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Lo de la otra mejilla es cosa de curas. Nosotros somos muy laicos

2 de diciembre de 2024 22:12 h

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No hay manera, dice una canción de éxito. Y es cierto: no hay manera. Es imposible sacar los pies del apestoso estercolero en el que han convertido la vida pública el primer partido de la oposición, el PP de Alberto Núñez Feijóo, un político moderado, proclamaban sus exégetas antes de su llegada en paracaídas a Madrid, junto a su tenebroso compañero de viaje, Santiago Abascal, el líder de ese Vox sin cuyos escaños jamás será presidente Feijóo. Nunca, jamás, olviden esta verdad grabada a fuego en nuestras frentes. El PP se aliará con Vox, sí o sí. Máxime cuando los vientos soplan a su favor en Europa y América, donde la ultraderecha cabalga desbocada ante la cobardía de unos y otros. Veremos después cuánta y qué poderosa ayuda reciben. Pero quedémonos en este inicio con entender esa pista llena de mugre, toneladas de inmundicia vertida a propósito, echen más churre, no paren, que cuanto más asqueroso y mugriento es nuestro chiquero, mejor nos desenvolvemos en él, acostumbrados como estamos a bañarnos en nuestra roña. Tanto lodo, tanto barro como han tenido que soportar en Valencia, pobres gentes, a las que el PP todavía no se ha dignado ni a pedir perdón por las tropelías de su presidente valenciano y sus inútiles colaboradores. Hasta el lodo lo enlodaron.  

¿Cómo hacer para que en ese caldo viscoso, atrapante cual infantil blandiblú, pueda erguirse una discusión sensata sobre las propuestas que se han llevado al Congreso socialista de Sevilla? Atrapados como estamos en las miserias a las que nos ha conducido la derecha, no sabemos cómo atacar todos los retos que tenemos frente a nosotros como país, la enajenación salvaje de la oposición sacando la guadaña ante cualquier asunto que se salga de su bazofia habitual. Y de sus medios de comunicación, sobrepasada cualquier línea de decencia. Educación, impuestos, cambio climático, sanidad pública o privada, relaciones con la Iglesia, etc, etc. Ni tan siquiera la financiación de Cataluña, tema omnipresente los últimos meses, parece que les motive. Echar a Sánchez, echar a Sánchez. Todo gira en torno a un vuelo gallináceo de escasísima altura, ningún asunto de calado penetra en el cuerpo social y así estamos, adocenados, nublados por la inmundicia y atados a la agenda de unos desalmados. 

Lo hemos denunciado en más ocasiones, pero vemos, asombrados, que su indignidad no conoce límites. Y cada semana es peor que la anterior. La de ellos, los políticos titulares -¿qué me cuentan de Tellado, de Gamarra, de Álvarez de Toledo?- pero sobre todo la de sus edecanes de campaña, unos llegan armados con la toga que creen sagrada, pero que sólo muestra los tornasoles de la suciedad, y otros enarbolando los bits de sus periódicos mendaces. Hablemos un poco del cerco judicial, centrado esta semana en la mentira procaz de Gepetto Miguel Ángel Rodríguez, creador de ese Pinocho femenino que responde a las iniciales de IDA, más conocida en estos humildes pagos por la reina del vermú. La primera víctima de la vileza del susodicho, intentando tapar las muchas vergüenzas de la pareja de su jefa, el defraudador de Hacienda y comisionista de mascarillas ha sido Juan Lobato, un cliente de notarías a lo que se ve no dotado de muchas luces. No es raro que esto pase. Ya recordarán que el primer caído en la batalla contra la partida de chorizos de la Gürtel, aquel aquelarre de sinvergüenzas del PP, ramas valenciana, madrileña y castellano leonesa, fue el juez Baltasar Garzón. El partido judicial ya apuntaba maneras. 

