Qatar ha encontrado una solución para la subida de temperatura que ha sufrido en las últimas décadas. Si bien es probable que provoque que esta se incremente aún más. En los últimos años, Doha, su capital, ha visto cómo diversos sistemas de refrigeración se han implantado en mercados, aceras y centros comerciales al aire libre que permiten a los viandantes pasear por los escaparates sin sufrir los peligros de alcanzar los 46 grados. Recientemente, para la Copa del Mundial de Fútbol que acogerá en 2022, ha creado el primer estadio de fútbol con aire acondicionado y se propone aclimatar muchos más lugares exteriores para acoger el evento.
El estadio Al Janoub, el primero en el mundo construido con aire acondicionado, cuenta con un sistema que ha desarrollado el especialista Saud Abdul Ghani, que asegura poder crear grandes burbujas donde se disfruta de un microclima agradable. Bajo los 40.000 asientos del recinto, este ingeniero ha colocado respiraderos que lanzan aire frío que se desplaza, por su tendencia a bajar, hacia el campo de césped de los jugadores. Allí otros conductos redondos refuerzan la ventilación para conseguir que las temperaturas no excedan los 21 grados, incluso en los días de más calor.
Pero estos sistemas de aire acondicionado generan un círculo vicioso. Para producir aire frío se usan combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero que a su vez son la causa de que cada vez haga más calor.
“Qatar es uno de los lugares que se está calentando con más rapidez en el mundo, fuera del Ártico”, nos dice el científico climático que analiza las temperaturas mundiales de la organización independiente Berkeley Earth , Zeke Hausfather. “Según nuestros datos y los de la NASA, el país se ha calentado 1,5 °C desde 1960 y más de 2 °C desde el periodo preindustrial”.
Qatar utiliza el 60% de su electricidad para refrescarse y, según el Banco Mundial, es el país con mayores emisiones per cápita. Se calcula que la temperatura específica de Doha puede que haya aumentado unos tres grados y en las últimas décadas este crecimiento se está acelerando. En parte, por el auge de la construcción en su capital, pero también por el calentamiento acelerado de las aguas del Golfo Pérsico.
La manera de enfrentarse a esta amenaza hasta el momento ha consistido en utilizar su riqueza (según los datos de la CIA, su renta per cápita era de 124.000 dólares, solo por detrás de Liechtenstein) para construir grandes obras de ingería, sin embargo, los trabajadores de estos lugares quedan expuestos a un clima cada vez menos tolerable para el ser humano. En una investigación publicada en julio en Cardiology Journal, se estimaba que hasta 1.300 obreros nepalís podrían haber muerto por el calor entre 2009 and 2017, y un documental que la cadena de televisión alemana WDR emitió hace un año, mostraba las temperaturas insoportables que se sufrían en las obras para preparar el evento de fútbol.
Incluso la celebración del Campeonato Mundial de Atletismo este septiembre ha sufrido las condiciones extremas a las que está llegando el país. El maratón de mujeres, a pesar de retrasarse a las doce de la noche, tuvo que contar con un cuartel de especialistas en primeros auxilios y obligó a retirarse a 28 de las 68 participantes, muchas de ellas recogidas en sillas de ruedas.
Qatar asegura que la Copa Mundial de 2022 tendrá una huella de carbono cero. Según sus organizadores, todas las emisiones que produzcan los viajes en avión, los desplazamientos en coche o las horas que funcione el aire acondicionado se compensarán plantando un millón de árboles y con la compra de créditos de carbono que apoyarán proyectos certificados para reducir los gases de efecto invernadero. Su compromiso incluye otras medidas como la construcción de uno de sus estadios con un 88% de material reciclado o el uso de contenedores de transporte y componentes modulares que ayuden a reutilizar estas piezas una vez haya finalizado el evento.
Pero la cuestión es si de verdad esto supone una mejora. En el TimeOut de Doha, el centro comercial Katara Cultural Village se anuncia como un espacio al estilo europeo con plazas y espacios abiertos ideales para pasear con toda la familia. Con más de 500 respiraderos en el suelo, explica un reportaje, uno puede olvidarse de las temperaturas de 40 grados y los altos niveles de humedad mientras se pasea a unos 25 grados bajo los cielos azules.
Para muchos, esta es ya la única manera de disfrutar de la vida al aire libre. Para Zeke Hausfather se trata quizá de una especie de aviso. “Los cambios que se están produciendo allí ”, ha asegurado varias veces, “pueden darnos una idea de lo que podemos esperar en otros lugares si no se reducen los gases de efecto invernadero”.
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