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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Todos ganan o todos pierden. Y Sumar

Luis ‘Alvise’ Pérez tras la jornada electoral del 9J.

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¿Recuerdan que eran elecciones europeas? Pues a ello vamos. Subida clara y sin paliativos de la extrema derecha en (casi) toda Europa. No tanto como para rendir las armas y declararnos derrotados, pero lo suficiente para ponernos serios, muy serios, ante esta ola que pretende engullirnos. Vean Francia, dominada de norte a sur por la extrema derecha de Marine Le Pen, la gran valedora de acabar con la Unión Europea, desde dentro o desde fuera, y que ha llevado a Macron a un adelanto de elecciones que veremos en qué acaba. Es posible, sólo posible, que pueda repetirse la alianza que actualmente manda en Europa, derecha, socialdemocracia y liberales con los verdes, sin que haya que echar mano de la ultraderecha para la gobernanza de los próximos años. Esperaremos. Sudando tinta, la verdad. Porque, ¿qué hacemos si nos fallara Europa, si perdiera la democracia y triunfara la brutalidad de los Orbán, la Meloni o los Abascal? ¿Dónde escondernos? ¿Qué hacer con nuestros hijos, si Estados Unidos puede estar en manos de Trump, América Latina en las de Milei o Bukele, África ya me contarán, y qué se puede hacer en China? 

España. Llamativo desastre en Sumar. Pero vayamos por partes. Habíamos llegado al domingo exhaustos. Y mugrientos, tanta basura acumulada en los últimos días por una derecha aterrorizada, a la que le temblaron las canillas en el último momento, un paseo militar, suponían en el PP hace semanas, mientras el miedo la agarrotaba y la llevaba a la bajeza y la infamia como únicas armas para batirse en este duelo. Perdida toda esperanza de ofrecer a los votantes algún aliciente en política real, práctica, comprobable, para su candidatura, tan errática e inane como todo lo que toca este dizque moderado Núñez Feijóo, optaron, a la desesperada, por embarrar el terreno de juego, siempre han sabido cómo hacerlo, y centrar todos los misiles por tierra, mar y aire contra la mujer del presidente. Las ojivas nucleares, claro, iban contra el marido. Pero el primer objetivo a derribar, ensuciar y enlodar era Begoña Gómez. La pieza, creían, más débil. ¿Han tenido ayuda? Toda. Desde la prensa de la caverna, feroz, hasta el partido judicial en pleno, qué más ejemplos necesitan ustedes que los ya conocidos, léase el juez Juan Carlos Peinado en primer lugar, excéntrico al tiempo que farruco, arropado, como sabe que está, por toda la brigada acorazada de togas y birretes irredentos, esos que se atrevieron a salir a la calle -como vulgares perroflautas- a protestar contra una ley que no existía. O quienes hoy detentan, contra el sentido del honor y la dignidad, la categoría de vocales del Poder Judicial, fuera de la Constitución desde hace seis años. Y los muy desahogados piden contención. Rostro de cemento. 

Así que vaya resultados los del domingo. Fracaso de Feijóo y su gran apuesta basada en la nada, o peor aún, en el barro y el deshonor. Oscuro futuro, que ya veremos cómo se toman los suyos el cúmulo de disparates que le ha llevado de la nada a la más absoluta de las miserias. Carrerón. Pueden creerse que sus resultados han sido magníficos, fiesta patética la del domingo por la noche, pero allá ellos. Porque hoy, una vez más, Feijóo y el Partido Popular vuelven a tener el mismo panorama tétrico, devastador, del que no logran salir en años. Habrán logrado que los papeles en el asunto de Begoña Gómez se muevan durante meses y más meses en los juzgados. ¿Y? ¿Eso mejora su posición política, acaso magrear esa bazofia le lanza hacia la victoria en las generales? Cuídense mejor de compartir gobiernos con Vox y así lavar la cara a la ultraderecha, sus socios, sus compañeros, sus amigos de farra, que al final les van a robar la tartera, como ya han hecho en Francia o en Italia. Ahora tienen, además de ese lastre de Vox, su único posible aliado, la pesada carga del inenarrable Alvise, 800.000 votos, una auténtica locura que habla muy mal de nuestra salud democrática. ¿También van a querer sus votos en Génova? 

