Un día antes de que arrancase la Cumbre Mundial del Clima en Madrid (COP25) tenía lugar el domingo en el municipio sevillano de Lora del Río una inauguración bien distinta: la cooperativa Som Energia estrenaba una nueva planta financiada por ciudadanos, su proyecto de energías renovables número 14.
“Somos ciudadanos que no queremos esperar a los de siempre para hacer la transición energética”, comenta Nuri Palmada, representante de Som Energia. “Las cooperativas energéticas han nacido para eso: para actuar sin depender de grandes empresas, fondos de inversión o el gran capital”.
La nueva instalación de La Florida es un parque fotovoltaico de 1,5 MW de potencia, que puede producir unos 2.600 MWh al año, tanto como el consumo anual de unas 1.000 familias. Su mayor particularidad es que la inversión de algo más de un millón de euros ha sido financiada al 100% a través de aportaciones de ciudadanos. En concreto, ha salido de las aportaciones voluntarias de 1.500 socios al capital social de Som Energia, que alcanzaron cinco millones de euros.
Con ese dinero se ha construido esta planta fotovoltaica de La Florida, otra ya en funcionamiento de 2 MW también en Lora del Río, La Matallana, y una tercera en Tahal, Almería, sin inaugurar por trámites burocráticos. “Es desesperante, está construida desde hace un año, pero todavía no nos han dado los permisos para ponerla a funcionar”, incide Palmada. “Ahora mismo se tarda más en conseguir los permisos para verter electricidad a la red que en construir la propia instalación”.
Aunque la planta fotovoltaica recién inaugurada es una de las mayores puestas en marcha por Som Energia, resulta realmente pequeña si se compara con las gigantescas instalaciones solares que han empezado a construirse en España, que pueden superar las 1.000 hectáreas. Para la representante de Som Energía, con estas macroplantas se vuelve a reproducir el mismo modelo energético controlado por unas pocas compañías, en lugar de buscar un sistema más abierto que de más protagonismo al ciudadano. “Es una cuestión de soberanía energética, somos ciudadanos que queremos producir nuestra propia energía”, recalca.
Pero, además, la construcción de nuevas plantas de renovables está también muy ligada al territorio. Para Som Energia resulta fundamental que los nuevos proyectos de energías limpias impulsados para cambiar el modelo energético reviertan de alguna forma en las poblaciones locales. “Es importante que la gente local pueda participar de los proyectos que va ocupar su territorio, este es nuestro reto ahora más inmediato”, señala Palmada.
Cuando nació en 2010 en Girona, Som Energia era la primera cooperativa del país que buscaba cambiar el modelo energético. Hoy hay muchas más. Sin embargo, como destaca su representante, para poder construir instalaciones propias hace falta contar con mucho apoyo de socios. “El cambio de modelo pasa por que todas estas cooperativas puedan crecer”, destaca.
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