Cada vez son más las personas que defienden un estilo de vida más lento, no tan estresante y tan acelerado. Crecen en número aquellos que se oponen al 'usar y tirar' que se ha impuesto en nuestro día a día. Y aunque son muchos los aspectos de nuestra cotidianidad en los que se centran estos movimientos, hay uno de ellos que es imprescindible: la cocina.
Así nace la comida lenta o slow food. Se sitúa como contraposición al fast food y reivindica el disfrute pausado y prolongado de la cocina así como el redescubrimiento de la riqueza y los aromas de la comida tradicional. Este movimiento hace referencia no solo a una forma de cocinar, sino también a la forma de cultivar, de recolectar, de comprar y de preparar.
Así que, en paralelo al slow food, se está desarrollando lo que podríamos llamar la cocina ultra lenta o slow cooking. Lo ideal es dedicarle tiempo y mimo a nuestros platos. Pero la vida obliga. ¿Cómo podemos hacer cocina ultra lenta sin pasar todo el día entre pucheros?
Fácil. Recurriendo a las ollas programables, también llamadas crock-pots. Además de ofrecer facilidades en cuanto a la organización y comodidad para cocinar, esta olla ofrece muchas ventajas en el tratamiento de los ingredientes, ya que la cocina ultra lenta permite conservar mejor las vitaminas y nutrientes originales de los alimentos, al mantener la cocción a una temperatura constante y baja durante muchas horas.
Cuatro motivos para utilizar un 'slow cooker'
Estas ollas son una buena inversión, ya que son baratas, muy fáciles de utilizar y tienen gran capacidad. Además, ofrecen una cocina más saludable, baja en grasas y requieren muy poco esfuerzo.
Menos tiempo y esfuerzo: es uno de los motivos principales de su éxito, ya que este tipo de ollas nos ayuda a ahorrar mucho tiempo. Al ser programables, solo requieren la previa preparación de los ingredientes, después pueden estar mucho tiempo cocinándose sin exigir nuestra atención.
Ahorra dinero: estas ollas de cocción lenta hacen que el tejido conjuntivo de la carne se gelatinice. De esta forma, el resultado del plato es mucho más sabroso y la carne con nervio y grasa puede dar mejores resultados que la más magra. Eso supondrá un ahorro a la hora de comprar.
Elimina la grasa: en estas ollas no es necesario añadir aceite para cocinar, ya que la humedad que genera al estar herméticamente cerrada y los líquidos de los alimentos son suficientes para la cocción. El reparto del calor por sus paredes redistribuye mejor los sabores, así todos los ingredientes toman sustancia de los demás y resultan más apetitosos.
- Sin preocupaciones: la presión del cocinado es similar a la atmosférica, por ese motivo no se producen pérdidas y se puede dejar sin vigilancia. A diferencia de la olla exprés, esta no necesita válvulas para dejar escapar la presión, pues el vapor que se libera se condensa en la tapa y no se escapa, lo que favorece que se pierdan menos vitaminas.