Resiste Sánchez, no es poca cosa, y también aguanta a pie firme su partido cuando ya hemos visto lo que ha pasado en el resto de Europa. Es un resultado con doble valor porque ha demostrado que frena la ola ultraderechista en la Unión y la embestida feroz en el interior. No quitemos mérito a una y otra victoria, que se demuestra que el actual inquilino de La Moncloa es un tipo duro y correoso. ¡Si lo sabrán sus enemigos! Estos resultados, tras las últimas semanas le deben saber a gloria. Aunque preocupación por los malísimos resultados en Madrid y Andalucía, con tantos votos en juego. Es verdad que la alegría dura poco en la casa del pobre, porque ayer mismo ya empezó la batalla de Cataluña, pónganse a cubierto e invoquen a los dioses para que no haya repetición de elecciones, otra vez tiempo muerto para una legislatura convaleciente. ¿Podrá el gobierno de coalición, de una vez por todas, empezar a trabajar en serio? 

La dimisión de Yolanda Díaz y qué decir de Sumar y Podemos. Cabezazos contra la pared elección tras elección. No se merecen sus votantes tal desastre, todo mal hecho desde sus inicios, aquel acto del Magariños de abril de 2023. Un año ha durado el muñeco. Empezaron con la sonada bronca entre ambas formaciones, pelea Yolanda Díaz con Irene Montero -o Pablo Iglesias, tanto da- y ahí seguimos, sumando extravío tras extravío, errores llamativos en las candidaturas, ¿cómo has dicho que se llama, Estrella qué?, y fallos aparatosos en la organización. Tienen que frenar, a como dé lugar, esta estrepitosa caída a los infiernos. Estamos hablando de tres millones de ciudadanos que el 23J depositaron esa papeleta -entonces sólo Sumar- en las urnas para las generales. Son muchos, muchísimos hombres, mujeres, jóvenes, ancianos que quieren una izquierda fuerte y reivindicativa. ¿Somos incapaces de saber cómo representarlos, cómo recoger sus anhelos, sus inquietudes, sus sufrimientos? ¿Volver a unir fuerzas? Pues seguramente. Y a comerse los egos. Veremos ahora, con este nuevo nacimiento, todo abierto, por dónde van a tirar unos y otros. Cualquier cosa, menos repetir esta vergüenza de una izquierda siempre a la greña, minúsculos partidos peleándose contra minúsculos partidos, soy más rojo que tú, más valiente y más torero. Basta. Se merecen todos ellos que el votante les eche a los leones del olvido y la irrelevancia, espectáculo bochornoso, a dentelladas por las migajas. Y a todo esto veremos si Sánchez decide mantener a Yolanda Díaz de vicepresidenta: ¿a quién representa? Éramos pocos…

Decíamos antes de la prensa y la derecha. Valga un ejemplo. Joaquín Manso, director de El Mundo, ilustraba su sermón dominical del día 9 con una viñeta en la que se veían las papeletas de voto. ¿Qué se leía en ellas? “Begoña No”, en la que aparecía en primer plano, “Begoña Sí” en la segunda, semitapada. A eso han reducido las derechas estas elecciones europeas. Sería de ver qué han pensado Ursula Von der Leyen y sus compañeros de la derecha europea, siempre tan puestecitos y tan educados en buenos colegios, cuando hayan contemplado, estupefactos, que el líder español de su formación gritaba fuera de sí “¡Begoña, Begoña, Begoña!”. ¿Qué capitales europeas pretende pisar este paleto intelectual de miras tan estrechas? Convertir estas elecciones en un reto personal, un puro plebiscito contra Sánchez ha sido una solemne estupidez y un envite inútil de la campaña de Feijóo. Aunque los resultados hubieran sido muy distintos, uno iba a seguir en La Moncloa, pasara lo que pasara, y el otro en la oposición más negra, gritara lo que gritara el interfecto. ¿Entonces?

