Los riesgos que la minería puede comportar para la biodiversidad aumentarán a medida que se precisen más materiales para la producción de tecnologías renovables, lo cual, “sin una planificación estratégica”, hará que estas nuevas amenazas a la biodiversidad sean incluso mayores que las que se habrán evitado con la mitigación del cambio climático.
Así lo ha advertido el equipo de especialistas a cargo de un nuevo estudio publicado esta semana en la revista científica Nature, en el que plasman su investigación sobre la forma en la que los proyectos mineros del planeta –que afectan, según sus cálculos, a casi 50 millones de kilómetros cuadrados de la superficie terrestre– comprometen la conservación de la vida salvaje.
Contrastando cerca de 60.000 proyectos mineros (tanto preoperativos como en activo o ya cerrados) con zonas protegidas o de alta importancia para la biodiversidad, los investigadores han hallado que un 8% de estas minas están situadas en áreas protegidas, mientras que un 7% se encuentran en zonas de especial relevancia para la biodiversidad, y un 16% en alguna de las extensiones del mundo que todavía se mantienen relativamente libres de explotación humana (bosques boreales, la tundra del Ártico, el desierto del interior de Australia).
También han identificado que, de esas 60.000 minas estudiadas, el 82% extrae materias primas “críticas” para la fabricación de tecnología renovable como aerogeneradores o paneles solares.
Más minas en el futuro
En base a los resultados de su investigación, los científicos pronostican un aumento del impacto ambiental de la minería ligado a estas fuentes de energía limpia: “Descubrimos una mayor proporción de minas preoperativas que extraerán los materiales necesarios para la producción de energía renovable (83,9%) en comparación con las minas ya operativas que obtienen estos materiales (72,8%), y que las zonas mineras preoperativas enfocadas a los materiales críticos para las energías renovables también parecen más densas que las que se centran en otros materiales”, escriben los especialistas, y apuntan que un incremento en la densidad de las zonas mineras supone un riesgo adicional para la naturaleza.
Se da la paradoja, por tanto, de que aunque las renovables jueguen un papel esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y atajar la crisis climática –que en sí misma plantea consecuencias para la biodiversidad como la potencial extinción de los arrecifes de coral por la acidificación de los océanos–, los materiales que precisan estas tecnologías para producir energía limpia se extraen mediante proyectos mineros que también ponen en riesgo a la naturaleza. E incluso puede que más, sugieren los autores del estudio.
“La innovación en el sector de la energía es el ámbito en el que más se puede avanzar [para combatir el calentamiento global], pero como las energías renovables representan actualmente solo el 17% del consumo mundial de energía, es necesario que se produzcan aumentos significativos de la producción para eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles. Sin embargo, la producción de energías renovables también es intensiva en materiales, mucho más que los combustibles fósiles, lo que significa que la producción futura también aumentará la demanda de muchos metales”, advierten.
Planificación estratégica
A su juicio, las iniciativas de conservación son a menudo “ingenuas” en lo que respecta a los efectos negativos que las renovables tienen sobre el medio ambiente, entre los que destacan la huella espacial de los huertos solares y parques eólicos y los impactos de las actividades mineras asociadas al despliegue de estas tecnologías.
En concreto, el documento analiza los daños ambientales de las minas en un radio de 50 kilómetros desde la zona de extracción, y concluye que más del 14% de las zonas protegidas, donde las prospecciones y extracciones mineras están prohibidas, cuentan con minas de metal dentro o en torno a sus fronteras.
Así, los autores destacan la “necesidad urgente” de comprender la magnitud de los riesgos que la minería comporta para la biodiversidad y de “tenerlos en cuenta estratégicamente en los planes y políticas de conservación”. Sin embargo, lamentan, “ninguna de estas posibles compensaciones se tiene en cuenta seriamente en las políticas internacionales sobre el clima, ni tampoco se abordan las nuevas amenazas de la minería en los debates mundiales en torno al Plan Estratégico de las Naciones Unidas para la Diversidad Biológica”.
“Dado que existen pruebas de que los recursos minerales conducen a la degradación, la reducción de tamaño y la desagregación de las áreas protegidas en todo el mundo, es fundamental reducir aún más las amenazas de la minería para las zonas protegidas, fortaleciendo su gobernanza y gestión, si se quiere que los esfuerzos de conservación aseguren la biodiversidad”, concluyen.