La crisis climática aviva el debate sobre la seguridad en la ascensión al Mont Blanc
A finales de agosto, las autoridades locales desaconsejaron la ascensión al Mont Blanc, el pico más alto de Europa, por el riesgo de desprendimiento de rocas debido a las altas temperaturas. Semanas antes, un tribunal condenó al célebre alpinista y guía de montaña Christophe Profit al pago de una multa de 600 euros –la fiscalía pedía 4.000 euros– por retirar unas estacas de seguridad como acto reivindicativo en una de las rutas de ascenso al pico.
La sentencia, que ha levantado un gran revuelo en la comunidad alpinística, aviva el debate sobre la seguridad en la montaña en un contexto de cambio climático. Más de 20.000 personas intentan ascender a su cima cada año. Esa cifra tan elevada, unida a la importante cantidad de pretendientes que llegan con limitada experiencia previa, sitúa el índice de siniestralidad en niveles preocupantes: cada año desde la década de 1990 pierden la vida entre 10 y 20 personas en sus diferentes rutas. Profit ha reivindicado que su gesto fue precisamente para garantizar la seguridad de los alpinistas, limitando el acceso a los más experimentados. Aquí reconstruimos un caso que enfrenta dos visiones de ver la montaña.
La espoleta se encendió a raíz de la última acción reivindicativa llevada a cabo por Profit, alpinista de 62 años que sentó las bases de una auténtica revolución en el alpinismo, con su visión de incorporar la velocidad a las ascensiones de alta dificultad técnica, básicamente en los Alpes.
El alpinista y guía retiró durante el verano de 2022 cuatro estacas metálicas de 1,80 metros de longitud, previamente colocadas por la compañía de guías de Saint Gervais, de acuerdo con los guías de Chamonix, en la zona de la arista de Bosses (a unos 4.600 metros).
A pesar de que Christophe Profit confesó y devolvió las estacas a la comuna, Jean-Marc Peillex, alcalde de Saint-Gervais-les-Bains, una de las comunas situadas a los pies del Mont Blanc y por cuyo territorio transitan varias rutas a la montaña, lo aprovechó para interponer dos demandas contra él: una por poner en peligro la vida de terceras personas y la otra por robo. La primera de ellas fue desestimada por la corte, al considerar que no tenía fundamento. En la vista celebrada el pasado mes de abril, su defensa argumentó que esa acción no era constitutiva de robo, sino que fue realizada como un acto militante, precisamente a favor de la seguridad de las personas. El argumento era que los alpinistas demasiado inexpertos como para necesitar dichos anclajes deberían considerar otras opciones antes de enfrentarse a una ruta que está por encima de sus posibilidades. El alpinista se negó a aceptar un acuerdo prejudicial en el que admitía su culpa, empeñado en reivindicar su forma de entender la montaña.
“El Mont Blanc es un tesoro natural que merece ser preservado. Debemos promover un enfoque más responsable y autónomo en la escalada para proteger el entorno y fomentar el respeto hacia este impresionante lugar”, aseguraba este veterano en una entrevista publicada por la revista especializada Montagnes Magazines.
Frente a ese criterio se alzaba el del alcalde de Saint Gervais, enfocado en ‘democratizar’ la montaña y defender el negocio que tanta riqueza proporciona a su municipio. “Las estacas y cuerdas son una herramienta esencial para garantizar la seguridad de quienes ascienden y promover una experiencia accesible y memorable para todos”, decía Peillex a Le Dauphiné Libéré. Durante el juicio insistió en que “el turismo es nuestra principal fuente de ingresos y debemos equilibrar la preservación del medio ambiente con la seguridad de los visitantes y alpinistas”; enfatizó que ese tipo de instalaciones ayuda a prevenir accidentes y rescates costosos, lo que redunda en menos recursos gastados en operaciones de salvamento.
