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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Ciudadanos y los vientres de alquiler

Ciudadanos dijo que aplazaría su propuesta de ley sobre los vientres de alquiler porque ya no la veía prioritaria, pero eso no ha quitado para que aprovechara las fiestas del Orgullo, en Madrid, para sacar toda su artillería pesada de nuevo. Rivera no parece concebir el colectivo LGTB sin los vientres de alquiler, y en cada ocasión que ha tenido y tiene vuelve a vincularlos. No percibe su lucha como la liberación y empoderamiento de sus miembros, como un movimiento que pelea por los derechos de las personas no heterosexuales. Porque es el hecho de no ser heterosexual lo que les ha valido siempre al sistema para oprimirlos. Ciudadanos ve un negocio, una posibilidad de sacar tajada.

Nada tiene que ver el colectivo LGTB con alquilar el cuerpo de mujeres pobres para tener criaturas, y ellos lo saben, pero el partido naranja reduce esta lucha a los hombres gays y la posibilidad de que ellos quieran tener hijos o hijas con sus genes.

En Ciudadanos, como buenos liberales, no están preocupados por el bienestar o las políticas sociales que favorezcan a la mayoría: su único objetivo es el capital. Caiga quien caiga por el camino. Por eso se interesaron por legalizar la prostitución hace unos años, y sin descaro hacían alusión al PIB. Por eso ahora le toca a los vientres de alquiler, concepto disfrazado de una libertad más para los hombres gays.

No es una novedad que Ciudadanos se olvide de las mujeres y de sus derechos, o que haga oídos sordos a las necesidades de los sectores más empobrecidos de la sociedad, pero no deja de ser sangrante que maquille sus intereses de bondades y libertades.

Los argumentos que esgrimen sus políticos son repetitivos y faltos de profundidad. A poco que rasques, sale a la superficie lo ilógico de su planteamiento. Acusan además a los grupos progresistas y al feminismo de ser unos hipócritas por defender el derecho a que las mujeres decidan sobre sus cuerpos, pero a la vez se nieguen a apoyarlos en su causa. Es precisamente el motivo por el que el feminismo está en contra de los vientres de alquiler: para que las mujeres más pobres (que son las que tendrían que recurrir a esta práctica) no tengan que someterse a semejante aberración física y psicológica, beneficiándose tan solo la pareja con recursos suficientes para cumplir sus “sueños”.

Otra forma de reducir la cuestión entre los defensores (en masculino, sí, casualmente son mayoría hombres) de alquilar a mujeres como si fueran incubadoras es la de compararlo con la donación de esperma. Así de empáticos son: sienten ellos que someterse a tratamientos hormonales, pasar por meses de gestación (con los vínculos que eso conlleva), crear una nueva vida de la que separarte para dársela a extraños (cómo se le explica luego a la criatura es lo de menos, porque lo importante es que ya esté en el mundo para saciar los anhelos pijos de los privilegiados) y la modificación de tu cuerpo y tus entrañas, etc. es lo mismo, exactamente, que masturbarse y echar en un bote el resultado.

Bien podrían compararlo con la compra venta de órganos, puestos a poner ejemplos más realistas. Pero, claro, esta comparativa ya les gusta menos, porque ellos no tendrán útero, pero sí la mayoría de los órganos que salvan vidas, y ahí sí empatizan. 

Los vientres de alquiler son solo otra forma más de explotación de los ricos sobre las pobres, y por mucho que la neolengua lo haya bautizado como 'gestación subrogada' no deja de ser lo que es: una práctica propia del Cuento de la Criada, un uso más del patriarcado sobre nuestros cuerpos y una forma de violencia que se cierne sobre las personas más pobres entre los pobres: las mujeres.

Y aún se preguntará alguien por qué el capitalismo y el liberalismo son incompatibles con el feminismo.

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Ciudadanos dijo que aplazaría su propuesta de ley sobre los vientres de alquiler porque ya no la veía prioritaria, pero eso no ha quitado para que aprovechara las fiestas del Orgullo, en Madrid, para sacar toda su artillería pesada de nuevo. Rivera no parece concebir el colectivo LGTB sin los vientres de alquiler, y en cada ocasión que ha tenido y tiene vuelve a vincularlos. No percibe su lucha como la liberación y empoderamiento de sus miembros, como un movimiento que pelea por los derechos de las personas no heterosexuales. Porque es el hecho de no ser heterosexual lo que les ha valido siempre al sistema para oprimirlos. Ciudadanos ve un negocio, una posibilidad de sacar tajada.

Nada tiene que ver el colectivo LGTB con alquilar el cuerpo de mujeres pobres para tener criaturas, y ellos lo saben, pero el partido naranja reduce esta lucha a los hombres gays y la posibilidad de que ellos quieran tener hijos o hijas con sus genes.