Pero ahora, estos meses, este lunes mismo y mañana también, se ha coronado con un extraordinario éxito entre la derecha más montaraz y antisistema de este país, una vez que han decidido que ellos son la guía y el faro que debe alumbrar la patriótica tarea de acabar con Pedro Sánchez, Luzbel redivivo, sea como sea, recuerden que en sus manos tienen la horca y el cuchillo. Somos nosotros, los magistrados illuminati, los únicos dueños legítimos de este país, que si alguna vez llega a gobernar la derecha será porque a nosotros nos da la real gana. Y para ello estamos trabajando, muy duramente, día y noche. Inasequibles al desaliento. Moramos las togas y las puñetas en el olimpo de los dioses, gloria a dios en las alturas, recogemos -e incluso buscamos- todas las basuras que nos ofrecen esos grandes patriotas que conforman la tuna acusadora, el PP, Vox, Manos Limpias, Abogados Cristianos, Hazte Oír y otras asociaciones recreativas del mismo jaez. Es consciente el Ojo de que ya ha llamado a rebato en varias ocasiones contra ciertas prácticas, pero es que no deja de asombrarse ante las grandes habilidades de tan insignes juristas. Hemos aprobado tantos exámenes sobre leyes, vienen a decirnos a los mortales, que por eso sabemos exprimirlas en nuestro beneficio, retorcerlas hasta que gritan, desfigurarlas como aquel que en Batman se quemó la cara, hacer que los códigos de todo género se contraigan, se doblen, se encojan y estiren. Las masajeamos a nuestro antojo. Porque sí, porque nos da la gana. 

Si algún hueco quedaba para una nueva flecha con la que asaetear a Sebastián de Milán, los jueces, en una penosa politización que ni siquiera son capaces de disimular, ya lo han encontrado, que lo mismo les da una ridícula filtración - ¿alguien se explica por qué el juez Hurtado sólo tiene ojitos para el fiscal general y ya puestos, para La Moncloa, cuando las filtraciones llueven a su alrededor sin que el magistrado que iba a guardar el secreto en un arca acorazada se dé por aludido?-, una fantasmagórica apropiación de un software -¿de verdad estamos en esas?- o un contrato laboral con un falso incremento pecuniario -¿se puede aceptar así una querella?- para no remontarnos a las actitudes heroicas de los excelentísimos jueces Marchena y Llarena, cuestión catalana todavía boicoteada por autos que más parecen artículos de El Debate, por citar un bochornoso ejemplo. Y decíamos, también, como aquí es habitual, de la prensa dizque respetable, esa que seguro que leen los insignes jueces, rebosando groserías como si fueran panfletos de cochiqueras, o de las redes sociales de Musk y Zurkerberg, tan amigos de Donald Trump, qué les vamos a contar. 

Y ante esto, ¿qué tenía enfrente hasta este fin de semana este numeroso ejército tan bien dotado, misiles hipersónicos y submarinos nucleares incluidos? Pues poquita cosa, la verdad. Unos medios, como este que están leyendo, a ratos una RTVE cuando se acuerda de cuál es su misión como organismo público, y muy poquito más. Quizá tras el Congreso de Sevilla hayamos entrevisto un amago de respuesta, pongamos pies en pared, que empezamos a espabilar o los cuervos nos sacarán los ojos y hasta los higadillos. Quizá han entendido ya que no pueden permitir que la tríada vergonzosa – derecha política, jueces y medios de desinformación- imponga su desgraciada hoja de ruta, van camino de ello y ya será tarde, muy tarde, para reaccionar, parece que se han dicho a sí mismos: tomemos medidas inmediatas, que demasiado tiempo hemos perdido. Insuflar ánimos, como ha hecho Sánchez está bien, pero mejor está contratar a un jurista de prestigio, como han decidido, claro aviso a los navegantes de barcos enemigos: nos tomamos en serio el cerco judicial, átense los machos que vamos con todo. Queda ahora, para ya mismo, poner en marcha aquellas medidas que el propio presidente anunció en julio, y de las que nada más hemos sabido, porque nada se ha hecho, bien por incompetencia o por miedo, cómo vamos a meternos ahora en más fregados. Pues este es el momento. Inútil esperar más. No les tenemos miedo, griten a voz en cuello.

Porque es tal el grado de bajeza moral de los enemigos, que el Gobierno tiene todo el derecho a defenderse ante esta feroz avalancha. Ya les han comido tres cuartos del terreno de juego -y quizá hasta de los votos- y no hay tiempo que perder para agarrar el hacha con el que cortar el nudo gordiano que une a ese funesto trío Los Panchos, oposición, jueces y medios. Ustedes son el Gobierno, carajo, y deben actuar como tal. Acciones, leyes, decretos. Impulsen la carrera, adelanten soluciones, mejoren, de manera clara y diáfana, el nivel de vida de la clase media y trabajadora, pónganse duros con la vivienda, en la senda de ese acertado anuncio de una empresa pública, a la que más pronto que tarde deberían ponerle letra a la música. 

