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Así funciona Greenpeace Energy, la cooperativa de renovables en Alemania que también vende gas natural

Hace unos días surgió en las redes sociales críticas a Greenpeace en Alemania por estar vinculada a una cooperativa que vende gas natural, una energía fósil que contribuye al cambio climático. En realidad, Greenpeace Energy desarrolla esta actividad desde 2011. Aquí contamos el curioso caso de una organización ecologista involucrada en la venta de energía. 

Greenpeace Energy se fundó bajo el auspicio de la ONG en 1999 para abastecer electricidad de energías renovables. En 2011 empezó a comercializar gas natural. Su propósito era atraer a los consumidores y compañías que ya usan este combustible fósil, por ejemplo en la calefacción, y añadirles un recargo en su factura para invertir en tecnología e investigación hacia la producción de hidrógeno verde. “Nuestro propósito no es vender gas natural, sino buscar una estrategia global en todo el sistema energético. Y ello incluye un cambio ecológico en esos sectores donde el uso de gas todavía existe”, explica por teléfono Michael Friedrich de Greenpeace Energy.

El producto, al que llamaron proWindGas, empezaría con la venta de gas natural pero iría poco a poco sustituyéndose por otros gases, en concreto el hidrógeno verde y el biogás. De este modo, se influiría en la transición energética de los consumidores de gas. Hoy en día, Greenpeace Energy tiene 170.000 clientes a los que proporciona electricidad de energías renovables y 30.000 usuarios de su producto de gas.

La compañía energética ha instalado dos electrizadores propios (los dispositivos necesarios para crear el hidrógeno) para aprovechar el excedente de energía de plantas eólicas, ha financiado diversos estudios científicos y ha aumentado la cantidad de hidrógeno verde añadida al gas natural. Sin embargo, este sigue siendo menos del 1%.

La cooperativa explica que el motivo de que el porcentaje de hidrógeno verde no se haya incrementado en los últimos años se debe al aumento de sus clientes, que impide reflejar el crecimiento total, y a que todavía resulta demasiado costoso y difícil de conseguir.

Para reducir la cantidad de gas natural en su mezcla, Greenpeace Energy decidió incluir también biogás, que se genera a partir de la descomposición de materia orgánica como los residuos ganaderos y agrícolas o los lodos de las depuradoras de aguas residuales urbanas. “Actualmente, nuestro producto proWindGas consiste en 10% de biogás, 1% de hidrógeno verde y el resto gas natural”, concreta Michael Friedrich de Greenpeace Energy.

Según las críticas, que una compañía vinculada a Greenpeace venda gas natural parece una contradicción. La sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables es una de las prioridades en la lucha contra el cambio climático y la proporción de hidrógeno verde y biogás, a pesar de haber aumentado, sigue siendo pequeña. Friedrich apunta que de momento no hay otra alternativa. “El uso del gas natural para transportar el hidrógeno verde o el biogás es un mal necesario para abastecedores de energía verde como nosotros”, explica. “Sin embargo, por las duras medidas regulatorias y las leyes injustas del mercado, además por la escacez de gases verdes de alta calidad en general actualmente, el porcentaje de biogás e hidrógeno verde es menor de lo que nos gustaría”.

Según Greenpeace Energy, en 2027 podrán reemplazar el uso de gas natural por biogás de gran calidad, es decir, de desechos de granjas y cultivos sostenibles o basadas en técnicas innovadoras como la palidicultura. Por otro lado, confían en que el hidrógeno verde ganará cada vez más importancia al ser una manera de usar el excedente de energía eólica.

Albert Tarancón, científico del Instituto de Investigación en Energía de Cataluña, explica que, en su opinión, esto es algo factible ya que se espera que el precio del hidrógeno verde se reduzca notablemente en la próxima década. “Por un lado, las energías renovables se están abaratando y, por otro, la tecnología de los electrolizadores cada vez está más madura y se empiezan a instalar más”, explica desde Barcelona.

Además, entre las opciones que Greenpeace Energy ofrece, proWindGas Vegan asegura que todo el biogás incluido en la mezcla provendrá de desechos de remolacha azucarera. Según la compañía, esto responde a que para muchos de sus clientes es importante un estilo de vida vegano. “Nosotros queremos dar la oportunidad de ofrecer un producto de gas en el que se garantice que no hay restos animales”.

Cuando se les pregunta si no sería mejor ofrecer un producto con más hidrógeno verde aún siendo más caro, ellos entienden que eso supondría un producto de lujo ya que este gas renovable es en este momento entre diez y 12 veces más caro que el gas natural y reduciría su disponibilidad para otros fines. “Desde nuestro punto de vista esta no sería una opción justa o sensata. Nos estamos concentrando en hacer avanzar rápidamente el hidrógeno verde, para nuestros clientes y para nuestra economía en general.”“. El hidrógeno azul, aquel que se obtiene de combustibles fósiles pero para el que se usan tecnologías de captura del carbono, para ellos tampoco tiene cabida al considerarlo una falsa solución. Por un lado, las emisiones solo se reducirían y el coste sería elevado, argumentan a través de un informe.

“En el momento actual, tal vez tenemos un periodo de unos 15 ó 20 años como máximo para poder eliminar totalmente los combustibles fósiles”, concluye Friedrich. “Pero con la aceleración del cambio climático, es aún más importante trabajar en reducir el tiempo necesario para este cambio. El factor que debe dirigirnos es la reserva global que nos queda de gases de efecto invernadero que pueden emitirse a la atmósfera para no superar el límite de los 1,5 °C”.

 

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