París comienza a medir sus emisiones de CO2 en tiempo real (y ya se ha llevado una sorpresa)

París ha comenzado a medir en tiempo real sus emisiones de CO con un sistema pionero en el mundo que permite, entre otras cosas, verificar de forma constante la eficacia de las políticas climáticas. Se trata de un proyecto piloto desarrollado por la start-up francesa Origins.earth, con el apoyo del Laboratorio de las Ciencias del Clima y el Medio Ambiente (LSCE), que ya ha empezado a detectar, por ejemplo, algunas emisiones del tráfico mayores de las que corresponderían por el número de vehículos en circulación.

Como explica Fouzi Benkhelifa, director de Origins.earth, medir en tiempo real las emisiones de CO no es nada fácil. Mientras que otros contaminantes en el aire dañinos para la salud como las partículas, el NO o el SO tiene una duración de vida corta, de horas o días, el CO que causa el calentamiento del planeta puede durar en la atmósfera cerca de un siglo. “Con los otros contaminantes hay un pico, pero luego desaparecen, así que basta con medir la variación inmediata”, detalla. “Pero con el CO hay que medir la evolución de un stock que tiene un siglo, es decir, que para saber las emisiones en tiempo real tenemos que ser capaces de detectar la diferencia de la última hora con lo almacenado en un siglo”.

Esto requiere de instrumentos muy caros, como los utilizados por la NOAA para medir en la concentración media de CO en la atmósfera en el observatorio de Mauna Loa de Hawái. Sin embargo, lo que ha conseguido esta start-up francesa es desarrollar sensores NDIR suficientemente precisos para detectar diferencias de 1 parte por millón y que resultan entre 10 y 15 veces más baratos.

Aunque el proyecto piloto se ha puesto en marcha de forma oficial en París este mes de noviembre, lo cierto es que se llevan haciendo pruebas con esta tecnología desde 2017. En este tiempo, ya se han llevado alguna sorpresa, como descubrir que las emisiones del tráfico registradas a escala de barrio son de pronto mayores que las que deberían generarse por los vehículos que hay en circulación. Según considera Benkhelifa, esto se debe a que sigue habiendo coches que no cumplen con la legislación ambiental, pero también a la existencia de más todoterrenos urbanos (SUV) en la capital francesa de los que aparecen en las estadísticas.

Hoy en día, si una ciudad quiere medir sus emisiones, lo más habitual es que haga un complejo inventario cuya realización puede llevar cerca de un año. Además, como incide el director de Origins.earth, los datos utilizados no podrán ser del año en curso, sino que corresponderán a uno o dos anteriores. “Si me pongo a hacer el estudio de las emisiones en 2019 lo tendré en 2020, pero con datos de 2018 o 2017. Así que para saber dónde priorizar las políticas de reducción de emisiones tendré que basarme en unos datos que ya están viejos y que tienen un importante margen de error”, destaca Benkhelifa. “De qué sirve decir que voy a reducir las emisiones un 30% si ya de por sí los datos tienen una incertidumbre del 30%-40%”.

Al contrario, disponer de datos en tiempo real puede resultar clave si realmente se pretende recortar o incluso hacer desaparecer estas emisiones. Cuando se probó en Indianápolis (EEUU) –pues esta tecnología se ha ensayado en otras urbes en colaboración con la Organización Meteorológica Mundial–, se descubrió que había una central de gas de medio tamaño funcionando en la ciudad que no aparecía en los registros estadísticos de emisiones.

En París se han colocado hasta el momento 17 medidores en lugares estratégicos, con una resolución de un kilómetro, es decir, a una escala de vecindario. No obstante, se pretende ajustar todavía más esta tecnología para acercar el alcance a la escala de un edificio o de una calle determinada. “Esta es una herramienta para cambiar el ritmo de la acción en las políticas. No somos el medicamento, pero sí un termómetro instantáneo”, apunta Benkhelifa.

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