Y conste que este Ojo siempre ha creído, y así lo ha escrito por aquí, que La Moncloa no acertó en afrontar el caso Begoña Gómez. Se confiaron demasiado y creyeron, pobrecillos, que la derecha, tan fina, jamás iba a cruzar algunas líneas que hasta ahora se creían infranqueables. La alcoba, por ejemplo. Se conoce que hay pocos historiadores en aquel palacio, y no se empaparon, por ejemplo, de cómo la derecha acabó con la II República. Todo les valió, para culminar en el sangriento golpe de Estado de Franco, y sólo hay que ver cómo se manejaron todas las fuerzas vivas de entonces para acabar con la libertad y la democracia. ¿La justicia? Pues claro. ¿La oposición? Consulten los discursos incendiarios de la época. ¿La prensa? Faltaría más. Echen ustedes un vistazo en las hemerotecas a los Abc de la época y ya verán. O recuerden que fue su director y dueño de entonces, Juan Ignacio Luca de Tena, quien contrató el Dragon Rapide, el avión que trajo a Franco desde Canarias, con dinero del contrabandista Juan March y toda la operación pastoreada por el corresponsal de ese mismo diario en Londres, Luis Bolín. Ustedes, que son inteligentes, ya entenderán que no estamos haciendo equivalencias entre aquella situación y ésta, lejos de nosotros los alarmismos. Hablamos de métodos y cómo se alimenta un ambiente cargado de estiércol y mugre. 

Llamarán los sufridos lectores la atención al Ojo por meterse en trágicos recuerdos históricos del fascismo. Pues se siente, pero es lo que hay porque así están las cosas en Europa. Y tiene todo el sentido, lo lamento, recordar las brutalidades del nazismo en relación con la subida de la ultraderecha en Alemania o Austria, así le duela el hígado al lector sensible. Como es de pura lógica acordarnos de Mussolini y su régimen bochornoso cuando oímos a Georgia Meloni y vemos manadas de camisas negras haciendo el saludo fascista en Milán. ¿Les molesta unir a Le Pen con las salvajadas francesas en Argelia? ¿Acaso a ustedes les parece un exceso recordar estas cosas cuando aquellos mensajes se reviven hoy en cualquier plaza europea, también en la plaza de Colón de Madrid, ahí tienen a Vox o al fenómeno paranormal del tal Alvise, payasos del mundo, uníos? ¿Es que hemos perdido la memoria de cómo fue aquel siglo XX, guerras devastadoras, millones de muertos como consecuencia de la ascensión al poder de las bestias fascistas? 

Lamento la brutalidad: o nos ponemos firmes o estos bárbaros nos comen.   

Adenda. Ustedes no frecuentan determinadas redes sociales ni los ambientes mugrientos del hampa fascistoide. Por eso no conocen a Alvise Pérez. Disfruten: “Si hay un narcoterrorista, no quiero que se le persiga, quiero que le pegues con un subfusil”; “Cada vez hay más inmigrantes ilegales que no sabemos si son violadores”; “Los tomates necesitan más papeles para salir del huerto que los inmigrantes para entrar”; “Los homosexuales sufren la homofobia de 'manadas' extranjeras y las mujeres que sufren las violaciones y agresiones de esas mismas 'manadas'”; “Pedro, calienta que sales [...] más vale que te escondas en un maletero porque te vamos a meter en prisión”. También es un gran admirador del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, y quiere construir la cárcel más grande de Europa en las afueras de Madrid: “Meter incluso a una persona que tenga un tatuaje de una banda: te vas a la puta cárcel. Si tenemos que meter a 40.000 tíos, les metemos [...] Y si viene la ONU, me descojono”. Ya lo hemos dicho: 800.000 votos. 

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