"El Mont Blanc es un tesoro natural que merece ser preservado. Debemos promover un enfoque más responsable y autónomo en la escalada para proteger el entorno y fomentar el respeto hacia este impresionante lugar
Con el caso visto para sentencia, la fiscalía reclamaba para Christophe Profit una multa de 4.000 euros. Unas semanas más tarde, a principios de junio, el tribunal correccional de Bonneville hizo pública su sentencia: el guía y alpinista francés fue declarado culpable y condenado a pagar 600 euros de multa por la retirada de dos estacas. En el otro lado de la balanza, la prensa local informaba de que había sido exonerado de la retirada de las otras dos, situadas fuera de su jurisdicción, en territorio italiano –la ruta transita en parte por la línea fronteriza entre Francia e Italia–.
El equipo jurídico de Christophe Profit anunció que recurriría la decisión. Probablemente, más que evadir el pago de la multa, la intención es mantener el tema en el candelero y que la reflexión cale en la sociedad. El alpinista francés no ha concedido entrevistas y se ha retirado del foco mediático para defender a su familia y su trabajo como guía. Un trabajo que ya no realiza bajo el paraguas de la Compañía de Guías de Chamonix, a cuya membresía ha renunciado a raíz de este incidente, y que ahora lleva a cabo de forma independiente.
Su única comunicación ha sido para hacer pública la carta que remitió a sus compañeros guías de forma privada en diciembre de 2022. En la misiva se defendía de acusaciones y añadía un punto de vista técnico a la acción de retirar las estacas: en un contexto tan cambiante como el que experimenta el Mont Blanc debido al cambio climático, él considera que la ruta a través de la arista de Bosses es peligrosa (con nuevas grietas y terreno con hielo vivo), mientras que existe una variante cercana con el nombre de Dédé Rhem mucho más accesible para grupos guiados de menor nivel. Eso sí, reconoce y advierte que “el riesgo cero no existe en montaña”.
Más allá de la polémica entre estos dos protagonistas y de la cuestión judicial, el robo y la multa, la cuestión ha generado un debate más profundo; se cuestionan fundamentos sobre la misma filosofía del alpinismo, aspectos acerca de la libertad personal, factores referentes al desarrollo económico a través del turismo y otros que tienen que ver con el respeto al medio ambiente.
Para empezar, Jean-Marc Peillex y una parte de la comunidad de guías de montaña critican la actitud de Christophe Profit de arrogarse el derecho de decidir cómo debe ascender el Mont Blanc el resto del mundo. ¿No tienen las personas con un menor nivel técnico el mismo derecho de subir la montaña? Las estacas, cuerdas fijas, cadenas y otros tipos de anclajes son moneda corriente en rutas normales de algunas de las montañas más emblemáticas de los Alpes (y del mundo entero), que mucha gente sueña con coronar. Se usan para aumentar la seguridad de dichas ascensiones y evitar eventuales problemas, accidentes y rescates.
En cambio, Christophe Profit aboga claramente por una montaña libre de infraestructuras artificiales y, por lo tanto, limitada a aquellas personas con una capacidad técnica y física suficiente como para superar el reto por sus propios medios. Es el estilo que más concuerda con los valores del alpinismo puro. Una actividad que está oficialmente protegida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2019 y en cuya inscripción se define como “el arte de escalar cumbres y paredes en terrenos rocosos o helados de alta montaña, en cualquier estación del año”.
En esa misma declaración se especifica: “Su práctica exige poseer una serie de capacidades físicas, prácticas e intelectuales, así como saber utilizar técnicas, equipos y materiales como piolets y crampones. Es un deporte tradicional caracterizado por el hecho de que sus practicantes comparten en común una cultura que integra el conocimiento del medio ambiente de la alta montaña, de la historia de la práctica de la escalada y sus valores conexos, y de una serie de competencias técnicas específicas. El alpinismo exige la posesión de conocimientos ambientales sobre el entorno natural de los itinerarios de escalada, el cambio de las condiciones climáticas y el riesgo de desastres naturales”.
Las rutas más seguras –y, por ende, más alejadas de esta definición de alpinismo– generan un mayor interés por parte de un mayor número de personas, que las perciben como accesibles a pesar de que quizá no posean un nivel técnico tan alto como para realizar la ascensión sin esa ayuda externa. Por un lado, eso proporciona un mayor negocio potencial para todo el sector turístico de la zona, por supuesto para los guías de montaña, pero también para los alojamientos, establecimientos de restauración, comercios y transportes.
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