenta la directora de uno de los centros educativos con los que colaboramos. Porque la situación que les espera en casa es muy complicada. Más de lo que debería ser para cualquier niño. De hecho, no es el único centro que nos cuenta cómo son las despedidas de un tiempo a esta parte; un reflejo de lo que sucede para muchos niños y niñas cuando las clases finalizan.
Gracias a iniciativas como La mochila para conocer mundo, en Ayuda en Acción este año estamos apoyando a cientos de niños y niñas de toda España con campamentos urbanos que organizamos junto a la Fundación Balia. En ellos, a través del ocio educativo de calidad conseguimos que el verano se convierta en un momento de disfrute y no en una situación de preocupación. Porque la pobreza infantil no se va de vacaciones, y nuestro apoyo a las familias en riesgo de exclusión social debe continuar una vez acabadas las clases.