Vuelve la madera como 'supermaterial' para reducir las emisiones de la edificación

Marta Montojo

16 de diciembre de 2020 22:49 h

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La madera se está haciendo un hueco en el país como material para edificar. En un sector dominado por el ladrillo, el hierro, el hormigón y el cemento, y que supone el 40% de las emisiones de CO2 de la Unión Europea, el aumento de la demanda de este material natural en los últimos años, aunque difícil de cuantificar aún, ha llevado a empresas como el grupo Finsa (Financiera Maderera S.A) a impulsar una nueva fábrica de madera contralaminada (CLT) en A Coruña, que estará operativa en febrero de 2021.

Hasta ahora solo había dos fabricantes de madera en España, uno en Euskadi (Egoin) y otro en Catalunya (Fusteria Sebastia). “Ellos tienen procesos más artesanales, mientras que los de la fábrica gallega, la de Xilonor, serán industriales”, explican desde el grupo gallego. El fenómeno del auge de la madera para edificar se ha estudiado en otros países de Europa. En Noruega, por ejemplo, la demanda anual de madera contralaminada pasó de 5.000 m3 en 2004 a 70.000 m3 en 2018, según el proyecto de investigación Holzkurier.

En Francia, el ministro de Vivienda y Ciudades, Julien Denormandie, anunció a principios de 2020 una ley que favorecerá este cambio: a partir de 2022 toda nueva construcción pública deberá levantarse con al menos un 50% de madera.

Es el material en auge en Europa y se emplea en prácticamente cualquier construcción: piscinas, rascacielos, viviendas plurifamiliares o incluso aerogeneradores. Nuevas construcciones sostenibles, como las que contempla la iniciativa de Distrito Natural, una red de viviendas colaborativas ecológicas a cargo del estudio de arquitectura sAtt, en Madrid, apuestan por la madera. Distrito Natural, por ejemplo, usará este material en estructura y tabiquería interior de los diez nuevos edificios que prevé construir en Madrid de aquí a 2025.

“Si el 80% de los nuevos edificios residenciales de Europa fuera de madera, y la madera se utilizara en las estructuras, revestimientos, superficies y mobiliario de las casas, los edificios almacenarían 55 millones de toneladas de dióxido de carbono al año”, precisa un estudio publicado recientemente por la Universidad de Aalto en Finlandia. “Eso equivale a cerca del 47% de las emisiones anuales de la industria del cemento en Europa”, precisan los autores.

En España, la deforestación que acarreó la construcción naval para la armada en los siglos XVI y XVII descartó la posibilidad de construir con madera como se hacía en Escandinavia, por ejemplo. Cientos de años después, sin embargo, el sector constata que la edificación de bajo impacto va ligada, cada vez más, al uso de este recurso forestal.

Uno de ellos es Albert Sagrera, experto en materiales y socio fundador de Societat Orgànica, una cooperativa catalana que trabaja en la mejora ambiental de edificios. En los últimos años, Sagrera apunta que el sector de la edificación europeo se ha centrado sobre todo en la mejora de la eficiencia energética. Se han construido edificios que generan su propia energía, que son capaces de compartirla con otros –imitando el funcionamiento de un bosque–o de, incluso, producir más energía de la que consumen (los llamados edificios de energía positiva). Pero ahora la transformación ecológica del sector pasa por una nueva fase: “de los materiales”, indica.

“Si la huella de carbono de un edificio convencional, de hormigón, puede estar entre los 600 y 800 kilogramos de CO2 equivalente por metro cuadrado construido, uno de madera con aislamiento natural puede estar en torno a la mitad”, señala Sagrera. Este experto defiende que, igual que existen los llamados “superalimentos” por sus beneficiosas características nutricionales, la madera es un “supermaterial” de la construcción.

Entre las muchas ventajas que los especialistas citan de la madera está su peso. “Es mucho más ligera que el hormigón, por ejemplo, y ofrece los mismos módulos de resistencia”, explica Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes.

Anna Noguera, la arquitecta que, junto a Javier Fernández, diseñó el polideportivo Turó de la Peira en Barcelona, premio nacional Maipei a la arquitectura sostenible en 2019, está de acuerdo.

Este edificio, operativo desde 2018, consta de dos equipamientos: una piscina climatizada de interior en la planta de abajo y una pista polideportiva en el piso superior. La estructura –tanto el forjado como las vigas y paredes – está compuesta totalmente de madera prefabricada, de tala controlada y certificada con los sellos de gestión forestal responsable FSC y PEFC. Con la madera, analiza esta arquitecta, se consigue una cubierta ligera pero muy resistente, de forma que sobre esa estructura puede haber una pista capaz de soportar hasta 800 personas, incluida la gente que juega, salta o corre.

Con todo, el ingeniero Eduardo Rojas matiza que en España no se prevé una gran ola constructiva, porque “hay mucho patrimonio construido para una población estable o decreciente”, pero detecta que la madera tiene mucho potencial en la rehabilitación. “La tendencia a la construcción sostenible va a tener efecto. Pero no estamos en los ritmos de construcción ni de los años 60 ni de hace 15 años, claro”.

Este artículo ha sido realizado por Ballena Blanca. Si quieres saber más sobre este proyecto periodístico, infórmate aquí.