La derecha ha desatado una guerra. Zelenski ha pedido que le dejen utilizar misiles de largo alcance. Y es que a veces las cosas exigen que se queden en casa los bienaventurados y educados personajes de la casa, y dejemos salir a la tropa más aguerrida. ¿Que Putin no se anda con chiquitas? Misilazo al canto. A Mahatma Gandhi esta gente se lo llevaría por delante con una excavadora. A no ser, y el Ojo no se haya dado cuenta, que el Gobierno sea un celoso cumplidor de Lucas, capítulo 6, versículos 29-30: “Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa. Dale a cualquiera que te pida; y cuando te quiten las cosas, no trates de recuperarlas”. 

 Y si es así, silencio, callemos todos, doblemos la cerviz y cantemos Hossana, hosanna, Núñez de presidente y Abascal de vicepresidente. Y Sánchez y toda su familia, al talego. Con traje a rayas de presos de tebeo, grilletes y bola de hierro. Y los ministros, y los directores generales, y hasta los ujieres colaboradores de la trama sanchista, a chirona. 

Muerto el perrosanxe, se acabó la rabia, seremos felices y comeremos perdices. 

Adenda. Por sus hechos los conoceréis, que vaya a usted a saber por qué al Ojo, comecuras insaciable, le ha dado hoy por citar la Biblia. Y este lunes, en el Senado, PP y Vox nos mostraron, aterrorizados estamos, hasta dónde puede llegar el esperpento de los fanáticos. La inusitada sesión en tan incomparable marco, hay que verlo, qué sucia instrumentalización de un ágora que es de todos, protagonizada por unos cuantos autodenominados luchadores contra el aborto, pero en realidad una caterva de ultrarreaccionarios de manual, lo mejor de cada casa de la extrema derecha lanzando sus ardientes proclamas, más pareció una reunión de locos espiritistas que de personas respetables. Pero eso sí, y de nuevo les repetimos que no lo olviden: PP y Vox en perfecta sintonía. Desatados, ya ni esconden sus miserias. Así son ellos, uña y carne, y así nos gobernarán, desde el fanatismo de la ultraderecha.  

Si les dejamos que nos ganen.

No hay manera, dice una canción de éxito. Y es cierto: no hay manera. Es imposible sacar los pies del apestoso estercolero en el que han convertido la vida pública el primer partido de la oposición, el PP de Alberto Núñez Feijóo, un político moderado, proclamaban sus exégetas antes de su llegada en paracaídas a Madrid, junto a su tenebroso compañero de viaje, Santiago Abascal, el líder de ese Vox sin cuyos escaños jamás será presidente Feijóo. Nunca, jamás, olviden esta verdad grabada a fuego en nuestras frentes. El PP se aliará con Vox, sí o sí. Máxime cuando los vientos soplan a su favor en Europa y América, donde la ultraderecha cabalga desbocada ante la cobardía de unos y otros. Veremos después cuánta y qué poderosa ayuda reciben. Pero quedémonos en este inicio con entender esa pista llena de mugre, toneladas de inmundicia vertida a propósito, echen más churre, no paren, que cuanto más asqueroso y mugriento es nuestro chiquero, mejor nos desenvolvemos en él, acostumbrados como estamos a bañarnos en nuestra roña. Tanto lodo, tanto barro como han tenido que soportar en Valencia, pobres gentes, a las que el PP todavía no se ha dignado ni a pedir perdón por las tropelías de su presidente valenciano y sus inútiles colaboradores. Hasta el lodo lo enlodaron.  

¿Cómo hacer para que en ese caldo viscoso, atrapante cual infantil blandiblú, pueda erguirse una discusión sensata sobre las propuestas que se han llevado al Congreso socialista de Sevilla? Atrapados como estamos en las miserias a las que nos ha conducido la derecha, no sabemos cómo atacar todos los retos que tenemos frente a nosotros como país, la enajenación salvaje de la oposición sacando la guadaña ante cualquier asunto que se salga de su bazofia habitual. Y de sus medios de comunicación, sobrepasada cualquier línea de decencia. Educación, impuestos, cambio climático, sanidad pública o privada, relaciones con la Iglesia, etc, etc. Ni tan siquiera la financiación de Cataluña, tema omnipresente los últimos meses, parece que les motive. Echar a Sánchez, echar a Sánchez. Todo gira en torno a un vuelo gallináceo de escasísima altura, ningún asunto de calado penetra en el cuerpo social y así estamos, adocenados, nublados por la inmundicia y atados a la agenda de unos desalmados.